Una persona celosa puede llegar a serlo por muchos motivos y en muchas situaciones que no siempre tienen una justificación racional. El entorno en el que la persona celosa ha crecido puede ser importante para su personalidad con respecto a las relaciones de pareja y puede haber algunos factores que determinan esos celos al estar en una relación sentimental.
El miedo a estar solo o a perder a la otra persona, un sentimiento de posesión nada sano si hablamos de amor, inseguridades o incluso experiencias sentimentales pasadas en las la persona haya sufrido una infidelidad, pueden motivar que una persona pueda ser celosa, algo que le puede hacer muy infeliz a él mismo y a su pareja.
Los celos son una amalgama de emociones, muchas veces originadas en inseguridades internas. “Estas inseguridades pueden haberse gestado a partir de experiencias pasadas, como un historial de abandono o traición, o simplemente de una autoestima que ha sido erosionada con el tiempo, llevando a alguien a sentir que no es "suficiente" o que está en constante competencia con otros”, explica la psicóloga Ana Morales, especializada en aceptación corporal.
¿Por qué una persona puede ser celosa?
Dos de los factores influyentes en el desarrollo de los celos son “el entorno y la educación. Si una persona creció en un ambiente donde los actos posesivos y los celos eran vistos como una expresión de amor, es probable que lleve esos valores y percepciones a sus relaciones adultas. Las normas culturales, en algunas sociedades, pueden también reforzar la idea de que la posesividad es una manifestación de cariño genuino”, añade Morales sobre por qué una persona puede ser celosa.
Además, en la sociedad moderna, donde la comparación con los demás es constante, en particular debido al auge de las redes sociales, los celos pueden potenciarse. “A menudo se nos insinúa que nos comparemos con otros, ya sea por cómo lucimos, lo que hemos logrado o las relaciones que mantenemos, lo cual puede agravar la sensación de no ser suficiente”.
En ocasiones, “la persona celosa o los celos nacen de un anhelo oculto de dominar a la pareja. Esta necesidad puede estar menos relacionada con el otro individuo y más vinculada a un conflicto interno, a una carencia de autoconfianza o de seguridad en la relación. Es crucial entender que, aunque los celos a menudo se confunden con amor debido a su intensidad, son emociones diferentes”.
Mientras que los celos se centran en inseguridades, miedos y el deseo de controlar, el amor genuino se arraiga en la confianza, el respeto mutuo y el deseo de ver a la otra persona florecer. “Amor significa querer lo mejor para alguien, y los celos, por otro lado, pueden eclipsar ese deseo con nuestras propias inseguridades”.
¿Una persona celosa se puede justificar?
¿En alguna situación los celos son 'justificables'?, le preguntamos a la psicóloga. “En toda relación humana, las emociones juegan un papel fundamental. Los celos, siendo una de esas emociones, no siempre aparecen ‘sin razón’. En situaciones donde la fidelidad o la confianza están evidentemente en juego, como al descubrir una infidelidad o al presenciar actitudes indebidas, es comprensible que surjan emociones de celos o desconfianza y que una persona se muestre celosa”.
En estas circunstancias, los celos son una emoción legítima porque después de todo, somos humanos. “Sin embargo, el hecho de sentir celos no siempre justifica las acciones que tomamos en respuesta, es decir, no es tanto una cuestión de si los celos son "justificables", sino más bien de cómo se gestionan estos sentimientos.
Reaccionar con celos intensos, aunque comprensible en ciertos contextos, no resuelve la raíz del problema. De hecho, una persona celosa puede amplificar las tensiones y generar más conflictos en la relación. En lugar de permitir que los celos conduzcan a acciones impulsivas o controladoras, es vital tomarse un momento para reflexionar sobre la situación. ¿Por qué siento celos? ¿La situación lo justifica o es una reacción basada en traumas o inseguridades pasadas?”, recalca la experta.
Mientras que la confianza quebrantada puede ser una herida profunda en la relación de pareja, es esencial recordar que “los celos no curarán esa herida. Por el contrario, la sanación viene a través de la comunicación abierta, la comprensión mutua y, en última instancia, la decisión de ambos miembros de la pareja sobre cómo avanzar, ya sea juntos o separados. Es posible que se necesite apoyo externo, como la terapia de pareja, para navegar por estos desafíos y encontrar una resolución”.
Relación sana, relación libre de celos
Una relación sana y feliz se construye sobre pilares de respeto, confianza y comunicación abierta. “Por ejemplo, si uno de los miembros de la pareja tiene un día difícil en el trabajo, el otro ofrece una escucha atenta en lugar de minimizar sus preocupaciones. No sólo se trata de sentir amor, sino de crear un ambiente donde ambas partes se sientan valoradas y apoyadas, como cuando uno celebra los logros del otro, ya sea una promoción en el trabajo o alcanzar una meta personal como correr una maratón”, nos dice la psicóloga.
Es esencial que cada individuo en la relación de pareja se sienta libre de expresar sus sentimientos, inquietudes y deseos sin temor a ser juzgado. “Imagina que uno de los dos desea retomar un hobby o interés, como aprender a pintar; en una relación sana, el otro socio alentaría esta exploración en lugar de verla como una amenaza o una distracción. Esta atmósfera de aceptación mutua fomenta un crecimiento conjunto”.
Por ejemplo, continúa Morales, “si ambos descubren que quieren mejorar su salud, podrían comprometerse a hacer ejercicio juntos o adoptar una dieta más saludable, apoyándose mutuamente en el proceso. En una relación sana, se promueve la independencia y autonomía de cada uno, reconociendo que, aunque forman una pareja, cada uno tiene sus propias metas y aspiraciones. Esto se puede ver en situaciones como cuando uno decide volver a estudiar o cambiar de profesión y el otro brinda apoyo emocional y comprensión”.
Las parejas en relaciones saludables también practican la empatía, esforzándose constantemente por entender y validar las emociones del otro. Por ejemplo, si uno está preocupado por una situación familiar, el otro no lo descarta, sino que muestra interés real y ofrece su apoyo. Además, juntos trabajan para resolver los conflictos que surjan de manera constructiva.