Cultura

Rajoy prefiere librar la batalla en Educación y Cultura sin novedades: repite Íñigo Méndez de Vigo

El presidente de Gobierno Mariano Rajoy ha hecho el anuncio este jueves tras reunirse con el rey Felipe VI

  • Íñigo Méndez de Vigo en una fotografía de archivo.

Mariano Rajoy no da sorpresas. Tiene por delante una batalla dura en Educación y Cultura y no introduce cambios. Íñigo Méndez de Vigo repite en la cartera y queda ratificado en el cargo para el que fue elegido en mayo de 2015 cuando Méndez de Vigo pasó de secretario de Estado de Asuntos Europeos a uno de los museos hasta ese momento más polémicos, dirigido por José Ignacio Wert, quien 

El ministerio de Educación, Cultura y Deportes continuará funcionando como unidad, a pesar de las suposiciones y conjeturas de quienes especularon con la posibilidad de una separación que devolviese a Cultura a su rango ministerial. De momento, seguirá adscrita al aparato ministerial con la categoría de Secretaría de Estado.

Exceptuando las legislaturas del Partido Popular entre los años de José María Aznar, que fusionó Educación y Cultura, al igual que Mariano Rajoy en 2011 hasta 2016, Cultura siempre tuvo un ministerio propio por el que pasaron personajes tan disísimiles como el escritor e intelectual Jorge Semprúm entre 1988 y 1991, con Felipe González, hasta otros como Pío Cabanillas -ex ministro de Información y Turismo del Franquismo-, pasando por Esperanza Aguirre o el mismísimo Mariano Rajoy, quien detentó el cargo entre 1999 y 2000.

Fue precisamente José Luis Rodríguez Zapatero quien devolvió a la Cultura el rango de ministerio. Carmen Calvo, César Antonio Molina y Ángeles González Sinde ocuparon un puesto que, en 2011, casi todos daban por hecho que sería asumido por José María Lassalle, diputado del PP por Cantabria, una de las figuras en las que muchos vieron no sólo compromiso y cabalidad con el sector, sino una destacada labor en temas como Propiedad Intelectual. La sorpresa, entonces, no fue sólo por el hecho de que Lassalle detentara la Secretaría de Estado de Cultura –en la que permaneció toda la legislatura-, sino acaso por el papel tan pasivo que jugó.

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