El bosque: Pedro Sánchez no podrá llegar a La Moncloa si no es con la abstención de Podemos (65 diputados junto a las organizaciones satélite) o del PP (123 escaños). A día de hoy, ambas posibilidades son nulas.
Las ramas: Pedro Sánchez quiere llegar a un acuerdo con Ciudadanos, bastante avanzado, que le aporte un barniz centrista en la campaña que podría agonizar el 26 de junio con nuevas elecciones.
Así está el paisaje, casi dos meses después de celebradas las legislativas, con Sánchez campando a sus anchas por la pista que Mariano Rajoy le dejó libre al declinar presentarse a la investidura. Su habilidad le ha servido para presentarse ante los españoles como un hombre de Estado dispuesto a dejarse la piel para formar Gobierno y ante su partido como alguien capacitado para asumir tan alta responsabilidad.
Para no rendirse fuera de época al carnaval de la investidura, conviene tener presente la aritmética parlamentaria nacida el pasado 20 de diciembre. Desde entonces, el PSOE cuenta con 90 diputados en el Congreso, 86 menos de los necesarios para la mayoría absoluta. Para llegar a la mayoría simple, suma a partir de la cual Pedro Sánchez aspira a convertirse en presidente del Gobierno, tendría que conseguir que al voto negativo de los 123 diputados del PP no se sumaran los 65 que respetan la disciplina de Pablo Iglesias (los 4 de Compromís se sitúan fuera de ella). Si lo hicieran, de nada valdrían las posibles complicidades de los 40 diputados de Ciudadanos, los 9 diputados de Esquerra Republicana, los 8 de Democracia y Libertad, los 6 del nacionalismo vasco, los 4 valencianos de Compromís, los 2 de Izquierda Unida, los 2 de Bildu y el único de Coalición Canaria. En total, suponiendo que toda este melée apostara junta a la abstención, que ya es suponer, Sánchez perdería la votación con 188 votos en contra de su investidura y 162 a favor.
Los naipes con los que Pedro Sánchez sigue construyendo su castillo, miran con claridad al 26-J, aunque él todavía confía en el milagro de que a Pablo Iglesias, en el último minuto, le entre el vértigo de votar lo mismo que Mariano Rajoy y evite unas nuevas elecciones. Salvo que el líder de Podemos sea un travestido, no lo hará y, por tanto, la pregunta inmediata es si a Ciudadanos le interesará ir a ellas con un pacto de Gobierno cerrado con el PSOE. Aquí hay opiniones para todos los gustos, pero la respuesta la tendremos la semana que viene.
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