Hace ya veinte años que Ética para amador llegó a las estanterías para darle a los lectores más jóvenes los aperos básicos de trasunto humano. Qué significaba decidir o qué era entonces, como ahora, el divorcio, la bomba atómica, la responsabilidad.
Pero a su maestro y cicerone le asaltó la duda de cómo pensaba, qué creía, de qué forma hablaba y qué le pasaba por la cabeza a este joven sucesivo al que por generaciones el filósofo y escritor Fernando Savater ha estado instruyéndole sobre los asuntos más básicos del vivir. Fue así como surgió Ética de la urgencia, un libro que recoge cómo piensan y cuáles son los temas que ocupan la mente de muchos jóvenes y adolescentes.
“ Tuvimos varias sesiones con cuatro jóvenes, como unas cuatro mañanas completas con gente diferentes colegios”, cuenta Savater. “Se había hecho un concurso nacional de textos sobre Ética para Amador y de ahí se hizo una selección de participantes. Finalmente, fuimos a un instituto de Zaragoza, dos institutos de Madrid públicos muy diferentes, y otro un barrio más residencial, todos con la intención de que tuvieran chicos muy distintos”.
El resultado ha sido un volumen que se vale del diálogo para traer al lector las más variadas preocupaciones sobre la política, el 15-M, las nuevas tecnologías, Internet y las descargas
ilegales, los abusos de poder, las contradicciones del capitalismo, la fuerza y la debilidad de la democracia, la belleza, la muerte y la solidaridad.
-A diferencia de Ética… o Política para Amador, en este libro más que predicar, usted escucha a los jóvenes.
-En cierta forma… A lo largo de mi obra, he dedicado muchos libros a la juventud, a la reflexión sobre los valores. El año pasado se cumplieron 20 años de Ética para Amador .Muchos de los jóvenes actuales en España han leído ese libro, o crecieron con ese libro, que es muy utilizado y sigue siendo utilizado. Me pareció interesante, 20 años después, ver cómo jóvenes que lo han leído aplican las ideas que en él escribí.
-¿Con qué se encontró usted? ¿Y con qué se van a encontrar los lectores?
-Lo primero es que, como usted dice, es un libro más práctico y menos teórico. Sería un libro sobre las consecuencias prácticas, porque se trata de escuchar a los jóvenes. No es un libro escrito sino hablado. Porque los jóvenes se preocupan tal y como el resto de los ciudadanos, no viven en una burbuja infantil. Lo que sí es cierto es que reflexionan, se preocupan, se mueven a golpe de urgencias, de sentimientos, de exabruptos.
-¿Qué clase de razonamientos hay de por medio?
-Los hay, claro. Lo que me ha interesado es ver cómo los jóvenes se preocupan con cierto nivel teórico las cosas. Lo hacen desde la necesidad de sentimiento, de urgencia. Lo digo con satisfacción.
-De ahí la urgencia.
-La ética de la urgencia es para marcar ese nivel más pegado a la práctica que tiene este libro. Uno de los motivos por los que Ética para Amador ha sobrevivido es porque se ha distanciado: trata sobre necesidades humanas, no estaba ligado a ninguna pregunta del momento. En él hablé de la necesidad de reflexionar sobre nuestro mundo. En este libro, y de ahí viene la urgencia, fue más bien hablar sobre temas muy pegados a la realidad.
-¿Encontró adolescentes descreídos de la política? ¿Anticapitalistas? ¿Tuvo que contener debates o derivas anárquicas?
-(Risas) Lo que intentamos fue ir formando ciudadanos conscientes, no autómatas de la obediencia o de la contestación y del rechazo, sino ciudadanos conscientes pueden tomar su distancia lo importante. Lo importante no era llegar a una conclusión sino debatir. Por ejemplo, hablamos del hecho de que en una democracia políticos somos todos, que en los cargos hay mandados, gente elegida por nosotros para representarnos; que todos somos políticos; que no se puede criticar a los políticos sin hacer primero una autocrítica.
-¿Tiene razón Wert en algo de la educación? ¿O le falta visitar un aula de clase?
-Esa buena conexión, esa capacidad de razonamiento, el hecho de que interviniesen chicos, chicas, jóvenes de otros países, de otros lugares, generó una excelente dinámica… ahora que se habla del disparate de la educación segregada, la experiencia de este libro demuestra lo bien que funciona que ambos, chicos y chicas, intervengan en un debate; cómo enriquece que se den juntos . Parte imprescindible del aula es que ésta tiene que ser un microcosmos: gente que viene de fuera, que se ha trasladado, gente más acomodada, menos acomodada… todo esto tiene que darse en el aula, todo eso tiene que convivir en la ciudad. Eso es lo más educativo que tiene la educación.
-¿Ha envejecido Amador?
-El Amador de carne y hueso ya tiene 35, pero el eterno, al que usted se refiere, sigue como Peter Pan.