Seguramente a muchos no les suene el nombre, pero el argentino Marcelo Gullo es un clásico de la batalla cultural entre hispanistas y neoindigenistas, donde ejerce de defensor del bando de España. El pasado jueves, Alberto Nuñez Feijóo anunció de iba a enviar al presidente saliente López Obrador el libro Nada por lo que pedir perdón: la importancia del legado español frente a las atrocidades cometidas por los enemigos de España (2024, Espasa). Obrador ya conoce las tesis de Gullo: en 2021, cuando se conmemoran los 500 años de la caída de Tenochtitlán, lanzó una diatriba contra el estudioso al que calificó de “escritor pro-monárquico de nuestro continente”. El mexicano replicaba indignado a la afirmación del argentino de que “España no conquistó a América, sino que España liberó a América, pues Hernán Cortés aglutinó a 110 naciones mexicanas que vivían oprimidas por la tiranía antropófaga de los aztecas y que lucharon con él", destacaba.
Hace casi tres años, el politólogo Yesurún Moreno entrevistó extensamente a Gullo para la sección de Cultura de Vozpópuli. Sus posiciones no pueden ser más claras: “Lo que no se le perdona a España es haber llevado el catolicismo a América. Y esto es fundamental de entender, porque del ecosistema calvinista va a surgir un modo de ver el mundo, una cosmovisión, una forma de concebir el mundo basada en el utilitarismo. Es decir, ‘es bueno lo que es útil’ y ¿qué es útil? Es útil lo que me hace ganar dinero. Ergo, es bueno aquello que me hace ganar dinero, por eso el tiempo es oro en esta concepción utilitarista. Este utilitarismo permite tanto el desarrollo del imperialismo británico como del capitalismo salvaje. Y, claro, esa concepción utilitarista encuentra una muralla en el pensamiento católico que dice: ‘no es bueno lo que es útil para ganar dinero’, sino que es bueno aquello que manda la moral, los valores. Entonces, esa concepción católica tenía que ser destruida, vencida por Inglaterra para poder instaurar en el mundo el imperialismo británico y el modo de producción que ese imperialismo ha impuesto que es el capitalismo salvaje. El catolicismo tenía que ser derrotado”, explicaba.
Moreno señaló entonces que “no por casualidad desde el pensamiento católico se habla de la ‘usura’ mientras la banca germina en el resto de los países protestantes, desde Inglaterra a Países Bajos”. Gullo se mostró cien por cien de acuerdo: “Usted ha dado ahora mismo la clave. El imperialismo inglés lleva su lucha contra España y el catolicismo, aliado de la oligarquía financiera internacional. Y aliado con la oligarquía financiera internacional se propone derribar esa muralla a la usura internacional que es el catolicismo. Esta oligarquía necesitó siempre de un Estado como punta de lanza para poder llevar a cabo su arquetipo. Primero se alió con Inglaterra y después, sobre todo, a partir de 1911 cuando Wilson crea la Reserva Federal se alió con los Estados Unidos. Ahora, después de la revolución científico-tecnológica y de la caída del Muro de Berlín esta oligarquía financiera internacional adquiere tal autonomía política que ya puede prescindir de los Estados. Entonces, ya ahora incluso el Estado británico y el Estado norteamericano que eran sus aliados naturales le molestan y emprende también una campaña de demolición contra aquellos Estados que fueron aliados. Es decir, esto comprueba que nadie puede acostarse con Drácula y querer amanecer a salvo. Roma no paga traidores”, sentenciaba.
Hispanidad fraternal
Gullo presentaba entonces su ensayo Madre Patria: Desmontando la Leyenda Negra desde Bartolomé de las Casa hasta el separatismo catalán (2021, Espasa). Se sumaba a una corriente de intelectuales dispuestos a defender el legado de España en la Historia, donde destacan las superventas María Elvira Roca Barea, discípulos de Gustavo Bueno como Iván Vélez y Santiago Armesilla y cineastas como José Luis López-Linares, responsable de los documentales España, la primera globalización (2021) e Hispanoamérica, canto de vida y esperanza (2024). Gran parte de los colegios, institutos y universidades españolas pasan de puntillas por la Conquista para no herir susceptibilidades de familias progresistas. Los medios públicos, hasta ahora, también prefieren evitar este asunto, pero en los últimos años hubo un despertar nacional que se resigna a aceptar mansamente el menosprecio a ese periodo de nuestra historia.
El pueblo acompañó la decisión de Isabel de que los territorios conquistados no fueran esclavos, sino virreinatos en pie de igualdad
El 10 de octubre de 2002, Gullo pronunció una conferencia en la Fundación Rafael del Pino donde destacó que fue la dureza de la Reconquista lo que sembró en el ejército español un fuerte vínculo de fraternidad con sus clases dirigentes: “España era distinta. Y era distinta porque había sido forjada en 700 años de lucha contra el imperialismo más cruel que ha conocido la historia y que le había arrebatado su territorio. En esas noches, encerrados en una pequeña fortaleza castellana en la llanura, en cualquier momento podía llegar el enemigo. Entonces eran lo mismo el señor, el siervo y el que trabajaba cuidando el ganado y herrando las mulas o los caballos. En la lucha todos estaban igualados porque todos tenían que defenderse unos a otros. Todos eran valientes y generosos. Entonces ese pueblo acompañó la decisión de Isabel de que los territorios conquistados no fueran esclavos, sino virreinatos en pie de igualdad. Más allá de los errores y de los abusos, porque si no España sería un pueblo de ángeles cuando es un pueblo de hombres, con virtudes y con defectos, España no tiene nada por lo que pedir perdón”, defendía.
A muchos les puede parecer extraño que un argentino venga a explicarnos la historia de nuestro país, pero Gullo suena siempre genuinamente impresionado por el legado hispano. “Hay un hecho insólito en la historia de la humanidad: ese hecho insólito es que por primera vez un reino, una potencia que ha emprendido una conquista la detiene para ver si tiene derechos o no hacia la conquista. Esto fue la primera vez que se produjo en la Historia y la última. Lo que habla de que independientemente de los hechos negativos que se puedan haber producido, la intencionalidad queda a las claras que no era una intencionalidad imperialista”, celebra.