Fue la primera guerra tecnológica. Nueve millones de combatientes muertos ; de esos tan sólo un millón durante el primer año. Se trata de la I Guerra Mundial (1914-1918), contienda bélica de la que este 2014 se conmemora un centenario marcado por la voluntad de repensar pero también por la polémica. Como muestra, un botón para la discordia con las 30.000 firmas que se han recabado en Reino Unido para retirar la moneda conmemorativa de la fecha porque acuña la conocida imagen del ministro de guerra con el índice acusador y el eslogan Tu país te necesita- por considerarla ofensiva.
Polémicas a un lado, surgen por todas partes revisiones, ensayos, novelas y también material olvidado. Esta semana, el Archivo Nacional Británico ha sacado a la luz cerca de 2.000 diarios digitalizados que reflejan los anhelos y temores de los soldados que lucharon en el frente. “Nunca pasé e imagino que nunca pasaré 48 horas tan horribles y descorazonadoras como las últimas”, escribió el capitán James Patterson desde las trincheras en Francia el 16 de setiembre de 1914.
“Multitud de alemanes en una cima, más bien amontonados. Nuestros cañones les disparan desde 1.800 yardas (1,5 kilómetros), y la vista a través de los prismáticos es espantosa. Montones de alemanes saltando en pedazos”. Las palabras de Patterson, acaso como un recado desde el más allá, sorprenden a los lectores contemporáneos, habituados a guerras esterilizadas por el directo televisivo y el apocalipsis achicado de los telediarios. “Uno puede fácilmente matar a sus propios hombres, y por las heridas que he visto, estoy seguro de que algunos fueron alcanzados así”, escribe el capitán en la última entrada de su bitácora: el 25 de octubre de 1914, la fecha de su muerte. Tres meses después de iniciada la guerra.
La digitalización que ha llevado a cabo el Archivo Nacional británico comprende apenas una quinta parte de los diarios que conserva. Se trata de 1.944 documentos que detallan los avances de tres divisiones de caballería y siete de infantería que formaron parte de los primeros regimientos destinados a Francia y Flandes. Cuando se complete la digitalización, habrá 1,5 millones de páginas a disposición del público.
Los documentos revelan la ansiedad y el terror que invadía a los soldados poco antes de batallas clave en uno de los conflictos más sangrientos de la historia, como las de Marne y Aisne, en el otoño de 1914. Además, los diarios dan cuenta de algunos aspectos de la vida cotidiana de los soldados durante la contienda, como las cenas de despedida que organizaron algunos batallones una vez se anunció el fin de la guerra, o bien las competiciones deportivas de rugby y del juego de la soga con las que ocupaban su tiempo libre en el frente.
El retrato del día a día de una guerra que se pensaba que iba a ser corta y definitiva y que se extendió sin embargo durante cuatro años, a manera de un puente que conduciría a la humanidad directamente al horror de la II Guerra Mundial. Una guerra en la que murieron –en total- 16 millones de personas y otros 20 millones resultaron heridas. Quizás la última guerra de soldados, la última gran guerra de trincheras y bayonetas caladas en Europa.