Cultura

Alberto García Alix: instantes en blanco y negro

Patria querida, cerca de un centenar de imágenes de Asturias hechas por el fotógrafo leonés, se exhiben en Lisboa a partir de este 26 de junio.

Su piel tiene surcos, su voz asperezas y sus imágenes cicatrices. Pronto cumplirá 57 años, de los cuales lleva casi 40 detrás de una cámara. No le gusta que le llamen fotógrafo de La Movida; y sin embargo, hay quienes insisten en asociarlo sólo con esa parte de su trabajo. Alberto García Alix es un hombre libre que lo ha visto todo; alguien que ha usado la fotografía para ordenar el mundo.

En su obra ha retratado lo efímero. Ha puesto el ojo en estampas que parecen vagas, a veces; líricas, en otras. Buena parte de ese espíritu desprejuiciado y nómada que documentan sus fotografías, se hace presente en Patria querida, una exhibición que reúne cerca de un centenar de imágenes de Asturias y que desde el 26 de junio –y hasta el 18 de agosto- se expondrán en el Museo de Electricidad de Lisboa, uno de los recintos expositivos más visitados de esa ciudad.

Esta muestra, que se ha expuesto con anterioridad en el Centro Conde Duque de Madrid y en el Centro Antiguo de Cultura de Gijón,  es parte de un proyecto para la creación de un fondo de imágenes inéditas sobre Asturias organizado por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, la cual pretende reunir a algunos de los más reconocidos fotógrafos españoles.

Árboles que parecen personas, personas que parecen edificios. Valles y montañas, carreteras y cemento. Mujeres bailando en una verbena. Hombres con sus relojes de pulsera trabajando la tierra y, por supuesto, el poso de la industria y de la cuenca minera. Se trata de instantes en blanco y negro recolectados por García Alix durante 22 días de viaje por Asturias. En total cuatro viajes por carretera realizados en una franja de año y medio.

Patria querida es la primera exposición de Alberto García Alix en Portugal. El año pasado estuvo en el Festival de Cine de Estoril, donde presentó su película De donde Non se vuelve, que él mismo ha descrito como una especie de complemento documental a su trabajo de fotógrafo. El blanco y el negro, tan suyos, contagian desolación y detienen en el tiempo lo retratado. Así, para García Álix la poesía se encuentra en la curva de una carretera, en una obra a medio hacer o en una caótica red de cables de electricidad. "Como fotógrafo paseaba buscando dónde vibraba", dijo en Madrid, cuando expuso en Conde Duque .

Esa forma suya, muy suya, de mirar

Desde 2003, cuando abandonó Madrid para vivir un tiempo en París, Alberto García Alix comenzó a preparar Mi Alma de Cazador en juego, una mezcla de fotografía, imágenes y vídeo en la que el fotógrafo leonés transparentaba la naturaleza interpretativa de su trabajo. Un ejercicio que ha pasado de la estricta auto referencia a la elaboración de un mundo construido a partir de una forma de mirar muy propia.“La fotografía se ha convertido en un ejercicio para mí. Es un espacio dónde inventarme. El retrato es una manera de mirar. Retratar es un acto intencionado, con lo que retratamos establecemos un diálogo. Y mi diálogo cada vez es más intenso. Me hago más preguntas”, ha dicho el Premio Nacional de Fotografía.

¿Y qué es lo quedescubrió el artista en su periplo por el Principado de Asturias? “Por la cámara me ha sorprendido la proporción de escalas, de repente las escalas cambiaban mucho, me sentía un poco un enano”, reconoció García-Alix durante la presentación de la exhibición en Madrid. Es justamente ésa, la desproporción de escalas, una de las razones que explica la abundancia de imágenes en contrapicado. Para hacer evidente esa diferencia de tamaños, contrapone en sus fotos elementos pequeños que resultan gigantes con otros grandes que en sus imágenes se hacen diminutos.

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