Es el mercado más difícil de precisar, por las pocas cifras que de él se tienen. Lo dicen los propios marchantes y galeristas: no podemos dar cifras, pero damos fe del descalabro. A un año de la aplicación del IVA del 21% para las obras de arte, las galerías españolas sufren reveses por todas partes: por un lado, la crisis que ha afectado a fundaciones y museos públicos –principales compradores-; la migración del nuevo coleccionista a otras plazas europeas y americanas; el cambio como tal del gravamen y, por supuesto, una caída acumulada del mercado local que ya para 2011 había sido del 33%.
En lo que a IVA cultural se refiere, al menos en lo que compete al mercado del arte, toca aclarar algunas cosas. Tal y como explica a Vozpópuli Idoia Fernández, de la galería Nieves Fernández y miembro de la Junta Directiva de Arte Madrid -asociación que reúne a más de 48 galerías madrileñas- lo que más preocupa a los galeristas no es la subida del IVA para sus empresas, que pasó del 18% al 21%, sino el gravamen que afecta a la creación, es decir, al trabajo del artista español, cuyo aumento fue del 8% al 21%, convirtiéndose en el más caro de Europa.
¿Por qué y de qué manera afecta que un artista español grave su obra con trece puntos más? Esa escala del 8% al 21% impide a las galerías acogerse al régimen especial que tenían antes y aplicar el IVA sobre el margen de beneficio, que al final suponía para el comprador el 10 o el 11 por ciento. “No somos competitivos con las galerías europeas, que tienen un porcentaje mucho más bajo y, lo que es peor, los artistas españoles pasan a ser demasiado caros. Es preferible vender a un austríaco”, dice Fernández, para quien la medida del IVA del 21% ha sido en verdad “un ataque directo al artista español”. Ese 21% aplica también para la importación de las obras de arte, especialmente de aquellos artistas que no forman parte de la Unión Europea.
Los galeristas: Es preferible vender a un artista austríaco que a uno español.
Otros galeristas, como es el caso de Julián Rodríguez, de Casa sin fin, ven en esta situación dos factores: el aumento del IVA y el agravamiento de la crisis económica. Ambos recaen en las espaldas del artista pero, sobre todo, del galerista. “Para compensar el aumento de precio que sufre la obra de arte con el nuevo IVA, hay que hacer un ajuste que viene del propio bolsillo. Por ejemplo, una obra que cuesta 30.000 euros, con impuestos llega a 36.000. ¿Qué hacen muchos coleccionistas? Pedir un descuento, que antes podía ser del 10% pero que hemos tenido que aumentar para no perder la venta. Esa es una carga que recae en las espaldas de la galería”.
Sin embargo, no sólo el nuevo impuesto sobre el precio de la obra afecta a galeristas y artistas, también los aumentos que se han generado en la cadena. Por ejemplo: el alquiler de espacios en ferias de arte. Aumenta el IVA, aumenta el precio del metro cuadrado. Esa fue la reivindicación de un grupo de galerías en la pasada edición de ARCO, en la que algunas se negaron a participar. ¿La razón? No sólo el aumento del precio del stand, sino también las condiciones de pago. Pedían extender el plazo del pago del stand hasta 90 días y ampliar hasta final de año el descuento del 10% sobre el precio. En la edición de ARCO de 2013 el stand mínimo (65 metros cuadrados) tenía un coste de 18.000 euros, ese mismo espacio, en la Feria que correspondía al 2009, costaba 16.000. Es decir, en cuatro años el precio del metro cuadrado aumentó en más del 12%.
En la edición de ARCO de 2013 el stand mínimo costaba 18.000 euros, en 2009 su precio era 16.000.
IVA, crisis y recortes: mezcla explosiva
Pero no sólo las galerías, las fundaciones también se han visto afectadas por el decreto ley. Con ese modelo de gravamen, les conviene mucho más comprar obras en otros países europeos antes que en España, entre otras cosas por los incentivos. Sin embargo, y en el caso particular de estas figuras, conviene echar antes un vistazo a la situación. Por distintos motivos: las fundaciones han sido las principales coleccionistas de arte, pero también las más afectadas por la crisis. Desde el año 2008, las fundaciones con modelo de financiación pública han experimentado recortes progresivos, a día de hoy severos, que les obligan a replantearse, primero su continuidad, y después, el sentido de su modelo, cada vez más orientado a asuntos sociales y no estrictamente culturales.
El año pasado la Fundación para la Conservación del Patrimonio Histórico de Navarra presupuestó unos gastos de 150.000 euros, los necesarios para seguir, cuando en el año 2010 disponía de 4 millones de euros. En Andalucía, el cúmulo de fundaciones que dependen de las partidas de dinero público ha perdido en dos años más del 40% de su presupuesto, que en 2011 era de 215 millones de euros. En menos de cinco años, la inversión total en cultura y conservación de patrimonio histórico y artístico de la Obra social de las cajas ha caído más de un 30%, según cifras aportadas por la Confederación Española de Cajas de Ahorro. El modelo de gestión en colaboración con Museos, Fundaciones y centros de arte ha caído un 24%. A diferencia de otras épocas, ahora las cajas refuerzan su actividad propia.
En menos de 5 años, la inversión en cultura de la obra social de las cajas ha caído más de un 30%.
En sólo tres años, la dotación para la obra social se ha reducido de manera dramática. El porcentaje total de dotación de las cajas para Obra Social en 2011 -alrededor de unos 875 millones-, mostró un descenso del 21% con respecto al año anterior y de 55% con respecto a 2005. Dentro de esa disminución general, la cultura perdió terreno frente a otras áreas: lo que antes se destinaba a exposiciones, conciertos, patrimonio cultural o actividades de tiempo libre, ahora se destina a temas estrictamente sociales. 2011 fue el tercer año consecutivo en que las actividades destinadas a cultura sufrieron una merma significativa. Cultura pasó de representar el 42% total de la obra, como ocurrió en 2005, a 31%. Es decir, una pérdida de 10 puntos que se incorporaron directamente a Asistencia Social, según informa la Confederación Española de Cajas de Ahorro. El ejemplo más claro –justamente por las circunstancias de su intervención- fue el de Caja Madrid. Su presupuesto para obra social se redujo un 84%. En 2012, Caja Madrid pasó de los 80 millones del año anterior hasta 40,6 millones. Fue la más baja al menos desde 1992. Ahora la situación es incierta.
La pérdida de ese motor tan importante, el de las Fundaciones, Cajas y Museos e instituciones públicas como coleccionistas se ha nota, y mucho. Según escribió la periodista especializada Elena Vozmediano, en 2012, el Museo Reina Sofía invirtió casi 2.725.000 euros en nuevas piezas para la colección. Y eso ya es bastante más de lo que muchas instituciones destinan en la actualidad para tal fin. Sin embargo es mucho menos de lo que gastó en años anteriores. Tan sólo en 2009, esta cantidad fue de 13 millones de euros; en 2010 fueron 4,5 millones y en 2011, 6 millones.
El Reina Sofía invirtió casi dos millones de euros en nuevas piezas para la colección. En 2009, utilizó 13 millones de euros.
Sin embargo, las cifras aportadas por Vozmediano son mucho peores: El CA2M (Móstoles), que alberga la colección de la Comunidad de Madrid, invirtió en 2012 cerca de 106.000 euros, pero la partida se ha reducido a 58.000 para 2013. El presupuesto del CGAC (Santiago), que en 2007 era de 500.000 euros, pasó a 100.000. El Museo Patio Herreriano en el último ARCO adquirió sólo seis obras, cuando en 2009, por ejemplo, fueron veinte. El Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander (MAS) solía gastar entre 60.000 y 100.000 euros anuales, pero en 2012 se eliminó esa partida, y así seguirá en 2013.
En medio de todo este panorama, todos los actores –artistas, galeristas, instituciones y fundaciones- piden a gritos una Ley de Mecenazgo que impulse ciertos incentivos fiscales para coleccionistas. “En España, comprar una obra de arte se entiende como comprar una propiedad. Se entiende como una inversión y no como un acto de divulgación y creación de un patrimonio artístico y cultural”, dice Julián Rodríguez. Y no es el único, la mayoría del sector tiene una apreciación parecida. Según la Asociación Española de Fundaciones, cerca de un 40% de las 9.500 fundaciones que existen en España se dedican a causas de tipo cultural, una cifra que ayuda a dibujar una fotografía de cuán resentidas por los recortes y la crisis en este ámbito pueden estar algunas instituciones.
Ahora, más que nunca, el sector pide una nueva Ley de Mecenazgo. El Gobierno promete borrador antes de 2014.
De momento, el secretario de Cultura, José María Lassalle ha prometido un borrador de la Ley antes de 2014. Actualmente en España, en materia de mecenazgo, existe la ley de 2002, que permite a los particulares desgravar hasta un 25% de IRPF de lo aportado a instituciones artísticas; en el caso de las empresas, la parte del impuesto de sociedades devuelta llega hasta el 35%. Las propuestas desarrolladas hasta ahora en materia de una Ley de Participación Social y Mecenazgo hablan de unos objetivos de incremento de desgravación que podrán pasar del 25% al 70% para las personas físicas mientras que, en el caso de las personas jurídicas, se incrementaría la base de deducción del 35 al 60%. Sin embargo, la actual crisis, así como la necesidad de recaudación fiscal, han sido una de las principales piedras de tranca en el tema.
Un mercado al que no le salen las cuentas
En 2011, las ventas de arte en España fueron cercanas a los 300 millones de euros, un 5% menos que el año anterior. A eso se suma otro elemento: Según Clare McAndrew, fundadora y directora general de Arts Economics y autora del informe El mercado español del arte en 2012 presentado por la Fundación Arte y Mecenazgo, los precios del arte en España son un 39% inferiores a la media de la Unión Europea, de forma que el 99% de los lotes de bellas artes vendidos en subastas alcanzaron apenas los 50.000 euros, muchas veces menos. Además, en 2011 España registró un déficit comercial en materia de arte, con importaciones por valor de 88 millones de euros frente a unas exportaciones de 66 millones de euros, dato significativo, según McAndrew, en un país "siempre proveedor de arte en el que cabría esperar que las exportaciones fuesen mayores" y en el que las importaciones de fuera de la UE, especialmente Sudamérica y China, cada vez son mayores.
El precio medio del arte en España es un 39% inferior a la media de la Unión Europea.
Esas cifras situaban a España como octavo país importador de arte de la Unión Europea. ¿Cómo quedaría ahora España con la nueva legislación? Los países europeos que tienen los tipos más bajos de IVA a la importación de objetos de arte son Reino Unido, Francia, Bélgica, Países Bajos y Suecia. En España ha subido a un 21%, mientras que Francia mantiene un 5,5%.