Para ser el escritor más grande de la lengua castellana, da qué pensar el hecho de que la que se celebra ahora en la Biblioteca Nacional de España sea la primera gran exposición a conciencia que se dedica a su vida y su obra. El asunto no debería parecer tan sorprendente si los primeros en escribir una biografía suya fueron los ingleses o que sólo dos de cada diez españoles aseguren haber leído aunque fuese unas páginas de su obra cumbre, el Quijote. Ya lo ha dicho varias veces Andrés Trapiello: de haber vivido Miguel de Cervantes hoy, la primera edición del premio que lleva su nombre se lo habrían dado a Lope de Vega. Infortunio o desprecio a un lado, el 400 aniversario de su muerte ha servido de revulsivo para cumplir con una deuda que espera ser saldada. Días, años y siglos enteros de desidia, apilados como maravedíes, abultan los números rojos en la cuenta final de la cultura en España. Acaso por eso no hay tiempo ni monedas suficientes para enmendar el entuerto.
Existe una serie de documentos, en concreto 14 de ellos que no se habían exhibido anteriormente, entre ellos su partida de bautismo
En medio de la polémica sobre cuán poco han hecho las instituciones oficiales para honrar la memoria del autor, la Biblioteca Nacional inaugura este viernes la muestra Miguel de Cervantes: de la vida al mito (1616-2016), una iniciativa conjunta con la Acción Cultural Española (AC/E), que abre sus puertas con la inauguración oficial de los Reyes de España este viernes. En la sede de Recoletos de la institución podrán verse hasta el 22 de mayo más de 200 piezas relacionadas con la vida del escritor: documentos, libros, esculturas, fotografías, óleos y otros objetos de vital importancia y que sin embargo nunca se habían expuesto en conjunto. Incluso, existe una serie de documentos, en concreto 14 de ellos que no se habían exhibido anteriormente, entre ellos su partida de bautismo, que sólo había salido en otra ocasión de Alcalá de Henares, así como su acta de defunción extraída del Convento de las Trinitarias.
Como parte de la muestra se incluyen la casi totalidad de los autógrafos que se conservan del escritor: 11 documentos fechados entre 1582 y 1589 vinculados en su mayor parte a su vida administrativa como comisario general de abastos y recaudador de impuestos. Además, se exponen piezas sobre el Cervantes soldado y cautivo, sus primeros escritos, su obra teatral y romancista, las últimas obras impresas, su relación con otros autores y los textos vinculados a sus últimos momentos y a su acercamiento a las órdenes religiosas. A la lista de codiciados objetos se suman casi todos los retratos de Cervantes que desde 1738 se han hecho a partir de la descripción que hace de sí mismo en las Novelas Ejemplares (1613): desde los grabados de las ediciones londinenses del Quijote hasta el retrato atribuido a Juan de Jáuregui, que sale por primera vez de la sede de la Real Academia Española.
Esta nota refiere 14 -todos ellos sugeridos por sus organizadores-, sin embargo hay mucho más. Se exhiben grabados, litografías, dibujos originales y fotografías que muestran las mil caras con las que se ha representado el personaje Miguel de Cervantes en los últimos siglos, con obras como la de Martí Ramón Durbán Bielsa, el Retrato de don Quijote, que forma parte del Quijote copiado por Pío Cabañas y continuado por Juan Sedó Peris-Mencheta, conservado en la BNE, o la de Juan Cristóbal, Cervantes, 1928, en madera dorada, pintada y estofada sobre base de madera, del Ministerio de Defensa.
Muchas de estas piezas forman parte de la colección de la BNE, que con 25.000 objetos posee la mayor recopilación documental cervantina. La razón por la cual se reúnen todos en un mismo relato museográfico es para dar cuenta de la construcción del mito de Cervantes como símbolo de la lengua española y de la propia nación. Para conseguirlo, la exposición se ordena a partir de tres ejes: la vida y la obra del autor, la evolución de la representación de Cervantes a lo largo del tiempo y, por último, la construcción del mito cervantino.
Esta última seccion comienza en tierras inglesas, el primer país en el que Cervantes fue reconocido como un maestro de la escritura y en donde se publica su primera biografía. Su presencia pública en monumentos y un recordatorio de los viajes que realizó y los lugares en los que vivió son otras de las propuestas de esta muestra. Justamente la última parte de esta sección está dedicada a la presencia pública de Cervantes en monumentos, comenzando por la estatua que se coloca en 1835 delante de las Cortes en Madrid, y culminando con el monumento a Cervantes en la Plaza de España, que se ideó en 1914, pero que solo pudo ser terminado en la década de los sesenta del siglo XX. Los planos y la maqueta de esos monumentos también se exhiben por primera vez.
La muestra cuenta además con un catálogo que recoge textos de José Manuel Lucía Megías, Carlos Reyero, José Álvarez Junco y Javier Gomá.