No hay nada más arbitrario que una decisión. Escoger algo por encima del resto supone una valoración, un balance implícito que hace que eso que elegimos sea mejor –más apetecible, más deseable- con respecto a lo no elegido. Por eso, al momento de hablar de las mejores librerías, nos disculpamos de antemano, pero también invitamos al lector a revisar su propia ruta libresca. ¿Cuáles librerías visitamos, cada cuánto, para qué?
¿Qué hace a Shakespeare and Company la librería más famosa del mundo? ¿Su antigüedad? ¿El hecho de que en ella encontraran cobijo Joyce, Gide, Claudel, Valery, Henri Michaux, Nabokov? ¿Por qué esta y no Des Colonnes, en Tánger, donde acudieron el mismo Paul Bowles o Capote? Esas son algunas de las preguntas que se hace el escritor Jorge Carrión en Librerías (2013), texto con el que se alzó como Finalista del Premio Anagrama de Ensayo, que ha sido publicado por la editorial en su colección Argumentos y cuya lectura –tan arbitraria como cualquier otra- recomendamos para acompañar este recorrido.
Pero antes de comenzar, sería preciso aclarar: ¿Por qué diez? –encontraréis, escondidas entre sí, más de una decena-; ¿Por qué las mejores?; ¿decimos mejores o más hermosas?; ¿es una bella librería una buena librería? ; ¿cuántas dejamos de mencionar cuando escogemos una?; ¿nos valen las librerías fantasmas, como Catalonia, en cuyo local se alza un McDonald’s…? ¿De qué hablamos cuando hablamos de librerías?, ¿de iconos culturales o nuevos atractivos turísticos? ¿De antiguos centros de resistencia política o nuevas cafeterías para tomar un bizcocho y encontrar una traducción?
Shakespeare and Company (París, Francia). Ha habido dos famosas librerías Shakespeare and Company en París: la de Sylvia Beach, en la rue de L'Odeón, y la de George Whitman, en la rue de la Bûcherie. Aunque eso tampoco es del todo cierto, porque la primera Shakespeare and Company la inauguró Sylvia Beach en el 8 de la rue Dupuytren, en noviembre de 1919.Dos años después, en 1921, Beach, amiga de Joyce, T. S. Eliot, Ezra Pound, Scott Fitzgerald y Hemingway, trasladó su librería inglesa y estadounidense al 12 de la rue de L'Odéon, frente a La maison des amis des livres, la librería francesa que pertenecía a su amiga y compañera sentimental Adrienne Monnier. James Joyce bautizó los territorios de Sylvia como Stratford-on-Odéon, y ambas libreras convocaban en un pequeño tramo de la calle los mayores talentos de la escena literaria francesa y anglosajona. La librería se cerró definitivamente en 1941, después de negarse Sylvia Beach a venderle a un oficial alemán una copia del Finnegans Wake de Joyce. Será en los años 50 cuando George Whitman tome el testigo y abra su librería frente a Notre Dame, animado por su amigo Lawrence Ferlinghetti, otro mítico librero de San Francisco, el alma de City Lights, cuartel de operaciones de la generación Beat, y hoy mítica librería en San Francisco. De ahí que cada una -Shakespeare y City Lights- reserven una estantería recíproca en cada local. Al principio la tienda de George Whitman se llamó The Mistral, pero a mediados de los 60, cuando el local es ya el centro del peregrinaje artístico y literario estadounidense en París, rebautiza su librería para rendir homenaje al grande de Stratford y a Sylvia Beach.
Librería Lello e Irmão (Oporto). Es, por dentro, mucho más impactante de lo que luce por fuera, que ya es bastante. Ubicada muy cerca de la Torre de los Clérigos, se distingue del resto de los locales por su fachada neogótica. Obra del ingeniero Xavier Esteves, se inauguró en 1906. La fachada tiene tres grandes ventanas acompañadas por dos figuras que representan el Arte y la Ciencia. Pero posiblemente más impactante sea su interior: la gran vidriera que domina el techo, donde se puede leer el lema “Decus en Labor”, además de la hermosa escalera de madera que permite el acceso a la primera planta. Otro precioso detalle son los arcos ojivales apoyados en los pilares sobre los que el escultor Romão Junior esculpió los bustos de escritores como Antero de Quental, Eça de Queirós, Camilo Castelo Branco, o Guerra Junqueiro. Pero hasta ahora sólo hemos hablado de aspecto y es que la mayoría de quienes han cruzado su puerta no pueden evitar referirse así al loca. Enrique Vila-Matas la describió como "la librería más bonita del mundo", y en 2008 el periódico inglés The Guardian la calificó como la tercera librería más bonita del mundo. En esta librería –en la que se han rodado además escenas de películas de la saga de Harry Potter- la selección de libros no es especialmente asombrosa. Tiene, por supuesto, magníficas ediciones encuadernadas, también una selección de libros de arte realmente magnífica. Este es el caso en el que antigüedad y belleza se imponen al catálogo.
El Ateneo Grand Splendid ( Buenos Aires, Argentina). Es imposible no mencionarla. No hacerlo sería, además, un crimen. El lugar que actualmente acoge a esta librería fue en su momento el cine-teatro Gran Splendid. Fundado en 1919, se convirtió en librería en 2000 por un acuerdo con el Grupo Ihlsa que posee, entre otras firmas, la editorial El Ateneo y las famosas cadenas de librerías en Argentina: Yenny y El Ateneo. El teatro, diseñado por los arquitectos Peró y Torres Armengol, cuenta con unos soberbios 2.000 metros cuadrados que acogen más de 200.000 títulos. Lo que fue el escenario se utiliza hoy como cafetería y área de lectura debajo de un hermoso telón que tiempo atrás se levantó para escuchar nada menos que a Gardel. Allí, quienes lo deseen, pueden sentarse a leer bajo la cúpula (pintada por el italiano Nazareno Orlandi), bóveda protectora de cualquier pasaje literario. Tiene curiosidades, por ejemplo, los libros de bolsillo se venden en las antiguas taquillas donde compraban las entradas. Hay sin embargo quienes en la misma ciudad prefieren la anticuaria Víctor Aizenman, La Librería de Antaño de Alfredo Breitfeld y la mítica de Washington Pereyra.
Strand Books (Nueva York) Es la librería de segunda mano más vieja de Nueva York. Este año ha cumplido 86 años. El dueño es Fred Bass y fue su padre quien en 1927 estableció la librería en la zona llamada Book Row, una calle adyacente a Broadway que llegó a albergar en aquellos años medio centenar de librerías en poco más de seis manzanas. Sin embargo desde hace ya unos 15 años, Strand se ubica en plena Gran Manzana, en una esquina, al sur de la calle Broadway. Su lema quiere llamar la atención sobre los innumerables libros que contiene: "18 millas de libros". La librería consta de cinco pisos y en ella se venden libros con todo tipo de temáticas. No solo hay libros usados, sino que también se venden libros nuevos más baratos. Una de las plantas está dedicada a los libros antiguos: verdaderas joyas como ediciones del Ulises, Nabokov…
Waterstones en Picadilly (Londres, Reino Unido). No es la más antigua, pero puede que sí la más grande. Tampoco es la única, es una cadena. Hay varias librerías repartidas por toda la ciudad, pero la de Piccadilly (en el número 203) es la más grande de Europa. Con más de 13 kilómetros de estanterías repletas de libros, es el paraíso del lector. Tiene un bar, un restaurante, una tienda de regalos y una galería de arte. Además, puedes asistir a firmas de importantes actores de forma regular. Y si no… siempre es posible recalar en Hatchards (esta sí, la librería más antigua de Londres). Abierta en 1797, ocupa en mismo lugar que entonces (el 187 de Picadilly). Cuenta con una amplia gama de libros de ficción y no ficción, además de ediciones especiales y firmadas por el autor.
Librería El Péndulo…¿O Porrúa? (DF México). Mucho mejor, como librería, es la que existe del Fondo de Cultura Económica en el Zócalo del Distrito Federal, sin embargo esta ,la Cafebrería El Péndulo (que se ha multiplicado por 6; todas dentro de la Ciudad de México), es especial. Todo en ella llama a quedarse, a leer, a pasar horas entre las estanterías cruzadas por frondosas plantas. Fundada en La Condesa, en 1993, El Péndulo, se ha convertido en un importante centro cultural donde se celebran conciertos, presentaciones de libros y cursos literarios. La cafetería se ha convertido en un gran restaurante con servicio desde el desayuno hasta la cena, y dos de sus sucursales cuentan incluso con servicio de bar. La librería ofrece todo tipo de publicaciones especializándose en literatura, arte y humanidades. Hablar del DF y no hablar, por ejemplo, de los libreros que ocupan los pasajes del Zócalo o del Parnaso de Coyoacán –aunque sea en la memoria y por nostalgia, porque cerró en 2001- , supone también podar una ruta que exige que mencionemos la librería del Museo Rufino Tamayo –magnífica en esa construcción sembrada en el parque de Chapultepec- pero también la Librería Porrúa –que abrió su casa matriz en 1900, en la misma ubicación donde hoy se encuentra (República de Argentina y Justo Sierra), por ella pasaron desde Diego Rivera hasta Octavio Paz- o El Sótano –ahora en Coyoacán-.
Barter Books (Alnwick, Reino Unido). Si hay algo de lo que debe presumir una buena librería, es, lógicamente, de la calidad de lo que ofrece, pero también de su ambiente y calidez. Grandes o pequeñas (aunque sobre todo estas últimas), una librería acogedora invita al lector a sumergirse aún con mayor profundidad en cada unas de las páginas con las que se encuentra, ya se intencional o casualmente. Barter Books tiene una pequeña chimenea, cafetería, una sala para niños con juguetes y unas vías de tren a escala por donde circula un pequeño trenecito que recorre la parte superior de las estanterías. ¿La razón? La librería se encuentra en una antigua estación de tren victoriana construida en 1887. Esta hermosa estación de tren-librería con sus enormes ventanales, sus techos de cristal y sus vigas de hierro, nació en 1991 por el deseo de Mary Manley que se combinó con la idea de su esposo, Stuart Manley, de abrirla en la vieja estación de Alnwick, a menos de dos horas de Edimburgo. La tienda presume además, de haber hecho «resucitar» el famoso póster de la Segunda Guerra Mundial: «Keep calm and carry on». Cuentan que Mary lo encontró en una empolvada caja de libros y empezó a imprimirlos y venderlos por el interés que generaba en el público, hasta que terminó por convertirse en un verdadero ícono del nuestro siglo.
Acqua Alta (Venecia, Italia) Una librería prácticamente sobre el agua puede considerarse original, singular o simplemente, un sinsentido, pero tratándose de una pequeña librería de segunda mano en Venecia, algunas personas la consideran una hermosa extravagancia. Hay otros menos indulgentes, por ejemplo, al escritor y filósofo Fernando Castro le pareció un horror. Esta librería –dicen- es de las favoritas de los libreros, quienes acuden a ella para evitar las grandes y modernas dimensiones. Libros apilados, estanterías polvorientas… En su interior, Acqua Alta tiene una góndola y una bañera dentro del local. Su nombre se debe precisamente a las altas mareas de esta hermosa ciudad que no impide que su dueño, Luigi Frizzo, regale este rincón a turistas y paisanos.
Selexyz Dominicanen (Maastricht, Holanda) Esta es una librería que se toma muye en serio la idea de la literatura como religión y de los lectores como píos feligreses. Ubicada en una iglesia de más de 700 años, Selexyz Dominicanen se encuentra en el corazón de Maastricht. Existe como librería desde 2006 y a sus antiguas pero bien conservadas instalaciones se le suman algunas aportaciones modernas (obra de los arquitectos Merkx y Girod) quienes acondicionaron la iglesia dominica que antes de ser librería estuvo dos siglos abandonada. Hasta el 2006 fue almacén, archivo e incluso depósito de bicicletas. Hoy, contiene una interesante selección de libros para niños, libros de arte, literatura, viajes, etc. En el viejo santuario de la iglesia se encuentra hoy la cafetería Blanche Dael Coffee Lovers. El coro se usa como escenario y durante el fin de semana se celebran debates, lecturas, entrevistas, conciertos y exposiciones.
Librería Bardón (Madrid) Se encuentra en el corazón de la ciudad, en la Plaza de San Martín, y tiene 60 años de vida: fue fundada en enero de 1947 por D. Luis Bardón López. Presume de ser “la librería anticuaria de referencia en España”. Una librería diferente a aquellas en las que el amante de los libros suele perderse, entre pilas de libros y polvo. La librería Bardón recuerda a una cuidada y hermosa biblioteca en la que el ambiente envolvente invita a pasar horas y horas buscando alguna “joyita”. Está presente en las más importantes ferias nacionales e internacionales, es miembro de la Asociación Ibérica de Librerías Anticuarias (A.I.L.A), de la International League of Antiquarian Booksellers (I.L.A.B) y de la británica Antiquarian Booksellers Association.Sin embargo… volvemos con la polémica, ¿por qué mencionar esta y no Méndez, la librería de Marías, Pérez-Reverte y otros pesos pesados? ¿O acaso La central de Callao, magníficamente dotada en todas las áreas –especialmente filosofía? Pero… ¿Y las demás? ¿La magnífica Tipos Infames o la discreta pero magnífica Cervantes y Compañía? Y peor… todavía, ¿por qué no la Cuesta de Moyano? ¿O la Rafael Alberti con su magnífico espacio para tertulias y su excelente fondo editorial? No pueden quedar fuera Antonio Machado ni Hiperión… ¿Cuántas librerías llevamos ya? ¿Acaso 20?