Sergio Rodrigo Andrade buscaba mediante Google Maps un molino antiguo para fotografiar en los alrededores de su pueblo cuando descubrió una líneas extrañas en un campo de labranza. Se puso en contacto con el Museo de Burgos para comunicar el descubrimiento. La villa estaba catalogada por el hallazgo en la zona de restos de la época pero no se había localizado su emplazamiento.