Hicieron lo de siempre, también en la vista final del juicio: tomaron la palabra para vaciarla de significado y rellenarla con ideología. Como ya lo hicieron con los derechos, se inventaron algunas nuevas y las que ya existían las escribieron con la caligrafía medrosa de la ambigüedad. Ensancharon unas y adelgazaron otras para que en ellas cupiese todo, hasta la mentira. Diálogo, presos políticos, libertad, conflicto, república. La vieja receta de los populismos y su cucharadita de posverdad, una versión sofisticada de la propaganda de toda la vida.
Ninguno de los 12 acusados se arrepintió, al contrario: prometieron más y mejor bronca. Llamaron al diálogo al tiempo que amenazaban, mejor dicho, exigían a la Justicia que los absolviera para tener la fiesta en paz. Oriol Junqueras se vistió con la falsa sotana de la templanza y señalando con el índice a los magistrados les dijo que en sus manos quedaba “devolver la cuestión al terreno de la política”. “Aún estamos a tiempo de buscar una solución”, les sugirió Mundó. Más que un alegato jurídico, aquello parecía una negociación en una situación de rehenes.
Junqueras se vistió, una vez más, con la falsa sotana de la templanza, la misma que utilizó, junto a sus socios, para intentar romper España
Oriol Junqueras y Jordi Sánchez hablaron como las Brigadas Rojas en aquella novela de Sciascia. ¿Acabará la ley en Cataluña como el primer ministro italiano Aldo Moro? ¿Descerrajarán el balazo de secesión sobre el Estado? Escuchar ese tono de adanismo torticero y en el fondo delincuencial -“Votar a una República no puede ser delito”- hace pensar que sí. Para ir con cara de no haber roto un plato, bastante insistieron los 12 acusados en romper España, que es el motivo por el cual están ahí sentados, a la espera de una sentencia.
Como han hecho a lo largo de todos estos años en las instituciones, los independentistas levantaron una república retórica en la que determinadas expresiones, según como se usen, reinventan y refundan la realidad. ¿Se pueden violar derechos que no existen? ¿Es posible inventar un país en el que no cabe la otra mitad de sus habitantes? En la mente de estos señores sí. Por eso, esta semana, y una vez más, descalificaron al Estado y prometieron reincidir.
Palabras que enuncian una cosa y significan la contraria, palabras amontonadas, palabras y más palabras… como puños americanos
Junqueras habla de sacar el independentismo de la vía judicial y devolver el asunto a "la buena política, de donde nunca debería haber salido", mientras que el exconseller Jordi Rull, para el que la Fiscalía pide 16 años de prisión por un delito de rebelión agravado con malversación, lo dejó muy claro: “Después de nosotros vendrán más (…). No existen suficientes cárceles para encerrar el anhelo de libertad de un pueblo". Otra vez lo mismo. Palabras que enuncian una cosa y significan la contraria, palabras amontonadas, palabras, palabras y palabras… como puños americanos.