Probióticos, prebióticos o postbióticos. Seguro que has escuchado estas tres palabras en más de una ocasión pero es probable que desconozcas para qué sirve cada uno de ellos, cómo deben tomarse o dónde se encuentran de manera natural. En los últimos años se ha definido que la microbiota o flora intestinal -cuyo objetivo es desarrollar funciones nutritivas y de defensa para el individuo- se ha convertido en un elemento clave para la salud.
La flora intestinal es el conjunto de microorganismos vivos o bacterias que se encuentran en el intestino del organismo humano. La existencia de estas bacterias intestinales es muy beneficiosa para el desarrollo del sistema inmune, así como para la conducta humana y el estado de ánimo. Aunque la microbiota es bastante estable, puede variar por algunos motivos como un cambio en el tipo de alimentación, una infección, la ingesta de antibióticos o incluso por estrés.
Por eso, existen alimentos y suplementos (siempre con supervisión médica) que ayudan a mantener la microbiota a raya a través de la ingesta de probióticos naturales, bacterias -principalmente- como las que se encuentran en nuestra microbiota, pero de las que se conoce alguna actividad concreta positiva.
Los probióticos, los más conocidos
Los probióticos contienen organismos vivos, generalmente cepas específicas de bacterias que se añaden directamente a la población de microbios sanos en el intestino. Los probióticos han sido definidos por la Organización de Alimentación y Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas y por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como microorganismos vivos que cuando se administran en cantidades adecuadas confieren un beneficio a la salud.
Entre los beneficios se encuentra una remisión de síntomas en las malas digestiones, reposición de la microbiota después de que la residente haya sido eliminada por cualquier causa, prevención de la mastitis durante la lactancia y otros como la enterocolitis necrotizante, enfermedad inflamatoria intestinal y colitis pseudomembranosa.
El alimento probiótico más conocido es el yogur, que se obtiene de la fermentación de la leche con diferentes bacterias que quedan en el producto final. También los encontramos en otros alimentos, menos usados en los países occidentales, como el chucrut, la kombucha y el kimchi. Los suplementos probióticos también contienen organismos vivos. Una dosis única puede incluir una cepa particular de microbios o una mezcla de microbios. Estos suplementos deben tomarse siempre bajo supervisión de un médico.
Qué son los prebióticos
Aunque parece un tema reciente, lo cierto es que los prebióticos ya se usaban en la dieta homínida y se consumían a través de vegetales. Posteriormente, a pesar del aumento del consumo de carne y otros alimentos, no se abandonó el consumo de frutos, semillas y tubérculos, lo que ha dado lugar al modelo omnívoro que tenemos los seres humanos en la actualidad.
Los prebióticos están constituidos por moléculas de gran tamaño que forman parte de la fibra alimentaria, en su mayoría hidratos de carbono (oligo y polisacáridos) que son fermentados por la flora intestinal. Eso sí, debemos saber que no todas las fibras que ingerimos tienen actividad prebiótica. Estas sustancias promueven el crecimiento de las bacterias beneficiosas para el intestino.
Para no confundir probióticos y prebióticos, es necesario saber diferenciarlos. Los primeros proporcionan bacterias exógenas vivas a la microflora, mientras que los prebióticos favorecen el crecimiento de estas bacterias a base de aportarles diferentes sustratos. Su acción tiene lugar en el intestino grueso o colon, donde las bacterias de la microbiota intestinal fermentan los prebióticos alimentarios.
Existen alimentos que contienen prebióticos y ejercen un efecto beneficioso sobre nuestro intestinos. Se encuentran sobre todo en alimentos de origen vegetal y algunos de los que más nos ayudan son el ajo, las alcachofas o la cebolla. También están en frutas como los plátanos y otros alimentos como la miel, cereales como el trigo o la avena, en la soja, legumbres, en los espárragos o el puerro.
Qué son los postbióticos
Quizá son los menos conocidos de los tres, pero en los últimos años se ha hablado mundo de los postbióticos. Se trata de sustancias producidas por los microorganismos probióticos con efectos beneficiosos sobre la salud a nivel nutricional, metabólico e inmunitario. Es decir, moléculas producidas principalmente por las bacterias de la microbiota intestinal que tienen una actividad beneficiosa para la salud.
Entre los postbióticos se encuentran ácidos grasos de cadena corta (AGCC) como acetato, propionato y butirato, siendo este el más estudiado por sus beneficios porque se absorbe y se usa como fuente de energía para las células del colon (como si fuera el alimento del colonocito). El butirato equilibra la microbiota intestinal, tiene actividad antiinflamatoria e inmunomoduladora y puede contribuir a regular el apetito, entre otros beneficios.
Beneficios para la piel de los probióticos
La piel dispone de forma natural de un conjunto de microorganismos que cohabitan en su superficie y crean la primera línea de defensa para proteger el cuerpo de agresores externos, conocida como flora cutánea. “Los probióticos, prebióticos y postbióticos son los encargados de garantizar el bienestar de este ecosistema, para así evitar numerosas afecciones de la piel”, explica Rebeca Gómez, cofundadora de Gloü Organics. “Sin embargo, cada una de estas sustancias cuenta con sus propias características y propiedades diferentes”, añade.
“Los probióticos son microorganismos vivos que aportan beneficios sobre la piel, se trata de un suplemento bacteriano extremadamente suave para la piel que contribuyen a mantener saludable el microbioma y la barrera de la piel”, afirma.
El uso de prebióticos en cosmética permite aumentar la actividad y el crecimiento de la flora cutánea, manteniendo su bienestar y salud y evitando el desarrollo de agentes patógenos. “Los prebióticos son el alimento para que esos microorganismos vivos que habitan en nuestra piel garanticen el correcto funcionamiento de la microbiota. Estos ayudan a preservar y recuperar las bacterias buenas propias de la flora cutánea y contribuyen a equilibrar, aumentar y reforzar las defensas de la barrera protectora de la dermis”, asegura Gómez.
Los postbióticos aportan numerosos beneficios para el correcto equilibrio de la piel y la estabilidad de su función barrera. “Se trata de unos componentes bioactivos resultantes de la fermentación bacteriana, es decir, son el producto del metabolismo de los microorganismos que están presentes en la piel”, aclara. Estas sustancias actúan como fertilizante de la microbiota que ayuda a reforzar la piel y su acción protectora.