Cultura

¿Pudieron los nazis tener la bomba atómica? El temor de Einstein y Oppenheimer

Alemania fue durante el primer cuarto del siglo XX la cuna de la nueva física mundial que posibilitó el desarrollo de la energía nuclear

  • Adolf Hitler con algunos de sus generales en 1940.

Teoría de la relatividad, física cuántica, mecánica cuántica… todas llevan apellido alemán. En los primeros años del siglo XX, Alemania es la capital de la Física mundial. Científicos como Einstein están cambiando la forma entender la física, la forma de entender el mundo. Durante los años de la República de Weimar, Alemania es la meca de los físicos, con jóvenes estadounidenses como Robert Oppenheimer que peregrinaban a Gotinga, Berlín y Munich. 

Año 1938, los nazis llevan cinco años en el poder y ya han expulsado a algunas de sus mentes más brillantes. A pesar de ello, en diciembre, los químicos alemanes Otto Hahn y Fritz Strassmann, del instituto Kaiser Wilhelm de Química de Berlín, descubrieron la fisión del uranio. Y a comienzos de 1939, los físicos Lisa Meitner y Otto Robert Frisch, que habían huido de la Alemania nazi por su ascendencia judía, son los primeros en formular una interpretación teórica de la fisión nuclear.

Habían comprobado que esta fisión o separación del átomo de uranio generaba una cantidad de energía enorme, incomparable a cualquier otro procedimiento o reacción nunca antes vista. De nuevo se abría un inmenso mundo de posibilidades, entre las que se encontraba la creación de un arma con una capacidad de devastación nunca antes vista. 

Apenas tres meses después de este descubrimiento, Alemania ya había comenzado a organizar un programa científico, controlado por el Ejército, para experimentar con esta nueva energía. El proyecto terminó en manos de Werner Heisenberg, destacado físico teórico, que en diciembre presentó al equipo de investigación una monografia que explicaba detalladamente el funcionamiento de un reactor nuclear y la posibilidad de fabricar una bomba atómica. "El primer país que la utilice, tendrá una ventaja insuperable sobre los demás", había anunciado en abril el químico alemán Paul Harteck, miembro del partido nazi a la Oficina de Armamento y Municiones.

La carta de Einstein a Roosevelt 

Al otro lado del Atlántico, un grupo de científicos húngaros que habían huido de Europa tras el ascenso de los nazis trataron de alertar del peligro que representaba que el Tercer Reich se hiciera con la bomba, y pensaron en Einstein para conseguir la atención de las altas esferas americanas. En aquel momento, el alemán era el científico más famoso y prestigioso del momento y tras unas reuniones, aceptó firmar la carta redactada por el físico húngaro Leo Szilard y dirigida al presidente Franklin Delano Roosevelt.

El mensaje llegó al presidente en el mes de octubre de 1939, un mes después del inicio de la guerra, a la que Estados Unidos no entró hasta diciembre de 1941. La misiva alertaba del riesgo de que Hitler desarrollara el arma y apremiaba al dirigente a asegurar el control del suministro de uranio. Aunque el presidente se tomó en serio la advertencia y puso en marcha alguna iniciativa, el proyecto Manhattan, el más caro de la historia, no arrancó hasta 1942.

Este colosal programa científico llegó a emplear a 130.000 personas y se estima que costó unos  2.200 millones de dólares, que hoy representarían unos 24.000 millones. En tiempo récord y bajo la dirección científica de Robert Oppenheimer, Estados Unidos tuvo a mediados de 1945 las armas más destructivas de la historia de la humanidad.

¿Pudo Alemania desarrollar la bomba?

Cuando Estados Unidos arrojó las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki como punto final de la Segunda Guerra Mundial, hacía tres meses que los combates en Europa habían terminado con el suicidio de Hitler y la consiguiente claudicación alemana. La pregunta en este punto es qué pasó con el proyecto nuclear alemán: ¿Estuvo cerca Hitler de poseer la bomba atómica? La respuesta es simple: No, ni remotamente cerca.

Cuando en mayo de 1945 los aliados se hicieron con el control de Alemania y la inteligencia estadounidense comenzó a indagar sobre el programa atómico hitleriano, descubrieron que a los alemanes todavía les quedaban varios años para poder llegar a desarrollar la bomba. 

Para conocer el grado de desarrollo del arma, desde julio de 1945 hasta enero de 1946, los aliados detuvieron a los diez principales científicos que habían trabajado en el programa nuclear alemán, y los encerraron en Farm Hall, una casa cerca de Cambridge en Inglaterra,  repleta de micrófonos para detectar las conversaciones privadas entre los alemanes.

¿Saboteó Heisenberg la bomba?

Tenemos la suerte de contar con las transcripciones de la reacción de los alemanes ante la noticia de la bomba atómica, que básicamente son de sorpresa y de incredulidad. A pesar de que varios de los científicos alemanes trataron posteriormente de alimentar una teoría de sabotaje interno para depurar su imagen tras la guerra, la idea de Heisenberg y el resto de científicos entorpeciendo el programa nuclear hitleriano es poco creíble.

La mayoría de los científicos, como el propio caso de Heisenberg, no eran nazis y trataron, en la medida de lo posible, de ayudar a sus colegas perseguidos por el régimen. Sin embargo, como la inmensa mayoría de científicos del momento trabajaron en su especialidad subordinados a la política del momento, en su caso una administración genocida que había provocado la guerra mundial. 

Tanto sus declaraciones como sus actos muestran a un Heisenberg "entusiasmado y enérgico", "trabajó duro", entregó trabajos al Ejército explicando las bases teóricas de las armas nucleares y trató de convencer a altos dirigentes como Albert Speer de que las armas nucleares tendrían un “efecto inimaginable”, tal y como documentó el historiador Mark Walker en Nazi Science: Myth, Truth, And The German Atomic Bomb.

¿Por qué fracasó Alemania?

Los alemanes no consiguieron la bomba por errores graves técnicos de los científicos como decantarse por el uso del agua pesada (óxido de deuterio) en lugar de grafito como moderador en el proceso de fisión. Y, especialmente, por la falta de un convencimiento e inversión real por parte del régimen. Después del entusiasmo inicial para desarrollar el programa en 1939, a mediados de 1942, el ministro de Armamento, Albert Speer, perdió interés y prefirió seguir centrado en el desarrollo de otras armas como los misiles, después de que Heisenberg y Otto Hahn le comunicaran que el arma nuclear era factible pero que tardarían años en desarrollarla.

El programa nuclear, que nunca estuvo bien coordinado ni centralizado, pasó del Ejército a un segundo plano, en una institución dependiente del ministerio de Educación. Precisamente, cuando Alemania relegaba el proyecto atómico, Estados Unidos, que acababa de entrar en la guerra, iniciaba el megaproyecto científico más caro de la historia. En aquel momento, solo la potencia industrial y económica de Estados Unidos se podía permitir el lujo de destinar miles de millones de dólares en experimentos de los que no había certeza alguna de que llegaran a tiempo. E incluso con todo este potencial económico, solo fueron capaces de tener el arma en los estertores del conflicto.

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