Eran, según él, “treinta o poco más desaforados gigantes”. Y aunque no había quien le convenciera de que se trataba de molinos, solo molinos, a Alonso Quijano le dio por “hacer batalla” con ellos.
Referida en el capítulo ocho del clásico literario, esta peripecia cervantina –metabolizada como metáfora del idealismo-, se ha convertido en el icono más identificado de El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha. Incluso sin haberlo leído, la gente sabrá de la caballeresca dualidad entre el gigante y el molino.
¿Existieron? Sin duda. Y de algunos se conserva todavía su ubicación original, como es el caso de Infanto, Bulrleta y Sardinero, tres de los molinos que se erigen Campo de Criptana, restaurados en su versión primitiva hace unos cinco años.
Con los molinos de viento de La Mancha se puede levantar una curiosa ruta por la geografía cervantina. El recorrido comienza en villa de Orgaz, que aun conserva un castillo medieval y varias casas nobiliarias, su iglesia de Santo Tomás y los Arcos de San José y de Belén, estas últimas, dos de las cuatro puertas de entrada que tuvo la villa
A seis kilómetros se encuentra la villa de Mora, conocida por su aceite de oliva. Uno de sus principales atractivos es, justamente, el Museo Molino Aceitero, donde todavía se elabora aceite de manera tradicional.
Sigue en la ruta Tembleque -a 25 kilómetros- en el camino hacia ese pequeño pueblo, es posible divisar –elevados por el efecto de una levísima cuesta- dos molinos de viento típicamente manchegos. Le sigue El Romeral, un pueblo más pequeño pero con cuatro molinos de viento abiertos al público.
A poco más de 20 kilómetros, se encuentra Consuegra, que cuenta con 12 molinos de viento también abiertos al público. Datan del siglo XVI y están alineados en la cumbre del Cerro Calderico, en la llamada Crestería Manchega de Consuegra. La villa de Consuegra ofrece además visitas guiadas a diferentes talleres artesanos de la localidad, dedicados a la alfarería y la forja tradicionales y visitas teatralizadas a su castillo medieval.
En Madridejos –separado por tres kilómetros de Consuegra- está ubicado el último de la ruta, el del Tío Genaro, el cual puede visitarse junto al Museo del Azafrán y Etnográfico y los museos etnológicos de los Silos del Tío Zoquete y del Tío Colorao.
Este amplio recorrido cuenta con una Guía de hoteles, restaurantes y posadas elaborada por la Consejería de Turismo de Castila-La Mancha, que puede descargar aquí.