La soledad, la rutina y el hastío pueden tener consecuencias impredecibles e incalculables. El cineasta francés de origen alemán Dominik Moll muestra el lado más oscuro y azaroso de algunas de ellas en el thriller Solo las bestias, una de las películas más interesantes y atractivas de esta primera parte del año, que llega este viernes a los cines, meses después de lo previsto a causa de la pandemia.
El director, recordado por películas como El monje (2011) o Harry, un amigo que os quiere (2000), firma en esta ocasión un rompecabezas con el que propone un juego al espectador, en el que la puesta en escena y la ambientación recuerda estéticamente a Fargo, de los hermanos Coen. Con un paisaje nevado en algún lugar del interior de Francia y un cadáver sin nombre ni asesino, el director atrapa al espectador desde el primer momento y consigue su atención a pesar de las piruetas narrativas que se suceden una tras otra.
Solo las bestias, basada en la novela homónima del escritor francés Colin Niel, se presentó en el Festival Internacional de Cine de Venecia en la sección "Venice Days" y estuvo nominada en los premios César del cine francés. Según ha explicado Moll en una entrevista concedida a Vozpópuli, esta adaptación respeta el "espíritu" de la novela y mantiene la "estructura" del libro, en el que cada uno de los protagonistas expone su punto de vista. Sin embargo, la película va más allá y cierra la historia en un círculo que supone un riesgo y con el que el cineasta acierta brillantemente.
Este largometraje tiene lo que cualquier espectador busca en un buen thriller: suspense, entretenimiento, giros con sorpresa, tensión en su justa medida, personajes equilibrados y creíbles con los que uno se puede identificar, que muestran algo de cada uno, esa universalidad y esa gama de grises que atraen al más desconfiado, al huir de personajes planos y caricaturizados.
Una de sus grandes herramientas es contar con grandes actores, como Valeria Bruni Tedeschi (Locas de alegría). Ella encarna a la mujer que un día aparece sin vida entre la nieve. Un policía comienza una investigación entre cinco personajes que han podido tener alguna relación con su desaparición. Lo que este agente no puede ver será aquello a lo que tendrá acceso el espectador. Junto a Bruni Tedeschi, completan el reparto Damien Bonnard y Nadia Tereszkiewicz, entre otros.
Por inverosímil que parezca esta narración, con relatos dispares y personajes antagónicos que no se complementan en apariencia, lo cierto es que Moll consigue una coherencia y un ritmo que no se atasca en ningún momento del metraje. Su propuesta es adictiva y es fácil entrar en las diferentes historias que propone, por extravagantes e inconexas que parezcan en un primer momento. Es un thriller que recurre al suspense lo justo y necesario para pasar rápidamente a asuntos universales con los que cualquiera se puede sentir identificado: un amor imposible, un deseo irrefrenable, una relación correspondida pero inalcanzable, el espejismo de una pasión y, sobre todo, la soledad.
Más allá del crimen que presenta en un primer momento, pronto deja en un lugar secundario los detalles del suceso y el misterio que rodea esta muerte para hablar del silencio de los hombres, de la frustración, del dolor y de los placeres efímeros e inconfesables a través de una historia coral.
Al igual que ocurre en la vida real, uno no sabe cuáles son las intenciones de estos personajes, algo que irá descubriendo poco a poco. Sus debilidades y deseos se presentan poco a poco y permiten descubrir que hay más allá de la "superficie" y "cuáles son sus verdaderos pensamientos". "El cine permite ver esta dinámica y esta tensión, porque puedes trabajar en los diferentes niveles de las personas", ha señalado el cineasta, que siempre busca en sus películas "el lado oscuro" de los personajes que retrata.
"Cuando dejas de tener sueños o cuando dejas de buscar, la soledad puede ser realmente peligrosa porque te lleva a la depresión o al aislamiento total"
Aunque estos personajes parten de una situación de soledad, tienen "sueños" que les mueven a escapar de sus vidas. "Cuando dejas de tener sueños o cuando dejas de buscar, la soledad puede ser realmente peligrosa porque te lleva a la depresión o al aislamiento total. Pero aquí buscan algo, quieren amor, a veces de maneras muy raras: uno proyecta su amor en un cadáver, otro en una mujer que ha conocido por internet pero que no existe, y otra en una mujer que no está interesada en ella", cuenta.
Soledad: la paradoja de internet
Solo las bestias funciona como una cadena en la que las acciones de unos influyen en las vidas de los otros, unas coincidencias que también hablan de una globalización. Sin embargo, Moll matiza que no tiene "fe" ni cree en el "destino". "Existe una paradoja: el mundo virtual te hace estar cerca, pero a la vez esconde cierta mentira. El uso que haces es importante, puede ser bueno o peligroso", reflexiona.
Aunque hay quien piensa que la esfera pública virtual puede llevar a buscar lugares de intimidad, el cineasta cree que "la necesidad de tener un jardín secreto siempre ha existido y no desaparecerá ni se agrandará con internet". No obstante, está convencido de que permite tener espacio en otros ámbitos y, por ejemplo, hace "más fácil tener una historia de amor virtual que una real". "Cuando chateas te escondes tras la pantalla, es más fácil decir cosas que no dirías a la cara a las personas, porque verías cómo reacciona. Permite que la gente se esconda al decir cosas que de ningún modo se atreverían en la vida real", señala.