La SGAE, sin duda la entidad más polémica del entramado cultural español, no puede tener más frentes abiertos. Ayer miembros tan destacados como Pedro Almodóvar, Miguel Ríos y Montxo Armendáriz (entre otros cuatrocientos autores) solicitaron al Ministerio de Cultura una intervención judicial, cese de los directivos y reversión de los últimos repartos de derechos. La entidad también se enfrenta a la delicada situación de haber denunciado a empresas vinculadas a sus socios más conocidos -Alejandro Sanz, Joaquín Sabina, Pau Donés…- por evadir impuestos a través de sociedades pantalla por valor de unos 70 millones de euros. De fondo, la crisis de La Rueda: pactos entre músicos, editoriales y programas de madrugada para repartirse los derechos de autor.
La CISAC (Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores) ha sancionado a la SGAE, además de iniciar un proceso contra la entidad que podría derivar en expulsión, que se decidirá en mayo de 2019. Mientras tanto, las discográficas multinacionales las han iniciado los trámites para retirar su catálogo internacional de SGAE. La actual junta es la más cuestionada de la historia de la entidad y también la que lo tiene más difícil para recuperar un mínimo de credibilidad que les permita seguir funcionando. Ahora mismo, pocos dudan de que la situación vaya a explotar, más bien se preguntan por dónde va a hacerlo. Ni siquiera el propio Teo Cardalda, vicepresidente de la entidad, defiende del todo la limpieza de la rueda. “Ha habido el típico Rinconete y Cortadillo español. El rollo español de siempre”, dijo en una cándida entrevista a finales de diciembre. Preguntamos a tres expertos por sus análisis de la explosiva situación.
"La SGAE tiene que velar por los intereses del autor y en muchos casos ha terminado defendiendo intereses empresariales” (Luis Merino, consultor)
Luis Merino es el director de Ideas Clave, consultoría sobre medios de comunicación y música. Conoce a fondo el negocio, ya que fue directivo de PRISA Radio y uno de los ejecutivos más influyentes de la historia de la radiofórmula española. Su opinión no es muy optimista. “Después de Teddy, los liderazgos han sido más débiles y se abrieron diferentes cajas de Pandora. La SGAE tiene que velar por los intereses del autor y en muchos casos ha terminado defendiendo intereses empresariales”, lamenta.
Oligopolio cuestionado
Sobre la retirada del catálogo de las multinacionales, se muestra precavido. “La fuerza de la SGAE es su capilaridad, llegar a todos los rincones donde puede sonar música. La SGAE es un oligopolio y estamos en la Unión Europea, así que las discográficas tiene derecho a asociarse y radicarse en Italia o Alemania. El problema es que iban a tener mucho más complicado cobrar por todos sus derechos, seguramente necesitarían llegar a un acuerdo con la SGAE, así que no creo que les convenga romper con la entidad. Hay gente que se queja de que la SGAE cobraba hasta los pasodobles que sonaban en una boda, pero precisamente esa era su fuerza: tener una organización capaz de registrar cualquier sitio donde sonasen sus autores”, explica.
Sobre La Rueda, opina que “es un asunto complejo, que requiere un estudio profundo. Lo que sería lógico es vincular los derechos que cobran los músicos a las audiencias, no a los minutos de emisión. No es normal que un autor cobre lo mismo por sonar en una franja con cuatro mil personas que en otra con cuatro millones”, apunta.
En sus últimas entrevistas, Cardalda arremetía contra PRISA, acusándoles de ser los precursores de La Rueda, al usar su propia editorial (Nuesa) con artistas que sonaban en Los 40 Principales. “El primer medio que tuvo editorial propia fue RTL: Radio Televisión de Luxemburgo. A partir de ahí, todos los medios europeos comienzan a copiar la fórmula que se generalizó en toda la radiodifusion. PRISA se encontró la editorial al comprar la SER. Hace más de tres décadas, la SER siguió esa tendencia, sin quitar nunca porcentaje de la parte de los autores, sino solo de las editoriales. Hablamos de una época en que los ingresos fuertes de la música eran las ventas de discos y no se veía mal dar un porcentaje de derechos a las emisoras que más apostaban por difundir tus canciones. Es una práctica con la que Prisa terminó voluntariamente”, aclara.
"Los perjudicados somos una mayoría de autores que no estamos vinculados al bando de las discográficas ni al de los medios de comunicación" (Juan Rivas, músico y presidente del consejo territorial de la SGAE Galicia)
Volviendo al conflicto de la SGAE, señala que “hay una observación muy inteligente de Carlos Goñi de Revolver. Dice que cuando va al taller quiere al mejor mecánico. Aplicado a la SGAE, podemos decir que no siempre es la mejor idea que la dirija un músico, cuando podrían tener a un gestor, alguien capaz de negociar con grandes corporaciones defendiendo los derechos de los autores”, señala.
¿Hace falta intervenir?
La intervención del Ministerio la mira con escepticismo. “Dudo que dentro del funcionariado español haya gente capaz de mostrar sensibilidad con los autores y al mismo tiempo tener los conocimientos para negociar con grandes empresas privadas”, señala. Para terminar, señala la raíz del problema: “Todo esto viene del hundimiento de las ventas de discos. Cada vez hay menos dinero para los artistas. Pasaron de recibir cheques millonarios a cobrar siete céntimos por canción descargada en Apple. A partir de ahí, la cosa solo ha empeorado, ya que ahora necesitan cuatrocientos o seiscientos clics para recibir siete céntimos de Spotify o Youtube”, lamenta.
Juan Rivas es presidente del consejo territorial de la SGAE Galicia. También es conocido por su grupo Estereóceano, pionero en maridar electrónica con ritmos latinos. “Creo que en la necesidad de la SGAE y en los derechos de autor, que son imprescindibles para el desarrollo de cualquier músico. Lo que necesitamos es una buena regulación de las prácticas actuales. No sería beneficioso que la CISAC expulsase a la SGAE, ya que dejaría a muchos músicos desprotegidos”, afirma. “El conflicto actual se presenta como una lucha entre facciones de autores, cuando en realidad se enfrentan, por un lado, las grandes discográficas y sus editoriales, y por otro unos nuevos actores, que son los medios de comunicación con intereses económicos en el mundo de la música. Las empresas en la era de la información han abierto nuevas vías de negocio, como por ejemplo Movistar, que ahora tiene un canal de televisión e invierte en sus propios contenidos con los derechos adquiridos de propiedad intelectual ”, recuerda. "Los perjudicados somos una mayoría de autores que no estamos vinculados a uno u otro bando, así que nadie defiende nuestros intereses”, añade.
Hace poco, un grupo de artistas y Podemos solicitaron la derogación del artículo 71 de la Ley de la Propiedad Intelectual, que regula los años que una editorial puede explotar una pieza musical. "La solución pasa por la política", según Rivas
Sobre La Rueda, insiste en que “lo que hace falta es una encontrar buena regulación, que atienda a todos los intereses. El capitalismo está lleno de 'ruedas', actores del mercado se alían para defender sus beneficios, muchas veces en posiciones de privilegio. La economía está volviendo a una lógica feudal donde todos nos adscribimos a un determinado señor, sea el castillo de la Sony o el castillo de Telecinco. Lo puedes llamar castillo, empresa o 'rueda', pero es complicado estar al margen de todo”, subraya.
¿Qué salida ve para la entidad? “Creo que la salvación pasa por la política. Hay que legislar muy bien la relación de los autores con las editoriales. Hace poco, un grupo de artistas y un partido político -Podemos- solicitaron la derogación del artículo 71 de la Ley de la Propiedad Intelectual, que regula los años que una editorial puede explotar una pieza musical. En la industria del libro son quince años, pero en la las editoriales de música pueden hacerlo hasta setenta años después de la muerte del autor. El objetivo debería ser equipararlo. Nuestros plazos son una exageración, no benefician a los autores. Es increíble el bombo que se le da a La Rueda comparado con lo poco que se habla de la necesidad de este cambio legislativo”, lamenta. “Es cierto que los canales de televisión se han extralimitado, hay que poner algún freno, pero solo estaban entrando en el mismo juego de máximo beneficio que los demás”, opina.
Directivos bajo sospecha
El último experto consultado es Adrian Vogel, ejecutivo discográfico español de origen rumano, que llegó a trabajar en CBS Nueva York, además de tener su propia discográfica independiente, Compadres. Comparte el desconcierto general y plantea preguntas cruciales. “Lo primero que pienso al leer las noticias es si alguien entiende algo. Un superventas como Alejandro Sanz se posicionó públicamente contra Teddy Bautista, pero hace nada apoyó su candidatura, sin que estén claros los motivos. Pasan cosas muy raras, empezando por tener a Hevia al frente, que es alguien que fue acusado de quedarse con los derechos de autor del productor Javier Monforte, que llegó a ejercer de guitarrista de Radio Futura y fue brazo derecho de la época de oro de las grabaciones de Paco Trinidad. No nos puede extrañar que Hevia sea uno de los grandes defensores de la gente de La Rueda. Hoy abres la prensa y lees que Pedro Letai, abogado de la SGAE, ha plagiado artículos completos de Ray Loriga y Manuel Jabois. ¿Se puede mantener una entidad de defensa de derechos de autor con personas que han tenido este tipo de episodios?”, pregunta retóricamente.
“La Rueda un cáncer que se va extendiendo y va salpicando a la entidad. La merma de derechos que provoca esta práctica está resquebrajando todas las relaciones internas" (Adrian Vogel, ejecutivo discográfico)
Hevia resultó absuelto, pero fue llamativa la manera en que que se desarrolló el juicio. "En esa época, el gaitero era un protegido de Teddy Bautista. Se tardaron diez años para obtener sentencia de primera instancia. Se extraviaron documentos en el juzgado. Se dilataron brutalmente los plazos. El pleito estuvo parado dos años sin justificación. El informe pericial fue totalmente favorable para Monforte. A pesar de eso, y de ratificar el informe justo antes de la sentencia, la jueza falló en favor de Hevia", explican fuentes de la acusación. Como poco, "el proceso fue reñido y estuvo plagado de irregularidades, por decirlo diplomáticamente", explica Vogel. El periodista y productor Julián Ruiz también recordó indignado el caso en su blog, Plásticos y decibelios.
Hevia cada vez está más solo defendiendo La Rueda tal y como la conocemos. “Esta práctica es un cáncer que se va extendiendo y salpica a la entidad. La merma de derechos que provoca está resquebrajando todas las relaciones internas. Es necesaria la intervención del Ministerio de Cultura, ya que hasta ahora todo se ha hecho mal. No se puede pedir a la policía que ejerza de crítico musical calificando la rueda como ‘música de baja calidad’. De madrugada igual suena música cutre para las astrólogas que salen Jorge Pardo, Víctor Manuel o los Carmona. Lo censurable es dedicarse a modificar partituras de dominio público para cobrar los derechos y registrar 1.700 composiciones en un mes, firmado decenas a tu madre y otras a tu cuñado. Directores como Von Karajan hacen unos arreglos valiosos de Beethoven, pero no hay tantos Von Karajan, estamos ante un enorme fraude de ley. Tampoco se puede demonizar la música de madrugada porque para un artista nuevo o de un estilo minoritario puede ser su única oportunidad de exposición o de conseguir un videoclip que enseñar a mánagers y ayuntamientos. Cuando yo estaba en la UFI (Unión de Fonógraficas independientes) sugerí una cláusula que prohibía ingresar en la asociación discográficas vinculadas a grandes medios de comunicación. Si la SGAE tuviera esa norma, se hubieran ahorrado muchos problemas”, concluye Vogel.