Apenas un día después de que el escritor Xosé Luis Méndez Ferrín abandonara su puesto como director de la Academia Gallega y renunciara a su silla como miembro numerario, tanto el conselleiro de Cultura, Jesús Vázquez, como el propio Alberto Núñez Feijóo manifiestan desconocer los motivos. “Es una decisión personal” por la que hay el “máximo respeto”, se limitó a manifestar Vázquez sobre una renuncia en la que, por decir lo menos, faltan datos.
Después de que el diario ABC Galicia publicara en enero informaciones que desvelaban que Méndez Ferrín había contratado a su hija,- Oriana Méndez- y su yerno –Alberto Lema- para trabajar en la institución –ambos en la página Web de la Academia- junto a los hijos de dos colaboradores cercanos, el poeta gallego remitió el lunes una carta a la institución en la que manifestó que dejaba el cargo alegando: “Algunos académicos y académicas unidos a personas externas me hicieron sentir que no tengo sitio en la Academia”.
A pesar de la dimisión, que el poeta ha dejado caer entre frases de recriminación para la institución, Méndez Ferrín no ha aportado desde entonces –ni antes- información sobre la contratación tanto de familiares suyos como de los del secretario y el tesorero, Xosé Luis Axeitos -su hijo trabaja como bibliotecario- y Manuel González –cuyo vástago trabaja en la Casa-Museo Emilia Pardo Bazán, dependiente de la RAG-.
Una semana antes de su dimisión, Méndez Ferrín declaró, en entrevista a la radio Galega, que las contrataciones fueron puntuales, que cobraban poco y que ya no continuaban trabajando allí. Apenas unos días después el periodista Pablo Alcalá le devolvía el guante: los tres hijos de los directivos habían formado parte de las últimas 33 nóminas declaradas por la Academia y al menos dos de ellos continuaban trabajando en ella.
A pesar de que la Academia Galega manifestó que abordaría este asunto en la próxima reunión del patronato, queda pendiente de aclarar por cuáles vías se ha decidido la contratación de estas personas, a falta de concurso de méritos para cubrir las vacantes. Esta información resulta especialmente sensible para una institución que, a pesar de ser privada, se financia con dinero público y que, de hecho, recibió una partida presupuestaria de colaboración mayor para 2013, luego de que Méndez Ferrín manifestara que los fondos que recibía eran hasta entonces fueran insuficientes.
Ante las dudas que quedan por resolver –y que no se dan por aclaradas en la carta remitida por Méndez Ferrín, entre ellas la permanencia de Axeitos y González en la institución, a pesar de ser objeto de las mismas acusaciones-, la única respuesta aportada por la Consellería de Cultura es agradecer a Méndez Ferrín, sin dar mayores detalles sobre la política de contrataciones de la institución cuando, apenas el pasado mes de enero, Román Rodríguez, portavoz de Educación de los populares en el Parlamento, aseguró que Méndez Ferrín tendría que dar una explicación ante “el esfuerzo presupuestario que ha hecho la Xunta” para asegurar un mayor aporte a la institución.
La Academia, que en 1906 se convirtió en Real y aprobó sus estatutos, no depende de ningún organismo y por tanto, no está sujeta a escrutinio presupuestario o laboral alguno. Sus miembros no cobran, aunque reciben dietas para asistir a las sesiones plenarias. En la academia trabajan 28 personas. Están en nómina su presidente, el secretario y el tesorero, ya mencionados, así como Euloxio Rodríguez, su archivero, y Fernández Rei, vicesecretario. El resto de los trabajadores de la academia lo integran 23 personas más. La financiación de estos gastos depende de instituciones que incluyen a la Xunta así como algunos ayuntamientos, razones que se consideran más que suficientes para dar mayores detalles sobre de qué forma y cómo se llevaban las cosas dentro de la Academia.
Hasta el momento, la posición de la Academia, es la de no aportar comentarios, de ningún tipo, ni sobre la suerte de Axeitos y González en la institución ni sobre la próxima reunión del patronato.
Independentista hasta en su dimisión
Cuando Xosé Luis Méndez Ferrín fue nombrado en el cargo el pasado 23 de enero de 2010, la decisión fue acogida con agrado en una parte del contexto cultural gallego, aunque no por ello un sector de la oficialidad veía con inquietud que un escritor marxista y representante manifiesto del partido Frente Popular Galega (FPG) ocupara un cargo institucional de ese tipo. A excepción de sus denuncias sobre las presiones que dijo haber recibido para no presentar un recurso contra el decreto que regula el gallego en la enseñanza obligatoria, su discurso para con el Gobierno fue siempre de apertura y colaboración, actitud que rindió sus frutos, justamente, en mayores acuerdos de colaboración. Aún así, Méndez Ferrín no perdió oportunidad de reivindicar, en su última comunicación oficial, de marcharse al grito de “¡Viva y florezca la Academia Galega!”.