Mariano Rajoy se la lanzado a la campaña catalana con la esperanza de aliviar el demoledor resultado que avanzan los sondeos. En Génova se confía en el tirón del presidente más que en la marca de sus siglas. Y, desde luego, en que el voto útil, al final, ofrezca una sorpresa. Vencer en las urnas a los separatistas es el objetivo prioritario. Una proeza histórica cada vez más cerana. Un triunfo que se disputarán Ciudadanos y el PP.
Arrimadas asciende en cada sondeo. García Albiol se estanca en las posiciones de cola. El lado bajo de la horquilla le sitúa como última o penúltima fuerza. Ciudadanos aparece siempre en cabeza y casi siempre, victoriosa. El respaldo de la provincia de Barcelona, tradicionalmente antisoberanista, pude decidir el resultado de las urnas.
El principio de Rivera
En el cuartel general de los populares se confía en ese último impulso de Rajoy. Se acaricia con esperanza el revolcón a los secesionistas, furo del 155, según las proclamas de campaña, pero se teme el mano a mano con Ciudadanos. Un 32-6 en favor de la fuerza naranja resultaría una catástrofe. Podría ser el principio de una expansión de Albert Rivera por el resto de España.
Hay argumentos para el consuelo en Génova. "No son datos extrapolables" a nivel nacional, es el más escuchado. "El voto que se ha ido a Ciudadanos en Cataluña no lo hará en otras comunidades", añaden. "El PP sigue siendo la marca de confianza del centro derecha", concluyen. La inquietud ha anidado en el seno del equipo de Moncloa.
La campaña arrancó muy débil, con un Albiol contenido por instrucciones directas de Madrid. Se reaccionó tarde y algo mal. El desembarco de ministros del Gobierno en Cataluña, con Soraya Sáenz de Santamaría al frente, no se ha tenido efecto alguno en los sondeos. La esperanza se basa en ese quince por ciento de indecisos que, en buen parte se le supone no nacionalista.
Arrimadas está redondeando una campaña certera. Se ha convertido en el objetivo de casi todos los ataques, es decir, en la protagonista del sector constitucionalista. Miquel Iceta se está empleando con inteligencia, pero su apuesta trasversal le aleja del voto útil, que será decisivo. El PP, que parte de 11 diputados, cruza los dedos para no bajar de 8 y que la CUP y Podemos se sitúen por debajo. Un anhelo que, ahora mismo, se antoja muy complicado, según reconocen en sus propias filas. Rajoy, más que nunca, echará el resto en este empeño que empieza a oler a fracaso.