Cuando el actor y director Louis Garrel preparaba el guion de su nueva película, Un pequeño plan… como salvar el planeta, junto a el guionista Jean-Claude Carriére, no estaba convencido del todo del planteamiento de su compañero de guion: unos preadolescentes que traman en secreto un plan para evitar las consecuencias devastadoras de los ataques al medio ambiente. Tres meses más tarde, una niña sueca consiguió movilizar a jóvenes de todo el mundo.
Aquella adolescente era Greta Thunberg, la activista medioambiental más importante de todos los tiempos, así que los autores de la cinta, presentada en el Festival de Cannes y que se estrena en España este viernes coincidiendo con el Día Internacional de la Tierra, vieron que no andaban tan mal encaminados y convirtieron su proyecto en una fábula ecológica en la que no importa solo la actitud comprometida de los más pequeños, sino que también alerta de los peligros del conformismo adulto y sus repercusiones.
Además, a diferencia del tono de regañina o de sermón que destila Thunberg en sus discursos, la película dirigida por Garrel se dirige al espectador en su escasa hora de duración con un aire de comedia ligera, más próxima a la sonrisa que a la carcajada, que no resulta artificial ni empalagosa, y que se mofa de los aspectos más superficiales de una generación (nacida entre los 70 y los 80) que en su edad adulta no es capaz de caer ni en sus errores, ni en sus deberes ni en su dependencia absoluta de lo material.
No faltan tampoco momentos de aire apocalíptico, cuando la contaminación impide a los protagonistas de esta película salir a la calle por la presencia en el aire de micropartículas peligrosas para la salud, aunque en ningún momento pierde el optimismo con el que parece haber sido concebida. Ni tampoco el realismo, al que contribuye la pareja que forman tanto en la vida real como en esta ficción el propio Garrel y Laetitia Casta, y su hijo ficticio, al que da vida Joseph Engel. Curiosamente, el mismo reparto y los mismos nombres que en su anterior película, Un hombre fiel (2018).
El futuro oscuro del planeta
De alguna manera, en la cinta se invierten los papeles: de pronto, uno se da cuenta de que el responsable ya no es el adulto y que el niño, que tiene edad de ser protegido y amparado por un mayor, decide tomar las riendas de un futuro que pinta oscuro. Su ingenuidad, inocencia y compromiso lleva al pequeño protagonista y a todos sus amigos aventureros a solucionar con sus manos y sus ideas utópicas lo que para sus padres es responsabilidad de otros. "¿Habéis pensado en mí, cuando solo quede dióxido de carbono? Yo me preocupo, yo quiero tener hijos con un buen futuro", les dice a sus progenitores.
El pequeño de esta historia abre el melón que más tarde los adultos deciden abordar, al enumerar los defectos que molestan del otro y que son tan extrapolables a la sociedad: las "ideas fijas", el "conformismo", la "falta de empatía" o el "egoísmo". El estilo de Garrel para abordar las amenazas del planeta es sutil y ligero, en línea con sus anteriores trabajos.
Sin quererlo, probablemente el director ha ofrecido la cara más amable de un problema compartido sobre el que, como ocurre con casi todo, se habían establecido dos bandos. Puede incluso que haya sabido dar en la tecla para demostrar que el error ha residido todo este tiempo solo en un punto: la mala uva. Más allá de los negacionistas, lo cierto es que si hay algo que molesta son las lecciones y los moralismos, y en Un pequeño plan… como salvar el planeta es justo lo que nadie encontrará. Tampoco el aburrimiento.