A finales de agosto, el periodista Sergio Fanjul publicó una doble página sobre el decreciente prestigio que conllevan los conocimientos culturales. Se trata de un asunto que lleva sobrevolando la conversación pública desde que el sociólogo francés Pierre Bourdieu publicó su clásico La distinción: criterio y bases sociales del gusto (Taurus, 1990). Allí explicaba como el capital cultural es clave en el ascenso social y produce muchas veces un efecto intimidatorio por el que, ante un encuestador, las clases subalternas de Francia respondían que su música preferida era los valses (vinculados a la música clásica) en vez de las canciones de variedades (vinculadas a los programas de televisión). El artículo de Fanjul se titulaba "Ser cultureta cada vez mola menos: las alucinantes transformaciones del capital cultural". Allí escribía que "La erudición y los gustos refinados propios de los ‘gafapastas’ son sustituidos por el capital subcultural, que sale de lo popular e internet, y el interés por la creatividad digital". Resumiendo: cada vez nos tomamos menos en serio la cultura clásica y nos conformamos con un sucedáneo chispeante de mucho menor voltaje, sean Tiktoks, memes o series de Disney+.
La exposición más clara que he visto de este problema se la escuché al actual director del Círculo de Bellas Artes, Valerio Rocco Lozano: "Antes mucha gente deseaba parecer culta, estar al día de los debates en Filosofía o Literatura. Hoy no pasa ni siquiera en las clases medias y altas porque todos aspiramos a lo mismo, que es parecer jóvenes, guapos y ricos en las fotos de Instagram", comentó después de un debate sobre "Cultura y elitismo". No es solo cosa de los jóvenes: como se ha comentado muchas veces, cuando comenzó el romance entre Isabel Preysler y Mario Mario Vargas Llosa la prensa estaba más pendiente de si él estaría a la altura de los retos sociales que implicaba que de si ella daría la talla cultural.
El 67% de españoles no siente ninguna "culpabilidad cultural" cuando no están a la altura en una conversación sobre libros, cine o música
En sus divertidas memorias periodísticas, Ya sentarás cabeza (Libros del asteroide, 2021), el escritor Ignacio Peyró trataba con soltura estos asuntos, con sentencias tan rotundas como "Para la derecha, la cultura es eso que les gusta a las mujeres de los ricos". Como buen pragmático anglófilo, no se queja de que los periódicos dediquen cada vez menos páginas a Cultura, sino que celebra el pequeñó milagro de que no se suprima esta sección. Peyró también señalaba que "hemos llegado a equiparar lo clásico con lo rancio". Y lo explicaba así: "por primera vez se ve a 'triunfadores' que abominan de cualquier propósito cultural y ya ni siquiera necesitan comprarse un Juan Gris para su mala conciencia porque no la tienen. Están orgullosos de, digamos, su militancia no-lectora. A mí me parece mal, pero bastante tengo con cuidar mi jardín como para cuidar del mundo", contó a Vozpópuli durante nuestra entrevista sobre aquel libro.
Cultura popular
No solo está en declive la alta cultura, en el sentido de pocos hablan de ópera o arte contemporáneo, sino que también se ha liquidadovla vieja cultura popular, asesinada por la sociedad de consumo, tal y como profetizó Pasolini. Aquí encaja otro ejemplo claro que nos puso Peyró: "Durante un tiempo incluso soñé con hacer una revista dedicada a 'cosas españolas', un poco al modo de la ‘Country life’ británica. Demonio, que yo le puedo citar treinta municipios de Toledo en dos minutos. El problema de la cultura popular es que se ha acabado: el pueblo ya no canta canciones. Canta lo que la industria cultural quiere que canten. Ahora creo que los muchachos que nacen en un pueblo tienen las mismas cosas malas que las ciudades y pocos de sus beneficios. Así todo se resiente. ¿Cultura popular? ¡Pero si es Netflix!", lamentaba.
En su recomendable reportaje, Fanjul mencionaba el estudio FNAC Voices, publicado el pasado mes de julio, en el que se concluía que seis de cada diez españoles valoran el nivel cultural a la hora de ligar. Puede parecer un rayo de esperanza, y seguramente lo sea, aunque el informe también implica que un 37% no lo tiene en cuenta en absoluto. Seguramente el dato clave sea ese 67% de españoles que no siente ninguna "culpabilidad cultural" cuando no están a la altura en una conversación sobre libros, cine o música. Nadie duda que hoy es más sencillo que alguien guapo se haga rico en Onlyfans a que alguien brillante lo consiga pasando por la facultad de Filosofía, seguramente han pasado cosas similares siempre, la diferencia radica en aceptarlo con resignación o rebelarnos aunque sea un poquito.