El sexo tántrico como tal no existe. Esto es lo primero que debes saber si quieres iniciarte en esta práctica, ya que lo que sí existe es el Tantra, que es una experiencia holística con orígenes budistas que nació hace más de 5.000 años. Según lo que propone esta filosofía, su puesta en práctica nos facilita ser conscientes de todo lo que tenemos alrededor y de lo que sucede con nuestra energía interna.
Su base fundamental es el aquí y ahora, el presente, y esa actitud o estilo de vida se aplica también al sexo como una actitud en la que no se juzga al otro y se conecta con el ser más profundo tanto propio como de la pareja. Si la idea es aplicar el Tantra a las relaciones sexuales hay que asumir que se permite una vida con más libertad y que ayuda a desarrollar los sentidos y la forma en la que nos queremos a nosotros mismos y a los demás.
El Tantra logra por tanto hacer más intenso el sexo ya que hace que pongamos toda nuestra atención en ese momento concreto para una fusión total de cuerpo y mente que aumenta nuestras sensaciones. Al contrario que en la concepción tradicional del sexo, que une placer con orgasmo o eyaculación, el sexo tántrico considera esto como una especie de desgaste de energía y su objetivo es llegar al máximo placer sin la necesidad de eyacular. Además, el fin del sexo tántrico no es el placer en sí mismo sino el autoconocimiento y el compartir energías.
Algunos de sus beneficios son conocerse mejor a uno mismo, una reducción de la ansiedad al controlar mente y cuerpo y ser conscientes de nuestra respiración y un mayor control de todos los sentidos. Además, favorece la conexión con la pareja y elimina posibles tabúes para concentrarse solo en la energía y el relax.
Claves del sexo tántrico
Si eres principiante, debes saber que la práctica del sexo tántrico requiere que las dos personas no consideren al otro superior o inferior y se lleva a cabo con absoluta naturalidad. En este tipo de sexualidad, los sentidos deben ser lo primero y hay que prestar especial atención a todo lo que tú y tu pareja sentís, escucháis o tocáis cuando llegáis a un momento de placer.
Como decíamos, la libertad es una de las claves del sexo tántrico por lo que no trates de comparar una relación de este tipo con otras que hayas tenido anteriormente. Deja que todo fluya, no juzgues, haz que tu mente ‘resetee’ y concéntrate en ese momento concreto y en todo lo que estás sintiendo. Tampoco hay egoísmo aquí, por lo que es muy importante que recibas placer pero que también se lo hagas sentir a la persona con la que lo estás practicando.
Olvídate de las prisas en el sexo tántrico. No hay que llegar antes al orgasmo, lo ideal es sentir el máximo de tiempo esa sensación de relajación y placer tan satisfactoria. Hay que ir de menos a más, empezando por zonas menos sensibles del cuerpo hasta llegar a aquellas más excitantes y erógenas. El objetivo es vivir una experiencia única, relajante y excitante al mismo tiempo y durante el máximo tiempo posible.
Quédate con estas dos palabras: orgasmo valle. Es el orgasmo tántrico. En Occidente estamos habituados a buscar el orgasmo de manera rápida, pero en el tántrico se trata de estar y no de llegar. La excitación se va prolongando poco a poco, puede descender en algunos momentos de la relación y hay que volver a empezar con el mismo interés para luego sentir otra vez esa sensación que se va alargando. Requiere conexión y tiempo en la unión de las dos personas. Tampoco la penetración es el objetivo del sexo tántrico sino buscar una excitación que dure en el tiempo y que nos mantenga profundamente conectados con nuestro cuerpo y mente y el cuerpo y la mente del otro.
Para empezar, se pueden buscar estímulos a través de una música relajante o un aroma que nos inspire tranquilidad por ejemplo con una vela. Ponte frente a tu pareja, mírala a los ojos y siente su energía y su aliento para sincronizar vuestra respiración e ir al unísono. No es necesario conocer mucho a la otra persona, pero sí debéis estar de acuerdo en que buscáis la misma experiencia tántrica para estar los dos con la misma sintonía y energía.
Tres ejercicios de sexo tántrico
Mira a los ojos. Puede parecer fácil, pero no todo el mundo se ‘atreve’ a mirar a los ojos a la otra persona a la hora de tener una relación sexual. En este ejercicio, las dos personas están sentadas una frente a la otra y desnudas y se consigue aumentar la conexión entre los simplemente mirándose fijamente a los ojos durante unos minutos. Podrás comprobar qué siente la otra persona sólo manteniendo el contacto visual. Esto requiere práctica, pero poco a poco irás comprobando los avances que harán que vuestra energía sea compartida.
Busca tu ritmo. En el sexo tántrico el ritmo es una parte esencial para que el placer sea continuo y máximo. Un ejercicio es comenzar a ir variando los ritmos durante toda la relación sexual, ya sea durante los preliminares o durante el coito, pasando de movimientos más lentos a otros más rápidos, bajando la intensidad de las caricias para luego hacerlas más enérgicas e igualmente durante la penetración con secuencias fijas más suaves y otras más fuertes que se repitan varias veces. Ese cambio de ritmo hará que aumente la excitación y el orgasmo será más intenso.
Un parón a tiempo. Este ejercicio requiere algo más de práctica y puede que no lo domines desde el principio. Como en el sexo tántrico el orgasmo valle es el que nos interesa, una técnica para tomar conciencia de ese momento final del clímax con la eyaculación consiste en parar justo en el instante previo a que se eyacule. Parad, respirad y después de un par de segundos seguid donde lo habíais dejado. Es clave que las dos personas sean capaces de reconocer ese momento previo para parar y sentir al máximo el placer durante más tiempo.