Cultura

Gonzalo Torné: cuando divorciarse es la excusa para escribir una novela

Después de cinco años, el escritor catalán regresa con un libro que a algunos recuerda a Hilo de sangre, con la que ganó el Premio Jaén de Novela y se dio a conocer entre lectores y críticos. Se trata de Divorcio en el aire (Mondadori, 2013), una historia sin buenas intenciones ni moralejas, una comedia encubierta  o un drama sin aspavientos.

Los balnearios son el lugar ideal para destruir un matrimonio. Al menos a juzgar por la literatura que ha echado mano del tema. ¿Chesil Beach, de Ian McEwan acaso? Pero este no es el caso. No concretamente. Divorcio en el aire (Mondadori, 2013), la nueva novela del escritor Gonzalo Torné (Barcelona, 1976) mete las manos en el fango de una separación para contar esa otra, más compleja: la que ocurre entre la vida y quienes la viven.

Aclamado por la crítica literaria por Hilos de sangre (Mondadori, 2010), con la que ganó el Premio Jaén de Novela y el afecto de los lectores (además del de la crítica, Ignacio Echevarría incluido), Torné vuelve; esta vez con hambre. En las páginas de Divorcio en el aire, el autor rescata a un personaje de su anterior libro, Joan Marc. Se trata de un hombre que intenta recuperar a su segunda mujer y que para conseguirlo relata sus intentos para salvar su primer matrimonio con Helen, una desaforada chica norteamericana a la que le Joan Marc entrega mucho, que tratándose de él lo es casi es todo.

A lo largo de más de 200 folios, Joan Marc –un chico acomodado que podría vivir sin trabajar de no ser por los desenlaces económicos familiares- cuenta una historia: la suya. Lo hace desde sus 45 años y en medio de un discurso plagado de saltos, pero también de impertinentes e indigestas declaraciones homofóbicas, misóginas, pseudo racistas y cargadas de autosuficiencia y complacencia sin duda cargante.

Lo curioso o lo especial de su historia, la de Joan Marc, radica en el hecho de que está bien escrita. Tremendamente bien escrita. La responsabilidad, en ese caso, proviene de Gonzalo Torné, que de misógino no tiene nada y no comparte con Joan Marc ni siquiera la edad –Torné nació en el 76-. Lo que mueve a ambos es, sin embargo, una búsqueda: la de Joan Marc, recuperar a alguien; la de Torné, pues forzar la máquina, rebuscar, ver hasta dónde es capaz de llegar.

Con esta novela, Torné no quiere retratar a una familia, ni a una generación, tampoco a una ciudad. Retrata al género: la novela.

Divorcio en el aire no es la historia de una familia deshecha –aunque podría-; tampoco pretende retratar a una generación –los descastados por la crisis o los aplastados por la cuarentena-, ni una ciudad –Barcelona- ni siquiera un tiempo. ¿Por qué entonces el retrato de este hombre a veces indigesto y en otras tragicómico? El mismo Torné lo responde: “Joan Marc está desesperado por llamar la atención. El agente provocador de la novela es un intento suyo de recuperar a su segunda ex mujer. Intenta dar pena. Sin embargo, hay algo más: él es un tipo de persona que los escritores no reflejamos del todo. Aquella a quien los prejuicios le impiden pensar y articular una vida con sentido”.

Quien lea Divorcio en el aire  puede pensar que asiste a la historia de la destrucción. Una familia –la de Joan Marc- que resultó no ser tal; una vida con amigos que en el fondo nunca fueron tales o incluso una posición social que se viene abajo. Pero no. Esta novela es –y a la vez no- todo lo anterior. Divorcio en el aire es una historia que él elige contar así, con una intención concreta. Por ejemplo, la madre que está enferma… mejora; el padre que elige contar, pese a todo, parece haber vivido muy bien; presenta a su amigo como alguien peor que él… Quiero decir que Joan Marc es tendencioso. En cuanto a la familia, no creo que sea el tema central, rodea al personaje  e introduce al lector en un ambiente empático que hace posible entender a un hombre como éste”.

Contar exactamente quién es Joan Marc, supone cargarse una novela que provoca constantemente al lector.

En Divorcio en el aire el lector puede llegar a sospechar que quien le habla es un hombre muerto. Alguien  que está a punto de caer. ¿Lo hace? ¿Cae? Contarlo supone cargarse una historia que provoca, constantemente, al lector: a que se enfade, a que se pierda, a que se conmueva, a que abandone, a que vuelva…  “¿Hasta qué punto puedes conmoverte con un personaje que piensa, a rachas? Alguien con momentos de semi-lucidez pero que con un pensamiento obtuso… La novela va siendo menos sobre un divorcio personal para hablar de un divorcio con la propia vida: cómo gestionas el pasado, cómo gestionas los amigos… sobre todo ante la perspectiva de que depende de ti”.

La lectura requiere, sin embargo, de muchísima atención. Se trata de un libro escrito con una prosa potente, acicalada pero tampoco cursi, mucho menos lírica. Detrás de ella existe, palpable, una búsqueda. “Es, como todas, una novela sobre la novela. Sobre las posibilidades de la novela. No es una novela generacional. No quiero retratar a nadie. Quiero reflejar una mente distinta a la mía, con características literariamente atractivas. En algún momento, habría que ver incluso que existe un punto cómico”, dice Torné, quien dice que con ésta, aspiraba a escribir una “una novela en un solo movimiento”, una en la que la situaciones determinan los saltos en el tiempo.

Se trata de un libro escrito con una prosa potente, acicalada pero tampoco cursi, mucho menos lírica.

Muy calmado, sentado en su silla, vestido con una americana azul y tocado por el efecto magisterial de unas gafas sin montura, Torné responde sin énfasis, pero tampoco con desinterés. Ante la pregunta si es ésta una continuación de Hilos de sangre, responde: “No tengo perspectiva ni plan de que así sea. Las novelas van figurando un perfil del que no existe una forma previa. Al escribir, no sé qué vestido está saliendo. La idea del libro era escoger a un personaje de contrapunto en la novela anterior, Joan Marc… Hay, claro, un juego especular entre las dos novelas, pero no se trata de algo plenamente consciente”, dice.

En una rentrée editorial en la que abundan las opciones, Divorcio en el aire es una rara pedrada, una novela en la que buscan ambos, escritor y lector. Es, sí, la historia de un hombre tan miserable como literariamente atractivo. Lo del balneario, sin embargo, sigue siendo en serio: queda en la historia como una fría orilla a la que van a morirse los abuelos y las relaciones…

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