Ni Hitler estaba loco ni lo estaba ninguno de los principales ministros. El número dos y jefe de la Luftwaffe, Hermman Goering; el ministro de propaganda Joseph Goebbels; el líder de las SS y máximo organizador del Holocausto Heinrich Himmler y todos los principales jerarcas del nazismo hubieran sido considerados aptos para someterse a un juicio.
Los histriónicos gritos y aspavientos de Hitler en sus discursos en los que hoy se busca alguna patología mental no era más que un medio de expresión muy eficaz en un momento idóneo para los discursos públicos. Lo más grave, sus decisiones políticas que provocaron la Segunda Guerra Mundial y un genocidio con millones de asesinados tampoco obedecieron a ningún desajuste mental. “Concebir a esas personas como esencialmente depravadas,desviadas o degeneradas las sitúa fuera de los límites de la humanidad normal y corriente; por lo tanto sirve de exculpación para todos los demás, para todos nosotros, pasados, presentes y futuros”, señala Richard J. Evans en Gente de Hitler, un compendio de breves biografías que borra algunos de los mitos más extendidos sobre los principales nombres de la Alemania nazi. Que fueran personas normales que jugaban, reían, disfrutaban con sus amigos, se enamoraban y querían a sus mascotas provoca mayor terror al repasar sus actos. La humanización los deshumaniza aún más.
Uno de los mayores expertos en el nazismo, autor de la monumental trilogía sobre el Tercer Reich, acaba de publicar en español esta obra que además de recorrer la vida de mujeres como Leni Riefenstahl, Ilse Koch o Irma Grese, analiza y desmiente algunas de las ideas asentadas sobre el nivel de aceptación de Hitler y el nazismo en el pueblo alemán. El pueblo nunca le apoyó de manera masiva y en elecciones democráticas libres nunca superó el 37% de los votos, y todo el aparato mediático de Goebbels nunca llegó a convencer al alemán de a pie de la conveniencia de la guerra. Durante su visita a Madrid, Evans atiende a Vozpópuli en una entrevista.
P. ¿Por qué ha habido tanta tendencia a calificar a Hitler como un loco?
R. Mucha gente siente la necesidad de distanciarse de Hitler y de los nazis convirtiéndoles en psicópatas. Así es más fácil lidiar con ellos, porque sentimos que ellos no son como nosotros.
P. ¿Hubo alguien que le llevara abiertamente la contraria?
R. Hermann Göring quien a veces sentía que Hitler no tomaba las decisiones con suficiente rapidez, a veces Hitler dudaba en una crisis y Göring siempre le empujaba. Pero esto no era una contradicción directa, pero no fue hasta el final del todo que Himmler y Göring intentaron salvarse a sí mismos intentando buscar algún tipo de paz con los aliados.
P. ¿Fue Göring al que más respetó?
R. No del todo, se burlaba de él de vez en cuando, por ejemplo cuando Göring engordó mucho. Hitler perdió su fe durante la guerra, porque como líder de la fuerza aérea alemana fracasó al defender las ciudades alemanas del bombardeo de los aliados. Y fracasó al intentar de mantener la Luftwaffe como un instrumento realmente eficaz de la guerra.
P. ¿Goebbels era un genio de la propaganda?
R. Goebbels desde luego es un hombre despiadado y ambicioso y por supuesto bajo su mando tenía todas las instrumentos del Estado posible al alcance de la mano y tenía todo tipo de tácticas de propaganda que él empleaba de manera despiadada como antes y después de la toma de poder. Pero hay que descifrar cómo de efectiva fue esa propaganda. Fue más efectiva cuando tenía algún tipo de relación con la verdad, tenía un mejor efecto incluso cuando esa verdad estaba distorsionada y cuando no desafiaba las creencias de la gente de manera directa.
Creo que sí que tuvo éxito a la hora de convencer a la gente en Alemania de que había un "problema judío" en el 1939, incluso en alguna parte de la población que no era antisemita. También tuvo éxito a la hora de convencer a la gente de que Hitler había resuelto la crisis económica existente en Alemania desarrollada durante la depresión. Pero no tuvo éxito en la en la campaña de propaganda en contra de la Iglesia Católica por ejemplo, ni tampoco logró convencer a la gente de que la guerra era algo bueno. Todo el aparato, desde el sistema educativo a los medios de comunicación desde 1933 tenían el objetivo de convencer a los alemanes de considerar la guerra como algo glorioso, pero no lo consiguieron en ese aspecto. El corresponsal estadounidense William L. Shirer estaba en Berlín en 1939, porque EEUU todavía no estaba en guerra contra Alemania, y salió a las calles buscando esas masas enfurecidas que en 1914 aclamaron el inicio de la Primera Guerra Mundial, pero no lo encontró, solo encontró aprensión.
P. Dada su posición como como principal organizador de Holocausto, impresiona ver que Himmler, el líder de las SS, no viviera obsesionado con el peligro antisemita y que apenas utilizara expresiones antisemitas.
R. Sí, el era el policía del régimen en cierto modo, y su obsesión verdadera era la de perseguir a los homosexuales, pero tenía muchas otras idiosincracias o peculiaridades propias. Cuando tuvo el poder total sobre las SS dio órdenes muy detalladas acerca de lo que los hombres de las SS tenían que hacer o no. Si te fijas en su discurso de la guerra, les dijo a los hombres de las SS, y muy abiertamente en realidad, que ellos tenían que disparar a miles y a miles de judíos incluso mujeres y niños. Himmler esto no lo veía más allá que una necesidad histórica. Lo veía algo necesario para preservar la raza alemana. Pero no era un antisemita obsesivo como lo era por ejemplo Rosenberg.
P. ¿Cuánta autonomía tenían estos personajes de segunda línea?
R. Ellos tenían que trabajar dentro del marco político e ideológico marcado por Hitler, y este se aseguraba de que subordinados más cercanos inmediatos fueran incondicionalmente leales. Él dijo que Ribbentrop, su ministro de exteriores, fue nombrado porque hacía todo lo que él quería. Y Himmler fue descrito por Hitler como el 'Heinrich leal'. Así que por supuesto en ciertos detalles tenían cierta autonomía pero en general era Hitler en el que conducía el sistema.
P. Muchos de estos hombres de la segunda línea se odiaban y sentían celos, Hitler promovía esta rivalidad...
R. Sí, desde luego que sí. A veces hasta elegía a dos o tres hombres para que hicieran un trabajo muy similar o el mismo trabajo incluso. Él creía que las luchas entre ellos contribuía a una ganancia mayor, un acercamiento al poder más bestial y despiadado. De manera que el Reich no era una máquina que operaba de manera suave, sino que era más bien un caos de individuos que competían entre sí por posiciones.
P. ¿Es incuestionable que la inmensa mayoría de los alemanes sabían que se estaban asesinando a los judíos de forma masiva?
R. Sí, porque los soldados en el frente oriental volvían a sus casas cuando tenían permisos y contaban lo que habían visto. Había informes de los gobiernos locales sobre las deportaciones de los judíos en las plazas de los pueblos y les mandaban al este para para matarlos. La gente veía esas cosas y hablaba sobre ello. Sabemos por los diarios y por las cartas también que esto era un hecho conocido ya al principio de 1942. Era lo que podríamos llamar un secreto abierto, un secreto a voces. El régimen decía que la gente no debía hablar sobre Auschwitz y lugares así, pero la gente lo sabía.
P. ¿Bajo las condiciones adecuadas cualquier persona se puede convertir en un perpetrador, en uno de aquellos 'hombres grises'?
R. No creo que sea exactamente así, había circunstancias históricas específicas en los años 20 y 30 que permitieron o facilitaron que estos hombres y estas mujeres se convirtieran en perpetradores. En su libro [Aquellos hombres grises. El Batallón 101 y la Solución Final en Polonia] Christopher Browning intentó argumentar que cualquier hombre que esté bajo el las presiones de la guerra, de la cámaradería y la necesidad de no decepcionar a sus camaradas, en cualquier lugar, se podría convertir en un perpetrador nazi. Los hombres que él estudió eran un batallón de policía en el frente oriental que dispararon a una gran cantidad de judíos, pero estos hombres eran voluntarios nazis seleccionados cuidadosamente por la policía nazi, que eran parte de las SS, e incluso así algunos de ellos se negaron a tomar parte en este asesinato masivo. Creo que esto no podía haber pasado en cualquier país.
P. El autoritarismo está avanzando en todo el mundo, ¿Qué pueden hacer las democracias liberales para hacerle frente?
R. En primer lugar, creo que tenemos que preservar la independencia de la prensa. Luego los principales partidos políticos no deberían colaborar con extremistas y con líderes autoritarios. Ese ha sido lo que han hecho mal los republicanos en Estados Unidos, pero por otro lado los partidos principales en Alemania por ejemplo sí se están negando a colaborar con Alternativa para Alemania, el movimiento de extrema derecha. Creo que es importante contar, la verdad y compartir y combatir la mentira, lo cual suena sencillo, pero por supuesto es difícil es una tarea compleja.
P. Usted dice que es un error llamar fascista a Trump, ¿cómo lo definiría?
R. Es un populista americano como Huey Long, y es un político de extremaderecha antidemocrático. Pero no es un hombre de la guerra, no es un militarista como los fascistas lo eran, y eso es una gran diferencia.
P. ¿El nuevo Twitter de Elon Musk tiene algo de la radio de Goebbels?
R. No mucho porque Goebbels tenía el control total sobre la propaganda de la radio, mientras Elon Musk ha abierto Twitter a la extrema derecha, pero no tiene el control absoluto.
rfaciaben
12/11/2024 03:30
Lo leí en un libro sobre el ascenso del Partido Nazi. Los mítines eran de pago, se cobraba entrada y se analizaba lo que le gustaba a los asistentes y se trabajaba sobre estos temas, sobre los oradores más exitosos, las frases que más entusiasmaban, etc. Eso lo hacían todos los partidos, no obstante, incluso en la España de esa época. Pero es muy interesante porque es un anticipo de las redes sociales que han moldeado la política en los últimos 25 años. También es muy interesante la infiltración de la élite nazi en las élites sociales, mayoritariamente judías en fiestas y saraos. Suena muy familiar.
zapador
12/11/2024 08:54
Menudo experto de pacotilla. Hitler era un psicópata puro de libro. Un psicópata NO es un loco, no es un enfermo mental, es un enfermo moral y, en consecuencia, es imputable.