¿Hay alguna generación que se le haya escapado a Raphael? Debutó en los años sesenta, década en la que protagonizó su primera película. Grabó canciones con Tom Jones, Charles Aznavour, Albert Hammond, Patti LaBelle, Rita Pavone, Raffaella Carrà, Paul Anka pero también con Julio Iglesias o Celia Cruz. Superventas donde los haya, en 1982 se inventó para él he llamado Disco de uranio, que premiaba la venta de más de 50 millones de discos. Hace apenas un año fue aclamado por hipsters e indies, quienes acudieron a verlo cantar en el Festival Sonorama. Ahora, el cantante vuelve al ataque protagonizando la nueva película de Álex de la Iglesia: Mi gran noche, que lleva por título el nombre del tema incluido en el álbum de Raphael Digan lo que digan (1968) y se estrena este viernes en los cines españoles.
Se trata de un filme coral, exagerado e hiperbólico, como todo lo que hace Álex de la Iglesia y que, tirando del hilo de la comedia, aborda todo cuanto puede llegar a ocurrir en la grabación de un programa especial de Nochevieja, un género que ya forma parte de la carrera de Raphael. Han sido uvas y uvas y uvas en compañía del divo. Incluso, el cantante comenzó a participar en ellos en la década de los setenta y desde entonces ha cantado desde El Tamborilero hasta Escándalo.
A sus 70 años, Raphael ha hecho de todo y siempre con capacidad prodigiosa de reinventarse. Así lo demuestra esta cinta donde comparte pantalla con Mario Casas, Hugo Silva, Pepón Nieto, Carolina Bang, Carlos Areces, Carmen Machi, Santiago Segura o Blanca Suárez entre otros.
Mi gran noche ocurre durante la grabación -¡en agosto!- de un del programa de nochevieja. Figurantes, egos, falsa felicidad y enredos marcan la historia
Mi gran noche ocurre durante la grabación -¡en agosto!- del programa de nochevieja. Cientos de personas llevan semana y media encerrados en un estudio, simulando felicidad y haciendo las veces de comparsa farandulera para recibir el 2016. Alphonso, una especie de divo maléfico interpretado por Raphael, entabla una lucha contra Adanne (Mario Casas), un ídolo emergente al que no le permitirá conquistar ni un centímetro de plató. La gloria y las campanas deben ser suyas.
Mario Casas, que ya había trabajado con Álex de la Iglesia en Las Brujas de Zugarramurdi, interpreta una parodia del cantante pop masculino contemporáneo. Así, Casas se desprende del papel de guaperas y se lanza a la interpretación de un personaje que parece una mutación entre Chayanne y David Bisbal. Sin embargo, la rivalidad entre Alphonso y Adanne no es la única en el plató de Mi gran noche. Hugo Silva y Carolina Bang, los presentadores, compiten sin tregua por las mejores frases del guión, mientras los trabajadores de la cadena se manifiestan ruidosamente en el exterior, y todo fingiendo un ambiente de máxima felicidad.
Como quien rebusca en las nocheviejas de Martes y 13 y las empanadillas -una cierta y maléfica nostalgia, hay que decir- Álex de la Iglesia echa mano de su artillería pesada humorística y de un icono inagotable como Raphael. Tras su paso por festivales como San Sebastián, Toronto o el Latin Beat de Tokio, la cinta que aborda desde la hipérbole el "desmadre" de 'egos', devuelve a Raphael al candelero del que jamás se ha marchado. Bajo la dirección de Álex de la Iglesia, Raphael interpreta una parodia de sí mismo que alimenta su leyenda Pop y su inagotable capacidad de renovación. Se equivocan quienes creían que todo había terminado con el comercial de Loterías de Navidad. No. El poder hilarante de este artista va mucho más allá.
Se equivocan quienes creían que todo había terminado con el comercial de Loterías de Navidad. Raphael nunca deja de reinventarse
Los mundos de Raphael y De la Iglesia se cruzaron por primera vez hace años cuando el director bilbaíno tomó el nombre de una canción del de Linares para titular su película Balada triste de trompeta (2010), de la que incluyó un fragmento al final. Hablaron entonces, medio en broma, de la posibilidad de hacer una película juntos, pero esta vez De la Iglesia se lo tomó muy en serio y escribió un guión, junto a su habitual colaborador Jorge Guerricaechevarría, pensando en él. Lo ha repetido varias veces De la Iglesia: si Raphael no aceptaba el papel, simplemente no se haría la película. Carecía de todo sentido.