Salvo quien sea tan fan de Maluma como para ignorar hasta el peor de sus errores, salir del Wizink Center el pasado viernes con ánimo contrariado fue lo general. Sí, el colombiano ofreció un tremendo setlist y sí, tuvo varios momentos en los que brilló, pero la sensación que dejó es que podría haber dado más de sí mismo para que el público madrileño le sacase a hombros.
Para empezar, la gente ya estaba fría cuando Maluma salió al escenario. Al fin y al cabo, hizo acto de presencia 35 minutos tarde, lo que provocó que los asistentes se mirasen unos a otros sin saber en qué momento podrían disfrutar del concierto. Arrancó bien: tiró de una de sus canciones más conocidas, 'Hawái'. El público se enchufó al instante.
Después, siguió demostrando por qué es uno de los artistas más internacionales, capaz de reunir bajo un mismo techo a un tipo tan serio como Iván Espinosa de los Monteros y a una 'influencer' como Marta Díaz: su repertorio estuvo lleno de números 1: 'Borro Cassette', 'Chantaje', 'Madrid',... el cantante fue cantando una por una todas los temas que le han convertido en estrella. ¿Lo malo? Las pausas. Entre cada bloque de tres canciones, cuando tenía al público en sus manos, hacía un parón.
Uno de ellos estuvo justificado: cambió de escenario, se subió a uno más pequeño que estaba detrás del todo en la pista. Ahí cantó 'Felices los 4' y otro puñado de temas, ante la cara incrédula de los que habían pagado una entrada 'front stage' por estar más cerca de Maluma. Bien por él, ya que esta nueva política tan extendida en los conciertos ha acabado con las horas -y días- de cola por poder ver un concierto en primera fila. Ahora, si quieres eso, hay que pasar por caja.
Además, pese a tener a su alrededor un completo elenco de bailarinas, apenas interactuó con ellas. Estaban de puro atrezzo, no como una herramienta para elevar el nivel del show. Un desperdicio, aunque lo arregló 'humanizándose' cuando subió a una fan a bailar con él sobre este pequeño escenario: el único gesto que tuvo con el público y tuvo que ser con quien estaba al fondo de la sala. 'Fuck front stage', debió pensar el artista.
Quizá uno de los momentos más especiales de la noche fue cuando cantó ADMV, las siglas de amor de mi vida. Ahí demostró que cuenta con una buena voz, emocionando al público con un tema que cantó, en la primera parte, casi 'a capella'. Fue el momento en el que salió a la luz el artista romántico y enterró al personaje ligón y rodeado de 'babies'.
Maluma ofrece un cierre decepcionante
Con el público entregado, llegó el coitus interruptus: sin duda, el final dejó al público un mal sabor de boca. Se despidió de sus 'fanáticos', como él mismo los llama, se fue y no volvió a aparecer. La gente esperaba un 'bis' con algún tema mítico, como 'La temperatura', pero no, no regresó sobre las tablas del Wizink Center. Además, la última canción volvió a ser 'Hawái': cerró igual que empezó.
De largo, lo peor del concierto y quizá, con el que se quedó el público, que se marcho a casa con ganas de algo más. Quizá se deba a que el Wizink Center no permita más música a partir de las 12 de la noche. Ya le pasó al gran Kiko Veneno en 'Lucha de Gigantes' en 2019, cuando le cortaron el micro.
En conclusión: Maluma empezó tarde, luego consiguió enchufar al público para volver a perder esa conexión con un cierre decepcionante. ¿Hizo un concierto como para suspenderle? Ni mucho menos, porque hizo disfrutar a su público. Pero de un artista como el colombiano, lo que uno se espera es una actuación sobresaliente y estuvo bastante lejos de conseguirlo. Y más en un escenario mágico para cualquier artista como un Wizink Center lleno hasta la bandera.