Cultura

J.L. Martín: “Umbral era un gilipollas integral”

El historietista publica sus vivencias en 'Desmemorias de una revista satírica'

  • El dibujante J. L. Martín

Los supervivientes de aquellos 70 cómicos, impregnados de aquel papel y tinta que dibujó la transición, son pocos:  J.L. Martín (Barcelona, 1953) es uno de ellos y ahora nos trae sus vivencias en el tierno libro Desmemorias de una revista satírica (Cúpula, 2023); una de las más nobles crónicas de un tiempo donde ser “progre” tenía más riesgo que recibir el óbolo del partido gobernante.

Pregunta: ¿Cómo pasa un empleado de banco a ser dibujante? Tienes el perfil más curioso, menos punki, de la mayoría de redactores de 'El Jueves'…

Respuesta: Yo soy muy poco punki, ya te lo digo ahora (risas). ¿Cómo pasa? Bueno, yo por clase social veía el banco como una buena opción laboral en el año 68 y si seguías tenías incluso el 100% de posibilidades que te ibas a jubilar. De niño, al mismo tiempo, cuando me preguntaban que quería ser de mayor yo siempre decía que quería ser Walt Disney. Luego, en la adolescencia, pues descubrí a Ibáñez, Pulgarcitos, DDT y Tío Vivos. Y luego ya, cuando tomo conciencia política, mi ídolo a los 18 era Jaume Perich.

P: De hecho, tu humor es blancuzco: podrías haber sido firma Bruguera de haber querido.

R: Me interesa mucho más el humor costumbrista que el humor de actualidad política. Admiro mucho a los anglosajones: 'The New Yorker'.

P: Cuéntame cómo eran los 70 para las revistas de humor, parece una edad de oro. ¿Os llegaban a Barcelona todas las publicaciones cómicas francesas?

R: A principios de los 70 estamos en el final de la dictadura. Existe la sensación, más o menos ingenua, de que aquello no puede durar y el humor es pionero porque tiene más posibilidades de decir cosas sin acabarlas de decir.

P: Borges decía a Bioy Casares que la censura podía ser positiva y agudizar el ingenio ¿Crees que es cierto en el caso de Perich o algún otro?

R: Sí, porque se intentaban decir muchas cosas que el juez no te podía acusar de haberlas dicho. Había muchas con doble sentido: eso fue un juego muy sutil e interesante. A veces, incluso, excesivo porque la gente leía cosas que el humorista no había dicho.

P: ¿No sucede un cambio en esta época de la importancia de las cabeceras a las firmas? Es decir, más que 'Hermano Lobo' o 'Por Favor' se compra a “Forges”, Perich o Vázquez Montalbán

R: Sí, pero Hermano Lobo tiene la virtud de reunir a esta gente como luego 'Por Favor' a otra. Es decir, al final la cabecera era clave porque el lector sabía que ahí iba a encontrar una lectura muy interesante.

P: Pero muchas de esas cabeceras desaparecerían al irse algunas de estas grandes firmas…

R: Entonces empieza a aparecer una figura que es el dibujante o humorista estrella. Es decir, el Por Favor se construye fichando a Perich, a Vázquez Montalbán y a “Forges”. Eso nunca había sucedido y nunca ha vuelto a suceder.

P: Tu perfil irónico de Montalbán, comunista disfrutón, es una gema para los historiadores ¿No veía la hipocresía de tener una tarjeta de crédito americana?

R: Yo vengo de un mundo de clase baja, de la universidad, que era una izquierda muy sectaria: si los ricos eran de derechas, los pobres entonces eran de izquierda. Así, cuando conozco a la “gauche divine” de Barcelona me dejan todos perplejo. En Por Favor descubrí como vivía esta gente: todos ellos iban a Bocaccio por las noches y yo venía de un mundo en el que te tienes que levantar a las seis y media para ir al banco, trabajar ocho horas y luego ibas a la universidad de noche (la de los obreros). Todos tenían ya residencias, podían irse a París al Hotel Jorge V a comer foie y beber champán, y vivían como muy ricos. Vázquez Montalbán tenía un Volvo enorme que era el mismo coche que Fraga Iribarne.

P: Háblame del dibujante “Ivà”; personaje tan talentoso como difícil en el trato por lo que cuentas. Es un tipo fascinante y que murió relativamente joven

R: Con 52 en un accidente de coche. Para mí era el genio más grande que ha pasado en mi vida.

Creo que intuimos muy bien que la política tenía importancia fundamental en la Transición y que luego del golpe de estado no preocupaba tanto
Pregunta: Fue uno de los más valerosos contra la dictadura: llegaba a comparar en un diálogo la dictadura soviética con la franquista en el 73 en El Papus.

Respuesta: Era un kamikaze. Él tenía una teoría: “mira J.L., nuestro trabajo consiste en ir en un alambre haciendo equilibrios”. Era, también, un narrador de historias fantástico: cuando venía a la redacción te explicaba sus vacaciones en Formentera y te partías de la risa sin nada de política.

P: ¿Cuándo muere el humor críptico, intelectual, de la transición? ¿Con El Papus? ¿Vendía tanto como decía Óscar Nebreda?

R: El Papus vendió mucho: llegó a mover 200.000 ejemplares en los años 74 y 75.

P: Lo cual es curioso porque carecía de prestigio: vendía mucho menos la mitificada Hermano Lobo. “Papus…” Conectó con una clase media, media-baja, ajena al humor progre intelectual…

R: Y si me apuras, ni tan media y media-baja. Yo lo descubrí en El Jueves cuando ya llevaba bastantes años de editor. Tenía un amigo que era un alto funcionario de la Generalitat: el típico que se presentaba a casa en domingo con corbata a comer (risas). Un día me dijo: “mira, yo estoy todo el puto día de ocho a nueve siguiendo normas y a las doce de la noche cuando estoy en mi sillón preferido quiero ser gamberro un rato. Y entonces soy más gamberro con el `El Víbora´ que con `El Jueves´” (risas).

P: Un matiz: también hay que decir que gran parte de las ventas del “Papus…” era por los desnudos, seamos honestos…

R: Sí, por supuesto. Bueno, ellos captan -como hizo también Interviú- qué quería el país. Este quería crítica política porque no la habían podido tener durante 40 años y quería también ver tetas.

P: ¿No te parece que 'El Jueves' es un poco “el tapado” de estas revistas en los años 70? Es más, un grupo de amigos que deciden editar algo barato, de calidad y sostenible. La comparación con el dinero invertido en Por favor es reseñable…

R: Creo que la gran diferencia que apunto en el libro es que me obsesiono con el lector, lo quiero contento. Y lo que siempre había visto en este tipo de revistas, precisamente porque estaban hechas por estrellas, es que tenían esto de mirar por encima del hombro.

P: ¿De quién es la idea de crear un “Pulgarcito para adultos”? Es genial y a nadie de vuestra competencia se le ocurrió

R: Eso me lo dice José Hilario (editor y una persona genial) que había hecho Barrabás, Por favor e Interviú. Es verdad que es un gran diferenciador el hecho de que haya personajes fijos, que era la característica de El Pulgarcito y creaba fidelidad. Si un lector veía el tema de portada y no le interesaba en cambio podía leer a Martínez de Facha, Dios mío o al Cojonciano…

P: ¿Se puede decir que El Jueves marca el paso decisivo del texto a las viñetas? Creo que es clave en el éxito que hacéis protagonistas a los dibujantes

R: Los textos a nosotros nos sobraban todos. Había mucha costumbre de ponerlos, pero yo estaba convencido de que aquello no funcionaba (al lector le sobraban). Poníamos el mínimo posible para que no se dijera, un editorial y poca cosa más.

P: Dices que el Grupo Zeta os consolidó en los 70, pero luego os quería vender por los problemas que dabais ¿Era una relación ambivalente?

R: No, fue una “no relación” (risas). Quiero decir, Zeta nos compra en el 77 siendo una ventaja para nosotros porque había publicidad en todas las revistas. Nos coloca en 70.000 ejemplares y eso ya es un negocio para una redacción que era muy modesta. Luego, Asensio quiere dar el salto a Madrid y le aconsejan que para darlo tiene que desprenderse de cabeceras difíciles como Lib o El Jueves. Era un momento muy jodido: a principios de los 80 hay una crisis que es brutal y todavía vendimos 45.000 ejemplares, que fue el punto más peligroso.

P: ¿Cómo era vuestra relación con Francisco Umbral como columnista? ¿Contactaba con vosotros? Leyendo textos de la revista me parece un poco tirante

R: Sí, bueno, es que además me parecía un gilipollas integral; inadecuado para El Jueves. Sabes que Zeta nos hacía publicar sus estrellas: a nosotros nos tocó Antonio Álvarez Solís y el Umbral. Para mí este último era la antítesis de lo que era la revista: queríamos estar muy cerca de la gente y Umbral actuaba como un Dios que te miraba desde allá arriba. Además, intentaba escandalizar tocando teclas que a nosotros no nos gustaban: su sección se llamaba “Daros por violadas chorbas”. En el primer número de septiembre del 82, ya sin Zeta, le dijimos, “oye, chico, no te podemos pagar lo que se te pagaba. Cómo lo lamentamos” (risas).

P: ¿Cómo pudisteis sobrevivir económicamente en los 80 y pagar la deuda a Asensio? Es decir, sois dignos de diploma en cualquier Facultad de Economía. Nadie lo logró…

R: Conseguí un trato muy bueno: nos cobraban un porcentaje de la venta. Les dije: “mira, esto para vosotros vale cero. Nosotros lo compramos, pero no tenemos dinero”. Además, luego nos hicieron un contrato leonino porque tirábamos en su imprenta con lo cual nos tenían totalmente controlados. Yo ya pensaba en el septiembre del 85 como el día de la independencia ya que podría comprar el papel por mi cuenta.

P: ¿Son “Kim” y “Gin” los autores clave del primer “Jueves…”? Surgen casi de la nada y crean toda su estética de caricaturas y fachas enfadados

R: Yo creo que la revista es un puzle de muchas piezas y cada pieza gustaba a unos u otros. Nunca dependió de un nombre y se nota además porque, coño, se muere “Ivà” y El Jueves sigue, además de los fallecimientos de Perich o “Gin”. Más aún, en 2014 se va a la mitad de la plantilla y sigue todavía. El Jueves es más bien una garantía de contenido, aunque varíen los dibujantes.

P: ¿Cómo leería una feminista de hoy al “Profesor Cojonciano” de Óscar Nebreda? Quizá sea la sección que más ha envejecido

R: Ha envejecido, claro: en el año 2007 o 2008 recuerdo que propuse hacer un extra con dibujos que ya no se podrían publicar. Empecé a repasar la colección y me quedé horrorizado. Habríamos acabado con la reputación de algunos que dibujaban señoras maltratadas diciendo que eran unas histéricas y cosas así.

P: ¿No fue un error no tener más colaboradoras en la revista como Núria Pompeia? Es la gran diferencia entre la prensa de humor hispana con la francesa

R: Ya estaba retirada. No había mujeres que hicieran humor gráfico: es un fenómeno que nació en Internet y hay algunas estupendas. Esto lo digo con toda seguridad porque es que las buscábamos, las queríamos. Además, en El Jueves siempre hubo una persona muy importante que empezó de secretaria y acabó como directora: Mayte Quílez. Curiosamente, teníamos un 35% de lectoras con lo que queríamos llegar a ellas.

P: Como contrapartida, se puede afirmar que sois menos misóginos que El Papus…

R: Y, además, yo odiaba esa parte en concreto: cuando me quedo solo en El Jueves del 78 lo primero que hago es quitar su imitación de “La Papunovela”…

P: Era muy rijosa…

R: Bueno, sin duda. Y tenía muchos fans, ¿eh? Nuestra parte misógina la resolvimos con “La chica del viernes”. Esta nunca entendió la gente que era una parodia…

P: ¿Os preocupabais de evitar que la política dominara la revista? Es decir, se nota que cada cierto tiempo en los 80 hay especiales temáticos, estilo La Codorniz, para evitar el hartazgo…

R: Creo que intuimos muy bien que la política tenía importancia fundamental en la transición y que luego del golpe de estado no preocupaba tanto. Fue unos de los ingredientes de esa fórmula de éxito: nosotros hablábamos de política, pero también de las televisiones privadas, de tecnología, de la ley del aborto, etc. La guerra de las galaxias, incluso, tiene un póster fantástico en 1977.

P: Noto un poco de miedo al hacer sátira de ETA en El Jueves de los 80 a los 90 ¿Os llegaron a amenazar?

R: Eso lo reconozco en el libro, porque también repasando me he dado cuenta que hay un momento ahí de confusión entre finales de los 70 e inicios de los 80. Es decir, llegaba a haber decenas de muertos de ETA en Madrid. ¿Qué coño de humor haces con un atentado con veinte muertos?

P: Sí, es casi imposible: banalizas la violencia

R: Eso es una salvajada: eso nos frenaba. A finales de los 80 ponemos chistes porque ETA sale ya con aquella capucha ridícula y una boina encima. Con aquellos grabados que había hecho la abuelita. Seguían siendo terribles, pero eran más tratables.

P: Tengo la sensación que, a diferencia de “Forges”, Perich colaboraba con vosotros un poco a regañadientes, ¿Me equivoco? Parece una colaboración con pana mientras que toda la revista viste chupa de cuero

R: Sí, pero nuestra admiración a Perich era superior. Hay un problema muy gordo: en algunas profesiones si tienes una época tan brutalmente popular luego el resto de tu vida no es lo mismo. Y Perich del 70 al 75 es una persona que triunfa socialmente, que se lo rifan, y en cambio en su etapa de El Jueves solo hacía ya una cosita en TV3. También le pasó a “Chumy Chúmez”…

P: Quiero que me hables de Monteys y Fontdevila, ¿Cuánta importancia tienen en la publicación en los 2000? Hay revistas que son solo suyas, eran estajanovistas del humor costumbrista

R: Tras la muerte de “Ivà”, yo me hago cargo otra vez de la revista y me doy cuenta que está en una decadencia. Se tenía que renovar: pienso que se deben ampliar los colaboradores y sobre todo el consejo de redacción. Y ahí meto a Albert Monteys y Manel Fontdevila: eran los jóvenes (Monteys tenía 24 años). Nosotros éramos ya gente establecida -hipoteca pagada, niños y vacaciones- y entendí que había que renovarse con gente un poco más gamberra. Fue un acierto total: Fontdevila y Monteys son unos monstruos, buenísimos, y les hicimos trabajar todo lo que pudimos (risas).

P: ¿Quién decidía las series más innovadoras en lo visual?

R: No queríamos decir a nadie “lo tuyo no funciona” como editores y se resolvió el problema aumentando páginas: pasamos de 24 a 78 ya en los 90. Esto era un pulmón para meter más gente y Monteys y Fontdevila conocían a muchos y eran sus valedores.

P: ¿Es Pedro Vera el último dibujante castizo?

R: Claro, Pedro Vera ya tiene una edad (risas),

P: ¡No tiene sucesores!

R: No sabría contestar, aunque saldrán dibujantes costumbristas. Lo que sí sé que es que lo último que ha hecho es buenísimo: con sus “ranciofacts” ha encontrado una mina y la explotado.

P: Son el Celtiberia Show de los 2000s. Quiero seguir con algo tan castizo como la monarquía ¿Llegasteis a recibir algún toque de la Casa Real por vuestras portadas? Sois junto a Jaime Peñafiel la única prensa crítica de importancia con la Monarquía hasta los 2000

R: A nosotros nos llamaba muchísimo el servilismo que existía con la monarquía. Mira cómo era: pretendíamos hacer una campaña de publicidad del libro Tocando los borbones con una cuña de radio locutada por Manel Fuentes con la voz del rey. Diría algo así como “esos mamones de `El Jueves´” y no fue admitida ni por la SER, ni por Canal Plus.

P: Y eran los “megaprogres”

R: Lo eran. Ahora imitar al rey lo hace todo el mundo, hasta en las fiestas de fin de curso.

P: Los grandes tabús en prensa eran ETA y la monarquía en España

R: Además, tampoco tocábamos mucho a la Corona, ya que por entonces era poco visible. Eran siempre fotos oficiales, había poco material gráfico para parodiar.

P: Intentasteis devolver a la adolescencia el viejo Mortadelo semanal con Mister K, pero ¿Ya no es posible hacer rentable una revista de tebeos para niños?

R: Lo intentamos con Mister K y te puedo jurar que perdimos una pasta. Ahora los niños tienen videojuegos, móviles, actividades extraescolares. Los niños de mi edad nos aburríamos mucho: cogías un tebeo y lo volvías a leer; te obsesionabas con ello del aburrimiento.

P: ¿Era necesario vender parte de la publicación a RBA? Viendo la evolución posterior, el “affair” de 2014, es dramático ya que comprometió la independencia…

R: Fue una venta aún muy condicionada a respetar la revista. Es decir, RBA no podía decir absolutamente nada de esta. Y eso se cumplió durante ocho años ¿Qué pasó? Pues pasó que la revista iba bajando en ventas, ya había entrado Internet, y entra en una decadencia muy bestia. Sin negocio, pierdes el respeto digamos. Yo había dejado de ser editor en 2011, también por motivos personales. Y si no se hubiera vendido a RBA la revista habría cerrado hace tiempo por la bajada de ventas.

P: La propia competencia de Fontdevila y Monteys, luego de su salida en 2014 de El Jueves, Orgullo y satisfacción duró apenas dos años y medio

R: Es que no salen los números: Orgullo y satisfacción era un producto maravilloso, pero nos hemos acostumbrado a consumir gratis. Y eso, amigo, es tremendo.

P: ¿No crees que la dirección de Guillermo Martínez-Vela sesgó demasiado la revista? El mismo “Papus…” desapareció por no tener ya al franquismo en el gobierno

R: Sí, sí, está claro. Pero el problema es que RBA en 2014 impone lo que hay que hacer, la revista acata y establece ese sesgo totalmente sectario (ahora lo están intentando rectificar). Pues no, así era la revista más aburrida del mundo y esto falta a un principio fundamental de El Jueves que era intentar criticar al poderoso, no importaba un carajo quien fuera. En mi libro cuento cómo me arrepentí de no hacer sátira de esas fotos de las ministras del gobierno de Zapatero vestidas de pieles en El Jueves: se hizo un ataque tan brutal desde la derecha a las fotos que nosotros nos cortamos ya que no podemos decir lo mismo que ellos. Ya había comenzado esta polarización…

P: ¿Hay mercado para las viejas revistas de humor? Los memes cómicos, adaptados al sesgo ideológico del usuario, han arrebatado mucho lector…

R: Claro. El gran problema es que en una revista de humor tú tienes una idea que tienes que dibujar, poner en un documento y que va a la imprenta. Ahora, a los cinco minutos, hay un montón de humor sobre el tema en Twitter y en todas las redes sociales gratis e instantáneo. Y nadie paga lo que puede conseguir gratis.

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