Cultura

Roma Aeterna: los años que transformaron a una pequeña ciudad en el imperio más poderoso del mundo

Iban Martín, responsable del podcast Roma Aeterna, repasa los primeros siglos de la república romana

Son los siglos más olvidados de la república romana, pero son los que moldearon y curtieron al futuro imperio que hizo del Mediterráneo un lago interior. Exceptuando a los grandes nombres como los Escipiones, famosos por la guerras púnicas, los personajes de los primeros tres siglos de la República romana suelen pasar desapercibidos. Roma vivió momentos tan críticos como el asedio y saqueo galo del 390 a.C. por el que, según las fuentes, la ciudad quedó destruida; o la brutal amenaza por la que Anibal estaba con sus tropas a tiro de piedra de la ciudad. En Roma Aeterna: El ascenso de la República, Iban Martín repasa estos primeros siglos de la República.

Internet ha abierto puertas al talento y determinación de personas que sin padrinos empresariales les hubiera resultado totalmente imposible crear un proyecto propio. Decía el mítico locutor y divulgador de Historia Juan Antonio Cebrián que “todos los días perdemos una docena de genios en el anonimato. Y se van. Y nadie sabe de ellos, de su historia, de su peripecia, de lo que han hecho, de sus angustias, de sus alegrías”. Entre los millones de seguidores que amamos la historia gracias al maestro Cebrián también se encontraba Iban Martín, que gracias al mundo del podcast no ha sido uno de esos genios olvidados. Hace tres años comenzó su ambicioso proyecto Roma Aeterna, en el que pretende abordar toda la historia romana desde el periodo monárquico hasta el fin de Roma, es decir, la caída de Constantinopla en 1453. Durante años combinó el podcast con su trabajo en una empresa de telemarketing hasta que un despido le empujó a centrarse definitivamente en su proyecto divulgativo, del que vive hoy en día. 

Ahora ha publicado esta obra que parte desde la mítica fundación de la república con el destierro del último rey Tarquinio, el Soberbio, que fue destronado en el 508 después de que su hijo violara a la joven patricia Lucrecia. La historia de la monarquía terminó con el suicidio de la mujer que prefirió quitarse la vida a cargar con la vergüenza, en otro de los pasajes míticos de la historia de Roma, tan poco creíbles a nivel histórico como la propia fundación cainita por parte de Rómulo y Remo.

Desde Lucrecia, la monarquía será casi un anatema, no habrá un riesgo mayor para cualquier político de época republicana que ser acusado de intentar convertirse en rey. “Es el comodín, cuando alguien sobresale”, señala Martín en una entrevista con Vozpópuli. La acusación, muchas veces infundada, terminó con ejecuciones de senadores con prometedoras carreras políticas que terminaron despeñados por la Roca Tarpeya.

Era el mágico mundo del siglo V, el de la Atenas de Pericles, la Esparta de Leónidas, la centuria de Sócrates, Platón, Confucio, Buda… Roma era algo muy poco destacado que solo tenía nombre a nivel regional. Pero comenzó a crecer y a convertirse en la “policía del Lacio”. “Me gusta compararlo con un parking de una discoteca, en el que los distintos pueblos se estaban pegando cada dos por tres, y Roma se impone como el policía”, señala Martín.

Saqueo galo, Anibal a las puertas

De todo el periodo que aborda la obra, si tuviera ocasión de viajar en el tiempo, al autor le hubiera gustado estar presente en el 390 a.C., durante el asedio y saqueo de Roma por parte de los galos, porque como apunta Martín hay muchas dudas de qué pasó exactamente. “Roma empezaba a ser fuerte y fue destruida, se quemó, y esa destrucción de Roma es lo que se ha justificado como que se pierdan todos los registros, todo lo previo, y que no tengamos ningún tipo de información fiable de lo anterior. Pero es verdad que cuando tú lees las fuentes, cuando lees a Tito Livio, por ejemplo o a Dionisio, ves que en el mismo año del saqueo están peleando otra vez, están otra vez guerreando, se están reconstruyendo en un año. Y dices, ¿cómo puede ser? Por lo que ha llevado a los estudiosos a pensar que quizá Roma no se destruyera tanto como nos han vendido, porque Roma no se detiene en ningún momento, no se detuvo incluso cuando sufrió las grandes derrotas de su historia. Luego a nivel arqueológico, tampoco hemos encontrado unos estratos que demuestren tal aniquilación”. 

En este momento, la loba ya dominaba su región natal y puso en práctica un novedoso proceso por el que extendía la ciudadanía romana en los territorios conquistados.  “Yo te llevo Roma a tu zona, y tenías que hacer comercio con los romanos, tenías que vivir como un romano, y eso genera lo que después con los siglos se llama la romanización, se va romanizando toda esa zona. Lo que realmente te estoy llevando es mi forma de pensar, mi forma de vivir para que tú vivas como yo, y eso hace que tus descendientes sean como yo”, señala el historiador.

Además de las grandes conquistas y batallas, Martín refleja aspectos clave en esta sociedad como el imprescindible uso de esclavos sobre el que se sustentaba la economía. Un texto de Marco Terencio Varrón, nos define perfectamente la deshumanización de hacia estas “herramientas de trabajo”: “Los instrumentos son de tres clases: primera, los que hablan; segunda, los semivocales y, tercera, los instrumentos mudos. Al primer grupo corresponden los esclavos, al segundo los bueyes y al tercero las herramientas”, señalaba Varrón en De las cosas del campo.

"Roma vive entre nosotros"

Roma siguió creciendo y superado el momento crítico con los galos, comenzó a chocar con grandes potencias a nivel mediterráneo, con Cartago como principal antagonista. Llegaron las guerras púnicas, y surge la eterna pregunta: con Anibal victorioso a las puertas de Roma ¿por qué no tomó y destruyó la ciudad? Martín sostiene que la intención de Anibal era destruir por completo a los romanos, “no quería una victoria y un botín, no buscaba la destrucción de Roma con saña, buscaba algo más, buscaba deshacer el imperio de los romanos y por eso quería destrozar las alianzas que tuviera Roma, no le salió bien y no calculó correctamente. Cartago fue destruida, Carthago delenda est, pero sin sembrar sus campos con sal como cuenta el mito. 
Roma venció y Cartago entró en la historia como un enemigo de la civilización que más ha marcado el mundo occidental. En unos días veremos a Pedro Sánchez subirse a la tribuna como candidato a la investidura y, previsiblemente, distintos magistrados tendrán mucho peso en los siguientes meses, cuatro palabras, destacadas en cursiva, que prácticamente no han variado en más de 2000 años. Solo un breve ejemplo de las herencias y vestigios romanos en nuestro día a día que resultaría infinito enumerar. A fin de cuentas, usted está leyendo este texto en un “dialecto” del latín, lo que demuestra, como dice Martín que “Roma vive entre nosotros”.

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