El grupo italo-americano Fiat Chrysler Automobiles (FCA) lleva buscando desde hace tiempo fusiones o acuerdos para dar un impulso a algunas de sus marcas, Fiat y Alfa Romeo principalmente, y abordar con las mejores garantías posibles el gran cambio que está viviendo el sector del automóvil hacia esa movilidad eléctrica que todos los fabricantes reconocen como un inevitable futuro pero que está dando notables quebraderos de cabeza a más de uno, FCA entre ellos. De hecho, recientemente ya anunciaron un acuerdo con Tesla para, en la práctica, “comprar kilowatios” y adelgazar así los niveles de emisiones globales de CO2 del grupo, un incumplimiento que podría suponer por parte de la UE multas millonarias.
Ya lo dijo a principios de este año el presidente de FCA, John Elkann, miembro de la familia italiana Agnelli que controla la empresa, señalando que estaban preparados para tomar "decisiones audaces y creativas" para poder construir un futuro sólido y atractivo para la compañía. Algo que se interpretó entonces como el anticipo de un posible movimiento corporativo. Y justo ahora, llega la oferta de FCA a Renault para asociarse creando un grupo líder del sector en el que ambas partes controlarían el 50%.
Y es que en el caso concreto de España, de producirse esta inesperada oferta de asociarse, el resultado pondría en discusión el hasta ahora intocable liderazgo del Grupo Volkswagen en volumen de ventas, dando lugar a una reñida disputa que, con los datos del último ejercicio 2018 al completo, resultaría casi un empate técnico con más de 290.000 unidades comercializadas por parte de cada uno de los grupos.
EEUU y el coche eléctrico
Pero, ¿Qué podría buscar FCA con este ofrecimiento? ¿Y en que podría beneficiar a Renault? Buscando las fortalezas y debilidades de uno y otro podría entenderse este posible acuerdo. Y es que, por ejemplo, el grupo FCA cuenta con un sólido negocio de camiones y pick-up a través de la marca RAM y una marca como Jeep altamente rentables, en pleno crecimiento y con mucha y buena imagen en Estados Unidos, pero las cosas no le van tan bien en Europa, donde se enfrenta a serias dificultades para seguir el ritmo de las reducciones de emisiones de dióxido de carbono.
Renault, por su parte, es una marca pionera y consolidada en lo que a tecnología eléctrica en los automóviles se refiere que no tendrá problema para abordar los exigentes cambios en la legislación en materia de emisiones Europa, mercado además en el cuenta con una fuerte presencia, pero apenas la tiene en el mercado estadounidense.
Oportunidad de expansión
Unirse a un grupo FCA con importante arraigo en el mercado norteamericano a través sobre todo de las marcas Jeep, Chrysler y Dodge podría permitir a Renault introducirse en un mercado tan interesante como el norteamericano, donde podría llevar sobre todo el conocimiento y la experiencia de la movilidad eléctrica a un país que, en determinadas regiones, está completamente volcado con ella. Una oportunidad de expansión difícil de llevar a cabo por sí sola comenzando prácticamente desde cero pero factible de la mano de un grupo en el que tienen mucho peso las marcas norteamericanas.
De concretarse, la fusión no afectaría a la alianza que tiene Renault con Nissan Motor y Mitsubishi como ha señalado el diario japonés Nikkei. Esta alianza fue creada en 1999 y Carlos Ghosn, expresidente de Renault, Nissan y Mitsubishi ahora procesado por la Justicia de Japón por supuestas irregularidades financieras, fue uno de sus artífices. Renault ha expresado anteriormente su deseo de avanzar en la fusión con Nissan, pero para el nuevo presidente de la firma, Jean-Dominique Senard, ahora mismo no es una prioridad.
Si sale adelante este nuevo gigante mundial de la automoción, en el caso de España no tendría repercusión en principio a nivel de plantas y producción, pues FCA no cuenta con ninguna fábrica en suelo español. Tampoco las redes de concesionarios debieran tener grandes cambios más allá de lógicos pequeños ajustes, pues las gamas de modelos resultan en general bastante complementarias, con la clara apuesta de Fiat por los modelos pequeños como el 500, la de Jeep por los todoterreno o Alfa Romeo por sus deportivos.
Renault, goza de muy buena salud en el segmento de utilitarios con el Clio y en el de compactos con el Mégane, además del segmento SUV en el que Captur y Kadjar cuentan con muy buenos números en el mercado. Lógicamente, con tantas marcas y modelos siempre habría alguno por ambos lados que podrían canibalizarse y que podrían dar pie a algún ajuste de producción, pero en general podrían mantener sus respectivas gamas sin muchos problemas.
No sería la primera vez que Fiat recurre a acuerdos de mayor o menor envergadura con otros fabricantes, y no hace mucho los tuvo con Suzuki para comercializar el Sedici que no era sino un Suzuki SX-4 vestido de Fiat, o con Opel, marca con la que estuvo durante muchos años compartiendo motores diésel. Algo habitual en los últimos años por parte del grupo italiano que quiera ahora llevarlo a gran escala con un acuerdo global que daría vida a todo un gigante del sector.