Las frías aguas que separan el pico sur de América y la Antártida fueron surcadas por primera vez en la historia por la carabela San Lesmes en 1526. La nave pertenecía a una nueva expedición española que estaba repitiendo el viaje de Magallanes para llegar hasta las islas de las especias. Pero el primero de junio de aquel año una enorme tempestad dividió a los barcos y nunca más se supo de la San Lesmes. Cuatro siglos después, varias investigaciones, apoyándose en hallazgos arqueológicos y etnográficos, especularon sobre la llegada de la San Lesmes a Nueva Zelanda y Australia.
El objetivo de la expedición de Magallanes había sido encontrar una ruta a las islas de las especias navegando hacia el oeste y bordeando el continente americano por el sur. Magallanes murió en Filipinas y Juan Sebastián Elcano terminó completando la vuelta al globo, hace ahora 500 años. Esta gesta le hizo pasar a la historia, pero lo realmente importante en su época era afianzar la ruta comercial que les condujera al archipiélago del Moluco, en la actual Indonesia, y productor de las valiosísimas especias. Era la misma aspiración de encontrar una ruta por el oeste que una generación antes hizo que Colón se topara con América.
Descubierto el paso por el sur del continente, la Corona buscó asentar dicha ruta. Tres años después de la llegada de los famélicos marineros de la nao Victoria, otra expedición con siete naves y 450 hombres se hizo a la mar. La empresa partió de La Coruña al mando de García Jofre de Loaísa y con el ilustre Elcano entre la tripulación, pero de nuevo resultó ser un fracaso. Ambos murieron el verano siguiente en medio del Pacífico, y solo una de las naves consiguió llegar al Moluco. Si para algo sirvió la expedición de Loaísa fue para cerrar definitivamente la ruta que bordeaba el pico del Cono sur. La Corona española descartó este larguísimo trayecto, y los productos asiáticos llegarían a Castilla a través de una nueva y exitosa ruta que conectaría Filipinas y Acapulco por mar, en lo que se conocería como galeón de Manila. De ahí, las mercaderías se montarían en carretas para cruzar México hasta Veracruz. Y por último, los productos volverían a embarcarse para cruzar el Atlántico por mar.
Superado el tormentoso paso, las cuatro naves surcaron el Pacífico, pero una tempestad separó definitivamente a la expedición a final de mayo de 1526. Andrés de Urdaneta, otro de los marinos españoles del siglo XVI cuya vida da para una serie y que descubrió las corrientes que facilitaron la ruta entre Filipinas y Acapulco del Galeón de Manila, escribió desde la nao Santa María de la Victoria, la dolorosa separación: ”Hubimos una gran tormenta con la cual nos desderrotamos los unos de los otros, que nunca más nos vimos, e con las grandes mares que había, abriose la nao por muchas partes”.
Polinesia y Nueva Zelanda
El fracaso de la expedición maldita de Loaísa sirvió para la creación de un mito por el misterioso final de la carabela San Lesmes, que ahora ha rescatado Luis Gorrochategui en La carabela San Lesmes. El viaje más épico de la historia. Después de cuatro siglos de silencio desde la desaparición de la San Lesmes en 1526, François Hervé, un capitán francés que estaba cartografiando el archipiélago de las Tuamotu en la Polinesia francesa, encontró en 1929 cuatro cañones y unas extrañas piedras que no eran propias del lugar y que podrían haber sido el lastre de una embarcación. En su momento ya se especuló sobre la manufactura española de los cañones, aunque no lograban encontrar una explicación del hallazgo y el descubrimiento pasó al olvido. Cuatro décadas más tarde, Robert Langdon un investigador australiano de la universidad de Camberra retomó el caso. Según este, la nave encalló con alguno de los atolones del archipiélago, liberó peso con el lastre y los pesados cañones y continuó su ruta hacia el noroeste dirección Molucas.
Viendo un mapamundi, las islas en las que aparecieron los cañones se encuentran en mitad del recorrido entre América y las islas de la Especiería, y según la hipótesis de Langdon, la carabela continuó rumbo oeste hasta que años más tarde algunos de sus hombres pisaron el norte de Nueva Zelanda. Pero desde la aparición de los cañones, la teoría de Langdon, según avanza hacia el oeste, se vuelve más y más especulativa, los verbos se conjugan en condicional y los vestigios de la San Lesmes siempre van precedidos de la palabra “posibles”.
Siguiendo el relato, la San Lesmes, reparada y liberada de lastre, continuó su marcha y echó el ancla en algunas de las múltiples islas de la Polinesia Francesa como la isla de Raiatea, en la que el australiano relaciona un mito local con el supuesto paso de los españoles. También intenta demostrar la herencia hispana en la lengua y la religión local y expone relatos de exploradores del siglo XIX que describen a personas de esta zona del Pacífico con rasgos europeos. La teoría de Langdon defiende que la tripulación se fue dispersando por varias de estas islas asentando este acervo cultural y genético en la zona. Por último, varios objetos encontrados en Nueva Zelanda le sirven para conjeturar sobre la llegada de algunos de los hombres de la San Lesmes.
Teoría australiana
También fascinado por el viaje de la San Lesmes, en el último cuarto del siglo XX, el conservador de la Biblioteca Nacional de París, Roger Hervé, que no tenía ninguna relación con François Hervé que encontró los cañones, escribió Découverte fortuite de l'Australie et de la Nouvelle-Zélande par des navigateurs portugais et espagnols entre 1521 et 1528 en el que defendía la llegada de los españoles a Australia. Hervé se apoya en unos mapas de mediados del XVI de la escuela francesa de Dieppe que representarían la costa norte y este Australiana con topónimos portugueses afrancesados.
Según su hipótesis, la San Lesmes fue empujada hacia el oeste en una ruta con latitudes muy meridionales hasta arribar al sur de Nueva Zelanda, y finalmente a Australia donde fueron capturados por portugueses, y alguno de los tripulantes de la San Lesmes acabaría facilitando la información que terminó plasmada en mapas como el Atlas Vallard de 1547. De nuevo, una teoría muy sugerente pero sustentada en demasiadas conjeturas.
En el epílogo de la obra, Gorrochategui sostiene que la escasa presencia de la teoría de Langdon es fruto de la reticencia de “abandonar el paradigma oficial del descubrimiento y primera colonización de Australia y Nueva Zelanda por los británicos”, en parte debido, según el autor, a la leyenda negra antiespañola.
Sor Intrepida
Al parecer el descubrimiento de Australia,por el momento,se debe a la expedición del Capitán Torres en 1.605.(Lleva su nombre el estrecho). https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_V%C3%A1ez_de_Torres Lo de la Lesmes sería posterior. Lo de los ingleses,que dicen que fue Cook, invento puro.Como el resto de los inventos de los subditos de la Pérfida Albión.Por cierto aún no se han enterado que perdieron el imperio,son de efectos retardados.
San Lesmes
La hipotésis de historia-ficcion de Langdon en los foros académicos quedó descartada y de nuevo ahora sale a la luz. Es totalmente falso que los cañones aparecidos en en atolón Amanu, fueran de la San Lesmes, por la simple razón de que la flota de Loaisa no llevaba cañones. las piezas de artillería que llevaba según el Archivo General de indias, que ni Langdon ni Gorrochategui han investigado fueron las siguientes: 27 lombardas de hierro, 13 pasamuros, 20 falconetes, 69 versos de hierro, y 67 arcabuces. Todo ello está publicado en la revista "La aventura de la Historia", agosto 2021, nº 274 pp. 36-40 con el título de La flota de Loaísa revela sus misterios y en el Bulletin de la Société des Études Océaniennes, nº 355, Sept./Dèc. 2021. L’expedition de Loaisa (1525-1526), les cannons d’Amanu et María, la premiere femme qui traversa les deux océans, pp. 13-23. Tahiti. Por favor, hay que investigar los documentos antes de escribir estas noticias falsas que hacen mucho daño entre los lectores amantes de la historia.