Cultura

'Casa en llamas': ironía y secretos en la tragicomedia familiar del verano

Emma Vilarasau, Enric Auquer, María Rodríguez Soto, Alberto San Juan y Macarena García protagonizan la nueva película de Dani de la Orden

Fotograma de 'Casa en llamas'
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Cuando Tracy Letts escribió la obra de teatro August: Osage County, que más tarde llevó al cine John Wells y cuyo guion firmó el propio Letts, imaginó una familia disfuncional con muchos secretos, mucha violencia, palabras contenidas y también mucho amor. Como un reverso menos maquiavélico y tenebroso pero igual de amargo se presenta en los cines Casa en llamas, la nueva película de Dani de la Orden, una tragicomedia estival que se mueve en torno a las extravagancias de una madre de familia que guarda sus sentimientos como si se tratara de una bomba a punto de explotar.

De la Orden ha dirigido en los últimos años otras comedias ligeras más sencillas como El test (2022), Loco por ella (2021) o Hasta que la boda nos separe (2020), pero en esta ocasión se introduce en una historia más compleja que firma Eduard Sola. "Antes que elegir el tono elegí la historia. Antes del confinamiento les dije a los productores que quería contar la historia de una familia que se quiere mal, que está desconectada de sí misma y que es egoísta", explica a Vozpópuli el director con motivo del estreno de esta película en los cines esta semana.

Esta historia está vertebrada a partir del personaje protagonista de esta historia, Montse (Emma Vilarasau), una madre y abuela que dista bastante del personaje que interpretó Meryl Streep en la película de Wells. "Lo ha dado todo por esta familia y está pidiendo conscientemente la recompensa", avanza sobre un personaje enigmático que sirve de eje para sus hijos, a quienes interpretan Enric Auquer y María Rodríguez Soto, así como su exmarido, a quien interpreta Alberto San Juan. El reparto se completa con Macarena García, Clara Segura y José Pérez-Ocaña, y todos ellos se reúnen en una casa familiar idílica de Cadaqués que la madre quiere vender.

"Quería contar la historia de una familia que se quiere mal, que está desconectada de sí misma y que es egoísta" Dani de la Orden, director

De la Orden no buscaba ninguna compasión con estos personajes que, más que patéticos, ve en ellos seres "egoístas que moralmente hacen cosas cuestionables", que desde "el narcisismo, el olvido y la demanda" exigen al resto de los miembros de la familia lo que les conviene, y crea así una película impredecible aunque la sensación de capas de cebolla que dirigen a un centro que quema mucho está presente en todo el metraje. "Esperas una catarsis, un grito o una foto rota", apunta.

Casa en llamas: tragicomedia sobre la soledad

Para esta película, De la Orden tuvo presente la comedia francesa Pequeñas mentiras sin importancia (2010), de Guillaume Canet, que se desarrolla en un solo espacio, con dinámicas familiares y una cena muy larga. También Agosto, una obra que iba revisando aunque no se parezca "en nada". Mientras que en ese caso la madre mueve los hilos "de forma consciente", en el caso de Casa en llamas, la protagonista "no sabe lo que está haciendo".

"Ella se queja de algo de lo que es víctima y verdugo a la vez. Al inicio explico en una escena el asunto de la película: el egoísmo familiar de abajo arriba, que tenemos hacia nuestros ascendientes", agrega sobre la trama de una película que aborda el miedo desde un lugar muy particular.

Para contar esta "tragicomedia sobre la soledad" elige a una familia de "pijos de manual" demasiado ensimismados con problemas sin importancia, al tiempo que olvidan a quién tienen al lado. "Todo me llevó ahí porque es una película que se desarrolla en la Costa Brava, porque me interesaba un lugar idílico, y si estás delante del mar o bien has alquilado una casa o tienes patrimonio. Todo me llevaba a retratar esta familia", explica.

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  • M
    Max P. Palla

    Un comentario y tenía que ser del listllo ofensivo que habla de subvenciones desde la ignorancia: Todas las películas, las prescindibles y las otras, se hacen "gracias" a subvenciones. La de tu nick, Sin Perdón, se rodó casi toda en Alberta, dónde hay una subvención del 30%, mucho más que lo que te da España. A eso súmale los incentivos por la parte dl rodaje de California y los que usaran en postproducción, los préstamos sin interés federales, o de la SBA, las ayudas al empleo, o lo que pillaran. Y eso es nada comparado con las que recibió Netflix por hacer Breaking Bad, etc.

    Todas las películas, o casi, se hacen con subvenciones pero no "gracias" a las subvenciones. El cine solo existe en los paises en que tiene apoyo del estado.

    Y aún así, seguramente tienen menos subvenciones que el coche que usas, la comida que comes...

    Madura, hombre, que es gratis.

    • S
      Sin_Perdon

      Gracias por el consejo que nadie te pidió.
      Yo estaría dispuesto a aceptar que haya subvenciones si el producto final valiera la pena y PRODUJERA BENEFICIOS, cosa que en el cine español rarísima vez sucede.
      Yo no pago mis impuestos ni para pagar porquerías cinematográficas donde auténticos inútiles dan salida a su "vena artística" ni para otras cosas como centros de MENAS o asociaciones LGTBI, por poner un par de ejemplos, así que como por fuerza tengo que hacerlo me queda al derecho al pataleo. Si eso no lo entiendes tómate un Lexatin.

  • S
    Sin_Perdon

    Básicamente un título perfectamente prescindible, de esos que se ruedan gracias a las subvenciones públicas y con cero interés.