"Nuestro sueño es simplemente poder trabajar más", dice Daniel Olías, poco antes de volver a conquistar al público con un nuevo pase de la obra que protagoniza. Su éxito es fruto de un trabajo que busca que su caso no sea aislado. Un 'cambio de mentalidad' es lo que hay detrás de 'Se vende un ático', la obra de teatro que está de gira por España este 2019. La protagonizan actores con capacidades diferentes que, a través de un lugar tan común para todos como las idas y venidas del amor y la amistad entre un matrimonio y sus ex, muestran que todos tenemos posibilidades de aportar algo tan distinto como valioso al mundo.
"Un escenario de teatro es como la vida y en la vida hay diversidad, el teatro es un medio para cambiar las cosas", dice Miriam Fernández, otra de las actrices protagonistas. Al final de cada pase, la obra invita a personas del público a reproducir algunas de las escenas. "Queremos conseguir que la discapacidad pase a un segundo plano y que más que integrarnos, podamos estrechar el camino para convivir".
10.000 personas se han "beneficiado" ya de este movimiento que encuentra en 'Se vende un ático' el culmen más visible de una 'revolución' que lleva por lema "Diversidad a escena" y empezó hace diez años. Fue entonces cuando la compañía de teatro Blanca Marsillach y la Fundación Repsol estrecharon manos para apadrinar en conjunto un giro copernicano de la sociedad a través de uno de los campos más fértiles para los cambios culturales.
"Es una forma importante de decir que somos personas al igual que todos", reivindica por su parte Olías. "El tener capacidades diferentes no tiene que ser un impedimento para ser un profesional, es lo que queremos demostrar con esta obra de teatro", remarca la propia Blanca Marsillach.
"No hubiera sido precursor"
El camino no fue fácil sino lento y sinuoso. Los primeros años comenzaron con obras aisladas, en distintos puntos de Madrid. Sin embargo, fruto de la evolución de un trabajo sostenido, la obra de este año ha conseguido dar el salto a distintos puntos de España, como Bilbao, Coruña, Cartagena y Tarragona
"Todo empezó con la Ley marcando un mínimo del 2% de personal con capacidades diferentes. La realidad es que fue entonces cuando empecé a estudiarlo, no hubiera sido precursor si no me empujan, pero acabamos viendo que se podía ir más allá. Ahora de hecho tenemos alrededor de un 4% en plantilla", afirma António Calçada de Sá, vicepresidente de Fundación Repsol.
"Cometimos errores en el proceso, de sensibilidad, porque vamos aprendiendo sobre la marcha. En cualquier caso, hemos descubierto que el mundo empresarial y social tienen que ir de la mano. Una empresa no será menos por ser social, pero es verdad que lo social tiene que conquistar a lo empresarial y lo empresarial, adaptarse. No es una moda, es una cosa que tiene tiempo, que cuidamos y que seguiremos cuidando".