Son dos de las comunidades más ricas de España, que también destacan por el alto nivel de su oferta cultural. Euskadi y Cataluña tienen más parecidos socioeconómicos que diferencias, pero esta vez han tomado caminos opuestos respecto a las pequeñas salas de conciertos. Los musiqueros barceloneses están encantados, mientras que los vascos han decidido organizarse en la plataforma Arteak Ireki (“Arte abierto”) que ha publicado un manifiesto y organizó una manifestación en Vitoria el pasado 14 de febrero. Este es uno de los fragmentos clave: “Ya estábamos enfadadas y preocupadas hace un año con la normativa del Ayuntamiento de Gasteiz, ahora mucho más. Las nuevas normas afectan a todos y cada uno de los Ayuntamientos de la comunidad autónoma vasca, sin distinción. De Gasteiz a Zarautz y de Eibar a Sopuerta. Ningún bar podrá ahora organizar más de un espectáculo al mes, más de doce al año. Regulan hasta los conciertos en las iglesias y eso conlleva afecciones incluso a los coros, entre otros”, lamentan.
El manifiesto denuncia consecuencias prácticas con nombre y apellidos: “Esto deja fuera la posibilidad de que se pueda hacer más de un concierto en meses de verano o en temporada de fiestas de pueblos, barrios o ciudad. ¿Qué ocurre con festivales callejeros tipo Jazzaharrean o con el Festival Haizeetara de Amorebieta? ¿Qué pasa con la Semana Grande de Bilbao?”. Además, se critica la ley por ser excesivamente difusa, lo cual puede ser fuente de inseguridad jurídica. “La limitación alcanza a espectáculos y actividades recreativas sin que se especifique nada. Esto es gravísimo. ¿Qué se considera espectáculo? ¿Una solista? ¿Un teatro? ¿DJs? ¿Una exposición es una actividad recreativa?”, denuncian.
Unai Fresnedo es un veterano promotor, responsable de la mítica Radiation tours. En su actual catálogo tiene a superventas nacionales como Natos y Waor, además de haber traído a tocar a España a leyendas del hip-hop de la talla de Nas. “Hay que dejar claro que esto es un paso atrás que nos afecta a todos. Por ejemplo, yo no sufriré económicamente porque los artistas que llevo ahora tocan en locales grandes, que quedan fuera de este reglamento. El problema es que todos ellos pasaron por salas pequeñas antes de llegar al nivel de éxito que tienen ahora. Además, como oyente, la medida también empobrece mi vida cultural ya que tendré muchas menos oportunidades de escuchar música en directo”, señala. “También creo que merece la pena señalar que no es una política coherente con otras medidas. Por ejemplo ahora están estudiando rebajar hasta los dieciséis años la edad de acceso a las salas. Mi impresión es que los políticos van dando palos de ciego en busca de diferentes nichos de votos, que unas veces son a los jóvenes y otras a los vecinos a quienes molesta la vida nocturna”, explica.
Alternativas culturales
Arteak Ireki califica las medidas como "decretazo", ya que la aprobación no se ha hecho mediante un estudio detallado ni buscando el consenso de todas las partes. “La ley es un sinsentido, una barbaridad y un ataque a la cultura de base, al pequeño comercio. También al turismo y a la imagen de Euskadi. Tenemos dos mil adhesiones y seguimos sumando. Nuestro objetivo es echar la normativa para atrás, pero también ofrecer alternativas, basadas en lo que está haciendo Barcelona”, explica Iker Zubia, miembro de Arteak Ireki. “No tenemos pruebas palpables, pero entendemos que puede haber intereses por parte de la competencia del sector”, declaró a la emisora Gasteiz Berri.
¿Qué se ha hecho tan bien en la ciudad condal? La mayoría de los grupos políticos municipales aprobaron una nueva ordenanza que facilita la música en vivo para locales de menos de 150 plazas. El comisionado de Cultura, Joan Subirats, apuesta por un nuevo estatus llamado Espacios de cultura viva. La características de estos centros son las siguientes: aforo máximo de 150 personas y que se comprometan a celebrar un mínimo de cuarenta conciertos al año. Por tanto, los barceloneses podrían disfrutar de más del triple de conciertos que los vascos en su red de pequeñas salas. La ciudad condal trabaja por mecanismos de “articulación social”, por eso para acceder al nuevo estatus habrá que demostrar que se mantiene algún tipo de colaboración con las entidades de base en el barrio.
"La categoría de Espacios de cultura viva es un reconocimiento largamente ansiado por bares musicales, asociaciones culturales, galerías de arte y demás espacios que sin ser salas de conciertos sí programaban actuaciones", explica el periodista musical Nando Cruz
Uno de los conceptos claves es la música “semiamplificada”, que no podrá superar los 95 decibelios. Esta nueva categoría evita ruidos excesivos a los vecinos y costosas obras de insonorización a las salas, un trato donde ganan todas las partes. En el peor de los casos, se calcula que a los vecinos les llegarán unos 45 decibelios. Los locales que se acojan a la categoría de Espacios de música viva y estén en zonas de especial saturación deberán terminar los conciertos a las 23.00 horas. Daniel Granados, asesor del Instituto de Cultura de Barcelona, exmúsico y gestor muy respetado en la comunidad musical de Barcelona, opina que esta red de salas no hubiera sido posible el crecimiento de artistas como Rosalía. Un argumento difícil de replicar por cualquiera.
La propuesta no es fruto de impulso reciente, sino de años de insistencia. “La categoría de Espacios de cultura viva es un reconocimiento largamente ansiado por bares musicales, asociaciones culturales, galerías de arte y demás espacios que sin ser salas de conciertos sí programaban actuaciones. Se trata de una estructura legal, una categoría inexistente en otras ciudades del país, que permitirá a estos locales, por ejemplo, disponer de un aforo variable. Esta modificación facilitará que locales con una licencia de bar cafetería y con aforo minúsculo ajustado a esa actividad, como sucede con el Heliogàbal, puedan multiplicar su aforo a la hora de los conciertos sin miedo a ser multados”, explica Nando Cruz. Algunas de las principales salas beneficiadas son Koitton Club, Diobar, la Bodega Espai Niu, Big Bang, Cronopios, 23 Robadors y Freedonia. Se intenta terminar con casos como el de la sala Heliogábal, que al mismo tiempo que recibía un premio municipal era cerrada por el propio ayuntamiento.