A pesar del escepticismo de muchos, la película Star Wars: Los últimos jedi, de Rian Johnson, ha tenido la que se considera hasta ahora la mejor taquilla del año, al menos en lo que a la semana de estreno respecta. La segunda entrega de la nueva trilogía ha superado el millón de espectadores con una recaudación de 6,3 millones de euros, lo que supone la mejor apertura del año, según datos provisionales de la consultora Comscore Movies Spain. De momento, Star Wars deja en segundo lugar a Álex de la Iglesia, quien con Perfectos desconocidos suma 1,5 millones de euros a los 6,7 que llevaba ya recaudados desde su estreno
En Estados Unidos, el episodio octavo de la saga de Lucasfilm dirigido por Rian Johnson ha recaudado más de 186 millones de euros en su primer fin de semana, un 11 % menos que El despertar de la fuerza, de J.J. Abrams, con la que se relanzó la saga hace un año. En todo el mundo la recaudación de Los últimos jedi del fin de semana asciende a 381,6 millones de euros, lo que la sitúa en el quinto puesto de los mejores estrenos históricos, según la lista que publica la web especializada Box Office Mojo.
Star Wars: los últimos Jedi comienza justo donde terminó, hace dos años, El despertar de la fuerza. En esta nueva entrega de Johnson parte del enfrentamiento entre la Primera Orden y la Resistencia, los buenos, un bando en el que la joven guerrera Rey (Daisy Ridley) se encuentra con Luke Skywalker(Mark Hamill) en el planeta Ahch-To. La chica es una Jedi, y también una versión más contemporánea con la que se pretende conquistar a las nuevas generaciones que no han visto las entregas anteriores, eso así, sin olvidar a los nostálgicos: la inclusión en el filme de la desaparecida Carrie Fisher, Harrison Ford y Mark Hamill buscan ese efecto. La fórmula la completa Kylo Ren(Adam Driver, el otro último Jedi y nieto de Darth Vader), quien ejercerá su oscuro poder como cabeza de la Primera Orden pero se ve c
Resulta difícil remontar el espíritu de la primera entrega de Star Wars de George Lucas, estrenada en 1977. Existe una impronta religiosa en el culto que desató en sus primeros espectadores. Así que por muchos efectos y peripecias visuales que consiga este film, es poco lo que pueda llegar a emocionar a los más nostálgicos. Sin embargo, y como señala la mayoría de la crítica anglosajona, ni J. J. Abrams (director de El despertar de la fuerza) ni Johnson, son deudores de la feligresía de La guerra de las galaxias. Ellos buscan otra cosa: arrastrar a la mayor cantidad de público posible. Y si éste es nuevo, pues mejor.
Johnson ha tenido que entenderse con la imaginería de la ficción de Lucas: la huella de Darth Vader, el salero de R2-D2, la despreocupación de Ford, la seriedad de Hamill y la inteligencia de Carrie Fisher. Johnson revisita, por supuesto, el influjo, por no decir la catequesis, de Luke Skywalker, quien aparece representado como una figura mística, un monje. Será la Jedi femenina la encargada de desempolvar la fuerza del bien ante las pretensiones del lado oscuro.