Cultura

Leo Harlem: "El racismo no está en Primera División, sino en los partidos de barrio"

El actor y humorista interpreta a un estricto funcionario de Hacienda en la comedia 'Como Dios manda', que se estrena esta semana

El actor y humorista Leo Harlem hace posible en su nueva película una divertida fantasía: el choque cultural entre un funcionario de Hacienda conservador y respetuoso con las tradiciones y los trabajadores del Ministerio de Igualdad en su expresión más cuqui y exagerada. Más allá de las risas, de la caricatura de los personajes y de los límites de las bromas, lo cierto es que la comedia Como Dios manda, que se estrena este viernes en los cines, viene a poner humor al tenso debate político que se vive estos días en el país con una apuesta por la convivencia.

Leo Harlem interpreta a Andrés Cuadrado, un funcionario muy estricto en su trabajo y en el resto de ámbitos de su vida privada. Tras un enfrentamiento con una compañera de trabajo, recibe una sanción y es enviado a trabajar a otro ministerio, donde se verá obligado a adaptarse a una nueva manera de ver el mundo si no quiere ser desterrado de su hábitat laboral natural de por vida.

El actor Leo Harlem ha hablado con Vozpópuli acerca de su personaje, de los detalles confesables que comparte con él, del racismo en España a raíz del caso Vinicius, de sus miedos tecnológicos y de los límites del humor en la actualidad.

Pregunta: ¿Qué tiene Andrés Cuadrado que llamará tanto la atención del espectador?

Respuesta: Es una persona que afectivamente vive en el siglo XIX. No entiende que el mundo ha evolucionado, se queda perplejo de que no sea como él quiere que sea, porque el mundo tiene que ser como Dios manda. Su mujer se quiere separar, pero él es católico, apostólico y romano. Su hija y se transforma en hijo, por lo que ya tiene dos papeletas gordas en casa, y trabaja en el Ministerio de Hacienda, donde tiene un gran valor: es un profesional íntegro, no se escaquea un minuto. Pero las circunstancias le envían al mundo exterior y sale de su sarcófago de momia y ve que el mundo ha evolucionado. Gracias al contacto con otras personas cambia y entiende que el mundo no es como él quiere, hay muchas personas y hay que ceder un poco porque si no es inviable.

P: Es una caricatura, una exageración, pero al final todos tenemos algo de esta persona. ¿Qué tiene usted?

R: La parte tecnológica. Soy un auténtico inútil digital. Cuando estábamos rodando y lees el guion en casa, pero cuando lo pones en voz y ves las cosas que dice, estas brutalidades, nos quedábamos estupefactos. Había veces que rodábamos y alucinábamos de las burradas y de las perlitas que suelta, como el momento en el que está atendiendo a una pareja de mujeres que se va a casar. Y hay gente como él en todas partes, y no solo hombres, sino mujeres que no permiten que le hagan su labor, para quienes es un desdoro que un hombre entre en la cocina. Sería curioso hacer incluso una mujer que sufra ese cambio, que también sería interesante.

"La droga más potente que ha creado el ser humano es el teléfono. A ti te puede gustar la cocaína, pero no la estás viendo cada 15 segundos", señala el actor

P: Nada de tecnología. Entonces ¿nada de smartphone?

R: No lo quiero. Es más, yo los prohibiría hasta los 18 años. El techo tecnológico es un teléfono convencional con mensajes. Nos han dañado mucho los teléfonos. Con fenómenos como el bullying en los colegios, las tentativas de los suicidios y los suicidios confirmados, ¿nadie lo asocia al móvil? Parece que está una industria que está aceptada, que pagamos un tributo que es no dormir, estar nerviosos, con una dependencia brutal. La droga más potente que ha creado el ser humano es el teléfono. A ti te puede gustar la cocaína, pero no la estás viendo cada 15 segundos. En el metro me quedo asustado, porque puedes entrar con una catana y un niño troceado que no te ven.

Leo Harlem y las redes sociales

P: ¿Y redes sociales?

R: Me las manejan, pero solo hago comunicaciones profesionales. Tengo mi opinión sobre todas las cosas, pero no me parece necesario, ya opina todo el mundo. Ahora ha habido un repunte de estos teléfonos, los Nokia de siempre, porque te regalan vida. De regalo de primera comunión se entregan smartphone de mil euros. Yo no entiendo dónde está crisis ni la emergencia de las familias.

"El problema del racismo no está en Primera División, donde hay policías y pantallas, sino en los partidos de niños, en los barrios, en las competiciones de cadetes", afirma Leo Harlem

P: Entre las perlas que suelta, hay alguna afirmación racista, justo el asunto que ha ocupado los titulares de las últimas semanas. ¿Es España racista?

R: Creo que no. Lo que sucede, como en todo, es que los colectivos pequeños son más estridentes y provocan una alarma tremenda. Pero quince desalmados que llamen mono a un futbolista, no se puede extrapolar al resto de la sociedad, porque además se da la circunstancia de que en el Real Madrid hay cuatro o cinco jugadores negros y con ellos no se meten. Ahora parece que insultar a los futbolistas es gratis. Es gravísimo lo de Vinicius, pero también lo es que a un entrenador le digan "muérete", que digan que Shakira es una "puta", que Messi es "subnormal". Pero parece que todo viene por el racismo y no creo que España lo sea en absoluto. El problema del racismo no está en primera división, donde hay policías y pantallas, sino en los partidos de niños, en los barrios, en las competiciones de cadetes. Hay que educar a niños y padres, pero no solo por Vinicius. Los campos deportivos son espacios de desconexión neuronal total donde no existe la legalidad. Yo era muy futbolero pero me he apartado.

P: En los últimos años se ha dedicado, entre otros proyectos, a rodar películas, pero lleva 20 como monologuista. En los últimos tiempos se ha debatido mucho acerca de si hay que establecer límites al humor y si los humoristas se autocensuran. ¿Cuál es su caso?

Yo me autocensuro en el presente, porque me gustaría hablar de cosas de las que no hablo. En primer lugar, porque no tengo necesidad, porque no es una idea tan acuciante. Hay temas sobre los que podría tener una opinión un poco chirriante. Hay temas suficientemente buenos para que haga humor, como las modas en la comida, o las formas de vestir, el turismo en el pueblo. Esos temas ya me dan la oportunidad de hacer mis papeles. Pero hay un problema grave. El límite del humor me parece importante, pero ¿y los límites de la tragedia? Es terrible que haya programas en los que se ve a menores drogándose en el capó de un coche y no pasa nada, nadie se siente escandalizado, pero que una persona haga un chiste más o menos afortunado eso provoca un revuelo tremendo. Estamos comiendo ruedas de molino en la tragedia, que es donde está el fondo de lo que nos lleva abajo.

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