Es uno de los escritores fundamentales de su generación. Edmundo Paz Soldán tiene entre su abecedario literario el desarraigo como su principal tema. Personas en trance, individuos que nunca llegan a estar plenamente ni al lugar al que se dirigen ni en el que provienen. Vive en Estados Unidos, donde desde hace años, escribe e imparte clases de literatura latinoamericana.
Es autor de nueve novelas, entre ellas Río Fugitivo (1998), La materia del deseo (2001), Palacio Quemado (2006) y Los vivos y los muertos (2009); y de los libros de cuentos Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores imperfectos (1998). Ha coeditado los libros Se habla español (2000) y Bolaño salvaje (2008). Su libro más reciente es Norte (Mondadori, 2011).
Es, sin duda, el autor adecuado para revisar, también, a otra, a su manera, errática aunque poderosa escritora, se trata de la brasileña Clarice Lispector, una novelista y cuentista de estilo introspectivo y hondo, que se revea total en libros como Lazos de familia o La pasión según G.H (1964).
En ocasión del Día del Libro, que se celebra este 23 de abril, Casa de América organiza una mesa redonda a la que acudirán también Jorge Volpi y Rodrigo Fresán para hablar de Los olvidados del Boom, una rara foto de familia en la que se asoma, preciosa, Clarice Lispector y de la que habla Edmundo Paz Soldán en esta entrevista.
-Una autora nacida en Ucrania y judía en Brasil. Mujer en un momento masculino, que escribió una vastísima obra por la que fue visible tardíamente. ¿Es una escritora marginal o marginada?
-Clarice Lispector no tuvo nunca problemas de publicación en Brasil. A los 19 años editó su primer libro de cuentos. A los 35 su primera novela, La pasión según G.H, y alcanzó un éxito importante entre la crítica. Para 1964 ya era una era una escritora consolidada en Brasil, uno de los periódicos más importantes le dio una columna. Tenía carta blanca para hacer lo que quisiera.
-Pero sólo en Brasil, tardó mucho para darse a conocer en América Latina
-Lo que sí ocurrió fue que su obra tardó en circular en América Latina y en España, eso probablemente tenga que ver con un aspecto de la escritura de Lispector, con su tono subjetivo y de introspección, que no iba con el tono de la euforia ni de revolución de la época del Boom, que narraba la epopeya de una nación o de un continente, una novela que era, sobre todo, alegórica, que narraba los dramas sociales.
- La pasión según G.H no parecía llenar, ni por asomo, aquellos eufóricos requisitos.
-En absoluto. Clarice no entraba en ese tipo de escritura. Trabajaba mucho la subjetividad. Pero ésas serían las especificidades de la escritura de Lispector, hay otras que explican porqué su escritura llegó tan tarde al resto de América Latina.
-¿Por ejemplo?
-Parte de ese desconocimiento tiene que ver con la posición un poco extraña que ha ocupado la literatura brasileña en América Latina. El idioma ha sido una barrera.
-Si bien la escritura de Lispector no estaba en sintonía aparente con el Boom, sus búsquedas lingüísticas eran tan renovadoras del lenguaje como las de Cabrera Infante…
-En cuanto al intento de renovación del lenguaje, aunque no tenía sus juegos de palabras, sí intentan forzar la sintaxis en el portugués a manera de Cabrera Infante con el español, pero creo que lo que hacía Lispector estaba más cercano a lo que hacían otros escritores. Por ejemplo, la subjetividad de la clase media de Julio Ramón Ribeyro, pero a diferencia suya, en la perspectiva de Lispector, se trata de mujeres de una clase media acomodada que cuestionan su lugar social como madres o esposas, personas no realizadas como individuos, que se hacen visibles por ejemplo en Lazos de familia o La pasión según G.H.
-¿Cuál es la Lispector más visible, la de los relatos o las novelas?
-En las universidades, los libros más estudiados son los relatos de Lazos de familia y sus novelas La hora de la estrella, que da sentido a la idea del escritor dentro de la literatura testimonial, y La pasión según G.H, que es su novela más importante, y más ahora que hablamos de la libertad dentro del género de la novela, porque ésta es un ejemplo de ello: el comienzo con un ensayo filosófico con respecto a libertad de la novela contrapuesto a lo que se puede decir del aspecto narrativo de una mujer que está en su piso de clase media acomodada cuando nos comienza a narrar el estupor que le produce el crujido que hace una cucaracha al morir. De resto, la novela es una digresión existencial de lo que la cucaracha le produce y que termina por forzar el género novelesco…
-Ella misma hablaba de su escritura como un no-estilo.
- Pero en el caso de La pasión según G.H, ella la defendió como del género novela, porque hubo quienes decían que podía ser biografía o memoria, o un tratado psicológico. Ella decía que no, que era una novela; que el personaje no tenía nada que ver con ella y que era claramente una novela; y creo que era importante, porque que, en cuanto a la escritura como tal de una novela La pasión según G.H ha sido un gran aporte.
- Hablemos de usted. Su narrativa es un trasunto del exilio, de realidades contrapuestas, irse, el no ser, el venir de fuera, consecuente o conscientemente, ejemplo su última novela: El Norte…
-Estoy trabajando otra novela que está emparentada con esos temas a través de otras coordenadas. La novela, que se llama iris, todavía me cuesta un poco explicarla: por un lado es una novela de guerra, por otro de ciencia ficción, y que tiene que ver con las consecuencias del 11S en Estados Unidos. Cuenta la historia de un grupo de soldados que son enviados a un región remota para colonizarla y en la novela se cuenta la relación que entablan con este lugar. Es a su manera, también, una novela sobre el desarraigo.
-¿ Es un tema además de literario, personal?
-Creo que sí es un tema personal. Hace muchos años que vivo en los Estados Unidos y durante mucho tiempo creí que tenía raíces, como creo que tengo ahora en los Estados Unidos, y en las últimas novelas ha aparecido como algo muy fuerte la cuestión del desarraigo. Por más que esté en Estados Unidos con ojos extraños, o mejor dicho, con ojos extrañados, cuando vuelvo a Bolivia me doy cuenta de que no es el país en el que yo viví y es justamente esa errancia, la sensación de extrañeza la que a mí me produce o la que me condiciona para escribir.