Uno de los grandes estereotipos utilizados por la leyenda negra en contra de España fue la vestimenta utilizada por Felipe II en sus retratos del siglo XVI. El color negro representó la moda a seguir durante el tiempo que la Monarquía Hispánica fue la potencia imperante. La nobleza europea intentó que sus hijos se educaran en la corte de Madrid, donde aprenderán la cultura española para volver a sus tierras con unos conocimientos y contactos que le permitirán marcar la diferencia. Estos son los casos de Alejandro Farnesio, Juan de Austria, o el futuro emperador Rodolfo II, entre otros.
España descubrió en América el árbol conocido como “Palo de Campeche”, que producía un tinte natural negro más duradero en los tejidos. Este color tan resistente fue difícil de adquirir en la época. Felipe II tuvo la idea de utilizar este recurso natural americano en su favor creando un monopolio en la Monarquía Hispánica, que distribuiría este material por las cortes de Europa. Esto refleja la importancia que concedió este monarca a su monarquía articulada desde España, a diferencia de su padre Carlos V.
A partir de ese momento, el color negro fue paulatinamente convirtiéndose en sinónimo de poder y riqueza. Los posados del monarca en las representaciones de Sofonisba Anguissola o Sánchez Coello podrían interpretarse como una forma de escaparate al mundo del material empleado. La dinastía Habsburgo concedió gran importancia a transmitir la imagen de elegancia y sobriedad en los eventos donde se reunió la flor y nata europea.
Los retratos muestran como la nobleza local trató de posar al estilo exportado desde Madrid
El contraste del traje oscuro con los cuellos blancos -conocidos como “gorgueras”, procedente de los Países Bajos- exhibía el abanico de recursos procedentes de los dominios de Felipe II, que se extendían desde América a Flandes. Esta combinación de sobriedad y refinamiento proyectó una imagen cuidadosamente preparada para impresionar al mundo.
La leyenda negra contra Felipe II
La leyenda negra enlazó el color negro utilizado por Felipe II con un supuesto “oscurantismo católico español ligado a la Inquisición”. Este prejuicio tiene la refutación más rápida en las secciones de arte del siglo XVI-XVII de cualquier museo de Europa. Los retratos muestran como la nobleza local de cada país trató de posar al estilo exportado desde Madrid. Incluso las grandes familias europeas enviarán a sus hijos a educarse al epicentro cultural situado en las universidades españolas. En la ristra de personajes aparecen nombres como Guillermo de Orange, Luis de Nassau, Sebastián I de Portugal, o el futuro emperador Maximiliano II.
A medida que la balanza de poder -sobre todo en el siglo XVIII- se fue decantando hacia Francia, comenzó a perder preponderancia este arte de vestir “a la española”. La moda pasará a marcarse desde París. En el siglo XIX llegara a España la dinastía de los Borbones, junto a las pelucas y los colores llamativos propios de la Ilustración. Felipe V hará el intento de ataviarse con trajes negros para mimetizarse con sus nuevos súbditos, pero no durará mucho tiempo. Rápidamente, esta nueva forma de vestir “a la francesa” marcará el corte con el reinado de los Habsburgo, a los que se le asociará a un período oscuro de la historia de España.
La moda es un parámetro que ayuda a interpretar la sociedad de cada época. En un período donde la influencia se ejercía desde España, a un mundo actual donde las tendencias se marcan desde Estados Unidos. El juzgar los colores propios de cada época desde una visión contemporánea estigmatiza desde perspectivas anacrónicas los motivos por los que Felipe II decidió que la Monarquía Hispánica exhibiría su poder al mundo con la sobriedad y la elegancia del color negro, el modelo a seguir en la Europa del siglo XVI y XVII. Una muestra de los recursos naturales de sus vastos dominios, que se extendían desde América a Flandes.