Veinticuatro imágenes, doce fotógrafos y el museo como musa. Una nueva muestra se exhibe en la Galería baja norte del edificio Villanueva del Museo del Prado.Veinticuatro fotografías realizadas por doce fotógrafos contemporáneos que, con motivo de la celebración del Bicentenario de la institución, han sido invitados por la Fundación Amigos del Museo del Prado a mostrar su visión sobre sus colecciones.
José Manuel Ballester, Bleda y Rosa, Javier Campano, Joan Fontcuberta,Alberto García-Alix, Pierre Gonnord, Chema Madoz, Cristina de Middel, Isabel Muñoz, Aitor Ortiz, Pilar Pequeño y Javier Vallhonrat, se han inspirado en las obras que atesora el Museo, pero también en el aura que las envuelve, el edificio que las cobija y en aquellos que las contemplan.
La selección, realizada por José Calvo Serraller, aporta nuevos puntos de vista y propone una nueva mirada sobre la colección, además de mostrar que el Prado mantiene su capacidad inspiradora transcurridos dos siglos desde su inauguración.Esta iniciativa se une a las llevadas a cabo por la Fundación Amigos del Museo delPrado en 1991 y 2007, El Museo del Prado visto por 12 artistas contemporáneos y Doce artistas en el Museo del Prado. El objetivo de ambas exposiciones era mostrar el diálogo abierto que sostienen el arte contemporáneo con los estilos más clásicos.
En esta ocasión se propone algo similar, que se acentúa por la heterogeneidad del conjunto. Se trata de sensibilidades, edades y lenguajes distintos. José Manuel Ballester contrapone la sala de Las meninas, en el corazón del edificio Villanueva, con una vista del Salón de Reinos, futura ampliación del Prado. En la imagen, desaparecen todos los demás lienzos de Velázquez y permanece el de Las Meninas, en la que también elimina a sus personajes.
Bleda y Rosa crean, en cambio, una imagen palaciega del museo al encuadrar, mediante sendas puertas, los retratos ecuestres del emperador Carlos V, de Tiziano, y del cardenalinfante Fernando de Austria, de Rubens. Javier Campano realiza dos bodegones de pescado y caza a la manera antigua en el que introduce varias referencias a obras del Prado, por ejemplo, las perdices pintadas por Sánchez Cotán y los besugos de Bartolomé Montalvo, así como como una evocación íntima del fotógrafo a la cocina de su infancia..
Joan Fontcuberta fotografía dos fragmentos de la vista panorámica continua de la Galería Central del Museo del Prado que realizó Jean Laurent entre 1882 y 1883, justo para contraponer la noción de imagen física y digital. Utilizando la fotografía analógica y por medio de dobles exposiciones de partes de una misma pintura, Alberto García-Alix construye nuevos mundos dentro del propio cuadro. Chema Madoz plantea una reflexión poética sobre el concepto de museo como contenedor de la obra de arte y guardián de un canón, metáfora que construye a partir del marco de una obra construido con unas escuadras.
Isabel Muñoz se sumerge para fotografiar debajo del agua a sendos bailarines que, en su movimiento detenido; Pilar Pequeño elabora elementos de Van der Hamen, Meléndez y Zurbarán para crear sus propios bodegones y Javier Vallhonrat sitúa la cámara a ras de suelo, donde inserta fragmentos de paisajes del Prado.