La garra nazi que estranguló el continente comenzaba a replegarse sobre el Reich alemán tras las derrotas en el este y la invasión aliada en las playas francesas de Normandía. La liberación de París de agosto de 1944 había llevado la firma española con 'La Nueve', compañía formada por exiliados republicanos. Los vítores parisinos a las tanquetas Guadalajara o Teruel insuflaban ánimo a la resistencia republicana española que soñaba con poder liberar también su propio país. Estos exiliados respiraban tal aire triunfal que les hizo emborracharse de optimismo y planificar una invasión a través de los Pirineos para derrocar a Franco.
España se encontraba destrozada por la guerra, arruinada y aislada del mundo. En el lustro inmediatamente posterior a la contienda, el país vivía años de hambre, cartillas de racionamiento, y una represión política que dejó miles de ejecuciones y detenidos en cárceles o campos de concentración. Muchos de estos represaliados decidieron echarse al monte, y se convirtieron en una reducida disidencia del régimen.
Durante los primeros años, el franquismo minimizó este movimiento considerándolo acciones de bandolerismo, pero los que empezaron como "huidos" y delincuentes comunes acabarían siendo designados a mitad de los cuarenta como maquis. Este movimiento de resistencia armada tuvo una identificación política inequívoca que supuso un quebradero de cabeza a los responsables del orden público franquistas como señala Julián Chaves en ‘Historia del maquis’ (Ático de los libros) en la que analiza la historia de esta guerrilla antifranquista. El término maquis, provenía de un galicismo derivado del corso ‘macchia’ (bosque de matorral y monte bajo), que en francés 'maquisards' designaba a los guerrilleros de la resistencia francesa durante la II Guerra Mundial.
Toma del Valle de Arán
Los guerrilleros republicanos que habían combatido contra los alemanes en suelo francés estaban convencidos de que su intento de entrar por el norte de España podría vincularse a las operaciones de los aliados en la contienda mundial. Según sus cálculos, las potencias aliadas, que estaban a punto de vencer, observarían a Franco como un rival más a abatir como Hitler y Mussolini. Los planes consistían en ocupar una pequeña franja del territorio pirenaico, nombrar un Gobierno provisional y esperar una insurrección nacional que iniciara la reconquista de España, como explica Chaves en su obra.
Con Francia liberada y con España siempre en su mente, estas guerrillas vertebradas por la comunista Agrupación de Guerrilleros Españoles (AGE) y liderada por Jesús Monzón, descendieron hasta los Pirineos para ejecutar la “Operación Reconquista de España”. Dicha intervención se asentaba en una mala planificación y una injustificada confianza en un levantamiento antifranquista en España. A pesar de que durante el verano varios emisarios comprobaron la nula voluntad de participación de los españoles, la operación siguió adelante. Al previsible desastre se le sumó el anuncio de la operación a través de la propaganda del movimiento, que llegó fácilmente a oídos del régimen franquista.
Franco reforzó la zona pirenaica con 50.000 hombres del Ejército, la Guardia Civil, la Policía Armada, falangistas y requetés. Enfrente, los más de 4.000 guerrilleros que entraron principalmente por el Valle de Arán (Lérida), aunque también hubo incursiones en el Valle del Roncal (Navarra) y en varios pasos oscenses.
La operación comenzó el 3 de octubre de 1944, y dos semanas más tarde tuvo lugar el principal ataque en el Valle de Arán, dirigido por el coronel Vicente López Tovar. El comienzo fue exitoso con la conquista de algunas localidades donde tomaron a varios guardias civiles y policías como rehenes. Pero en esas primeras horas murió la operación con la contundente respuesta de las unidades franquistas. El día 27 de octubre, diez días después del inicio de la operación en el Valle de Arán, se dio la orden de retirada en el bando guerrillero.
Nos dijo que éramos la salvación de la patria, que los españoles estaban hartos del fascismo y que nos recibirían como héroesRelato de un guerrillero
El relato de César Rodríguez, un veinteañero que participó en la operación resume el amateurismo y la ingenuidad de la operación:
"Una mañana nos reunió un oficial para hablarnos de la Operación Reconquista. Nos dijo que éramos la salvación de la patria, que los españoles estaban hartos del fascismo y que nos recibirían como héroes. Aquella arenga nos llegó al alma. Ahora lo pienso y me río. No es que no nos negáramos, ¡es que no hicimos una pregunta! Mandaban la brigada dos hermanos muy valientes pero sin idea de tácticas militares. Recibimos una ametralladora de las que los americanos lanzaban en paracaídas y dos cintas de balas. Eso eran cinco minutos de disparos: 300 segundos de munición para reconquistar España".
El balance fueron 77 muertes repartidas en 27 guerrilleros, 36 miembros de la fuerza franquista y cuatro civiles. Este rotundo fracaso también supuso la defenestración y purga dentro del PCE de Jesús Monzón y sus hombres afines, destituidos por cuadros cercanos a un Santiago Carrillo de 29 años, que según sus memorias fue el encargado de dar la orden de retirada.