A Salamanca, luces no le faltan. En ella está emplazada la tercera universidad más antigua de Europa y en sus claustros se gestaron debates que en ultramar encontraron un continente. Pero a veces hacen falta otros focos para iluminar lo importante. Por eso, en estos días sube el voltaje. Se trata del Festival Luz y Vanguardias, un evento que ha comenzado este jueves y que hasta el domingo 18 de junio inunda los pasajes y plazas de la ciudad con casi 40 intervenciones de luz sobre los monumentos más importantes: desde su plaza Mayor hasta la universidad.
Hasta el domingo 18 de junio, el Festival inunda los pasajes y plazas de la ciudad con casi 40 intervenciones de luz sobre los monumentos más importantes
Es necesario venir, para entender cómo y de qué forma las ciudades se revelan de otra forma cuando algo más potente, o al menos inesperado, las ilumina. En esta segunda edición del festival organizado por Estudio de Comunicación, Iberdrola y el Ayuntamiento de Salamanca, un conjunto de artistas internacionales y españoles presentan propuestas artísticas que entablan diálogo con edificios de una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad y que a pesar de eso se embellece, todavía más, al recorrerla a oscuras, reinventándose en cada esquina. Quienes visiten la ciudad podrán disfrutar de estas intervenciones desde las 22:45h hasta las 2:00h. Y de ese recorrido nadie sale ileso.
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— Karina Sainz Borgo (@karinasainz) June 15, 2017
El programa de instalaciones, comisariado por Lourdes Fernández, ex directora de Arco, coloca la mirada sobre espacios emblemáticos que servirán de lienzo a la luz con las que el festival redescubre la ciudad: el Ayuntamiento, en la Plaza Mayor; la Casa de las Conchas; el convento de San Esteban o la Plaza de Anaya, junto a la Catedral Nueva. Cada espacio entraña una ocasión para disfrutar y, al mismo tiempo, hacerse preguntas sobre la forma en que nos relacionamos con el significado del espacio público.
Quienes visiten la ciudad podrán disfrutar estas intervenciones desde las 22:45h hasta las 2:00h. Y de ese recorrido nadie sale ileso
El Festival, que está concebido como un acontecimiento cultural y festivo, se divide en cuatro apartados: seis intervenciones s artísticas; la sección de concurso, con propuestas a cargo de los estudiantes (este año son casi 30; tres veces más que la primera edición del año pasado); un programa de Jóvenes Creadores y el apartado +Luz, que involucra a los principales espacios artísticos de Salamanca con propuestas estéticas y culturales que abarcan desde las opciones más alternativas hasta otras más convencionales, y que abren la puerta a una ciudad cuya belleza y peso se clarifica e impone.
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El capítulo de los artistas invitados incluye las intervenciones del mexicano Rafael Lozano-Hemmer, una instalación en el convento de San Esteban, que valiéndose de los sistemas de reconocimiento facial de seguridad produce un enorme mosaico anónimo de los rostros de los transeúntes; la de la francesa Félicie d’Estienne d’Orves, en el patio Barroco de la Universidad Pontificia, que propone una escultura con música, cuyo efecto es desasosegante y al mismo tiempo hermoso; la propuesta elegante y sencilla de los creadores franco-japoneses Nonotak Studio, así como las intervenciones de los artistas españoles José María Cruz Novilloy Juan Gomila en el Patio de las Escuelas de la Universidad de Salamanca, que se imponen con la estructura de la poesía y el juego.
En casi todas predomina lo estético, el sobrecogedor efecto de conjunto. Es una experiencia sensible y genuina
En casi todas predomina lo estético, el sobrecogedor efecto de conjunto. Lourdes Fernández, comisaria de la muestra, ha resaltado el espíritu “site specific” de este festival. Más que ejercer una arqueología de la ciudad, se manifiestan otras cosas: el cuerpo urbano, el papel de la arquitectura y las reinterpretaciones que habitantes y visitantes hacen de ella. Encontrarse a oscuras y descubrir, de pronto, que la luz -también- propicia ciudadanía.
La segunda edición del Festival Luz y Vanguardias coincide además con la muestra Cosmos, de Miquel Barceló, cuyas piezas interrumpen la ciudad con un espíritu que convierte la experiencia en un episodio casi exagerado… de belleza. Sin duda, una electricidad recorre la ciudad. Las altas temperaturas y las ganas de encontrarse, los espacios de silencio, las fachadas iluminadas, dicen algo… Y lo hace a gritos: la necesidad de sentarse a pensar cómo las ciudades resignifican a quienes las contemplan y las recorren.
Encontrarse, a oscuras, embobado ante el haz potente de una luz que viene de otro tiempo
Algo se mueve debajo del Festival Luz y Vanguardias: una vocación afirmativa, más visual y sensitiva que discursiva y que sin embargo inunda todavía con más luz las que ya existían en las calles de esta ciudad en la que Unamuno plantó cara a Millán Astray. El saludo a estas iniciativas siempre entraña el optimismo, pero hay algo más en el recorrido que ofrecen estos cuatro días: la capacidad de recogimiento que ofrecen las ciudades cuando se les observa desde otra perspectiva. El voltaje del corazón electrificando lo pasajero, lo efímero. Encontrarse, a oscuras, embobado ante el haz potente de una luz que viene de otro tiempo. A Salamanca, luces no le faltan. Pero estas, las del Festival Luz y Vanguardias, obran otro milagro: recordar la belleza que se oculta en el oscuro vertedero de la costumbre.