En Tineo, el agua abunda, como antaño abundó el oro. En Tineo, los bosques y valles, los ríos y la niebla, y también las vacas, han sellado la identidad de los habitantes del segundo concejo más grande de Asturias. Allí, en el occidente del Principado, ha quedado impregnada para siempre la memoria de un grupo social, los Vaqueiros de Alzada, pastores nómadas que en los duros inviernos se acercaban a los pueblos costeros y en los veranos luminosos subían, en busca de pastos, a las brañas de la montaña con sus animales y con sus familias. Eran rebeldes, tenaces y tranquilos.
El ADN de los Vaqueiros rezuma en toda la comarca –una de las más importantes productoras de leche de España–, un museo rememora su forma de vida y muchas empresas reivindican aquel carácter resistente. “Los Vaqueiros y la montaña no solo marcan el perfil de las personas de Tineo, también el de las personas de Cafento. Hay una parte de nosotros que es como es por estar donde estamos. Ahora, las comunicaciones han avanzado pero sigue siendo una zona dura, donde casi siempre surge la niebla, con gente emprendedora, trabajadora, reservada y luchadora”. Quien habla es Raquel Castañón, directora de recursos corporativos de Cafento, compañía asturiana de producción y distribución de café por toda España, con centro de operaciones en la misma Tineo. La empresa emplea a unas 500 personas, produce 5 millones de kilos cada año y su economía va viento en popa: en 2023 facturó más de 120 millones de euros.
“Nuestra cuota de venta es ahora del 9 % del mercado nacional. Queremos que aumente colaborando más con el hostelero, desarrollando nuevos productos e inculcando la cultura del café”
A pesar de su importancia en la economía local y asturiana, Cafento sigue siendo una gran desconocida. Y eso que su historia es casi centenaria. Comienza a principios de los años treinta del siglo XX en Buenos Aires. El gallego Manuel Rodríguez y la asturiana Pilar Menéndez de la Fuente tienen su primer hijo, Juan Carlos, en la capital argentina. Les va bien con su comercio y están contentos. Tanto, que deciden viajar a Tineo para presentar el bebé a su familia. España vive momentos convulsos, un golpe de Estado provoca la Guerra Civil. “Están expectantes, pero pronto se dan cuenta que va a ser muy difícil volver y deciden utilizar su experiencia para montar una tienda de coloniales –ultramarinos se llamaba en otros lugares–, un comercio que todos conocen como El Gallego y donde no solo se venden alimentos, también se tuesta café.
El valor emocional del café
A partir de los años cincuenta, Juan Carlos separa la actividad del tostado de café de la tienda y se pone a vender café fuera de Tineo con la denominación Cafés El Gallego. Y es en 1987 cuando se inicia el crecimiento inorgánico de la empresa, compra otra compañía de café y la mantequera de Tineo. “El sector del café está muy atomizado, en todos los pueblos hay tostaderos. Hoy, bajo el paraguas de Cafento (marca estrenada en 2006), conviven 29 marcas de café españolas –26 locales y 2 nacionales– y una irlandesa”, explica Castañón. Dispone de 120 rutas en toda España. La estrategia de esta empresa familiar es crecer adquiriendo otras “pero manteniendo la vinculación emocional de cada café”, comenta.
Cuando tú llegas a la fábrica de Cafento en Tineo, te das cuenta de que todos los empleados saben cómo hacer una buena taza de café
Cafento no trabaja con orígenes únicos de café –su materia prima procede de veinte lugares pertenecientes al denominado cinturón del café–, sino con recetas. “Combinamos distintos puntos de tueste con distintos orígenes y eso da lugar a una receta. Uno de nuestros pilares es que cuando integramos marcas o empresas de café, reproducimos en cada lugar esa receta que está vinculada emocionalmente con el consumidor. Para nosotros es importante ese valor histórico y, al mismo tiempo, introducimos nuevas recetas vinculadas a las nuevas tendencias. Ahora sabemos que hay consumidores que buscan un café más ecológico o que las nuevas generaciones, los milenial, por ejemplo, reclaman un café con más cafeína”.
Algunos de los productos de la empresa.
Una cultura del café como la de la cerveza o el vino
Según datos de la compañía, Cafento es la empresa con mayor número de recetas en Europa, por encima de 300, “porque al final el café que producimos aquí para Levante no es el mismo que para Andalucía o para Castilla y León”. La empresa se dedica fundamentalmente a distribuir café al sector HORECA (acrónimo de hoteles, restaurantes y cafeterías), más de 14.000 establecimientos en toda España. Y es ahí donde encuentra otro de sus propósitos: cambiar la cultura del café, igual que ha pasado en las últimas décadas con la cerveza o el vino.
De ahí que el desafío sea la formación y la presencia del barista, una figura importante que está al servicio de los clientes de esta empresa arraigada en Tineo. Este experto en hacer preparaciones con café enseña al personal de los establecimientos cómo tratar mejor el café, como llegar a la taza perfecta. “Cuando tú llegas a la fábrica de Tineo te das cuenta de que todos los empleados saben cómo hacer una buena taza de café. En la zona de cafetería hay cafeteras profesionales para que desde el CEO al último empleado que ha entrado se preparen su propio café. Utilizamos molinillo, prensamos el café, cremamos la leche… Tenemos que influir en nuestras familias, amigos, entorno para avanzar en esa cultura del café”.
Combinamos distintos puntos de tueste con distintos orígenes y eso da lugar a una receta. Tenemos más de 300”
Castañón aporta una pedagogía sencilla: hay que controlar primero el punto de molienda, “que determina cómo va a pasar el agua a través del café”. Con un molido demasiado grueso y sin prensado, el agua pasará rápido y no extraerá todas las cualidades del café. Con un molido muy fino y excesivamente prensado, al agua le costará penetrar y al estar caliente, puede quemar el café. “Todo eso tiene que saberlo el hostelero”, reconoce. Y luego hay que controlar el punto de extracción, el tiempo que está pasando el agua, y cómo conviertes en cremosa la leche. Con cada kilo de café, un responsable de un hotel, bar o restaurante puede llegar a sacar 120 tazas de café. Según datos que aparecen en su web, Cafento sirve al año 500 millones de tazas de café, 20 millones de infusiones, 1 millón de chocolates y medio millón de tés helados.
Volvamos a Tineo, a la factoría de La Curriscada. Aquí está muy presente Carlos Manuel Rodríguez, tercera generación de la familia cafetera y que falleció repentinamente en 2021 cuando era consejero delegado. En la actualidad, su hermana Paula Rodríguez es la directora general, la persona que lleva las riendas del crecimiento de la empresa y de la que depende su inmediato futuro, centrado en la innovación y transformación digital. En la sala de reuniones Jamaica, donde se toman las grandes decisiones, la presencia de un gran mural dibujado no deja dudas sobre la trayectoria y legado de la empresa. En esta fábrica se tuesta y envasa todo el café de forma automatizada y robotizada, y de aquí sale para toda la geografía con una estructura de transporte y logística propia de Cafento, con dos puntos añadidos muy cerca de Madrid y en Andalucía.
Quedarse a trabajar en su tierra
¿Y por qué mantener el centro de operaciones en una comarca tan alejada como Tineo? “Estar aquí forma parte de nuestros valores, tenemos la obligación de devolver a la tierra de la que salimos lo que nos dio. Para nosotros es un orgullo. Vale que a veces nos cuesta más encontrar o desplazar talento, pero a lo largo de estos años hemos ayudado a que las comunicaciones sean mejores, a que la gente de aquí quiera quedarse a trabajar en su tierra, a que lo tenga más fácil para desarrollar un proyecto vital sin moverse”, admite Raquel Castañón, que confiesa que el curso pasado la guardería de Tineo se llenó con hijos de empleados de la compañía.
Hace unos años, cuando la responsable de recursos corporativos, natural de Gijón, llamó a la Federación Asturiana de Empresarios, “tuve que deletrear el nombre de Cafento porque no sabían qué era Cafento”. Ahora, Paula Rodríguez es reconocida a menudo por su labor en la dinamización económica de la comarca asturiana y por darla a conocer internacionalmente. Paula es joven y comprende lo que ocurre alrededor. Y, además, conoce el negocio desde cero. Es la primera que no olvida de dónde viene y lo que ha costado. “Ella está liderando el uso de análisis predictivos, de herramientas de inteligencia artificial y otras innovaciones para seguir avanzando y ser capaces de influir en nuestros clientes. El proyecto de digitalización consigue monitorizar al milímetro las ventas, los clientes, logra que nos anticipemos”, añade la directora de recursos corporativos.
Estar en Tineo forma parte de nuestros valores, tenemos la obligación de devolver a la tierra de la que salimos lo que nos dio. Para nosotros es un orgullo
A pesar de todo, la despoblación ha afectado a esta zona. Si a principios de los años ochenta, los habitantes del concejo superaban los 20.000, ahora apenas rozan los 9.000. Cafento es un cortafuegos, colabora con los institutos y centros de Formación Profesional y con las universidades asturianas para atraer talento. “Aquí crecemos arropados por el entorno y luchamos por que se mantenga la Asturias rural. Intentamos convencer a la gente joven que sus padres y abuelos crearon una red de sujeción que ahora ellos pueden aprovechar. Es más fácil lanzarse al vacío con esa red que marcharse fuera sin nada”, comenta Castañón.
Un trabajador de Cafento.
Legado familiar y sostenibilidad
La filosofía de la empresa está unida a la aventura familiar. Para Paula y Pilar –la hermana pequeña, dedicada a la parte inmobiliaria–, ese legado es esencial. El futuro pasa porque Cafento siga siendo una de las mayores empresas cafeteras con capital 100 % español “y nuestra cuota de venta, que ahora es aproximadamente del 9 % del mercado nacional, aumente colaborando más con el hostelero, desarrollando nuevos productos para las nuevas generaciones e inculcando esa cultura del café que defendemos”, concluye.
Para ello, necesitan como “aliados de confianza” a los proveedores financieros. “Es una relación de confianza mutua, tienen que conocer cómo marcha la empresa y por eso vienen sus responsables dos o tres veces al año”. Anualmente, por ejemplo, tienen que financiar la inversión en máquinas cafeteras profesionales porque las que hay en hoteles, restaurantes y cafeterías son propiedad de Cafento, y sus precios van desde los 2.000 a los 9.000 euros cada una. “Hay que renovarlas cada cuatro años, y esa inversión no es pequeña”.
Cafento mantiene una estrategia de crecimiento para los próximos años centrada en participar en el accionariado de empresas del sector que estén bien posicionadas en zonas influyentes del mercado y, por otro lado, en proyectos innovadores vinculados con la sostenibilidad. El objetivo, alcanzar los 150 millones de facturación en 2028. Además de avances en domótica para la climatización e iluminación, y en reducción de consumo energético, la cascarilla del café se lleva a empresas especializadas en convertirlas en biocombustibles. “Para nosotros es importante la parte social. Siempre nos quejamos de la desconexión entre los conocimientos que adquieren los estudiantes y las necesidades empresariales, por eso colaboramos con las entidades académicas y educativas para que tengan una experiencia empresarial. Por Tineo pasan muchos colegios para conocer todas las áreas de una empresa”.
¿Te acerco?
Más allá de las grandes ciudades existen relatos de empresas que valen la pena conocer. Empresas que tienen un vínculo especial con los pueblos y los territorios donde han edificado su particular manera de dirigirse a sus clientes. Son negocios que, al igual que Banco Sabadell, han contribuido al desarrollo socioeconómico de esos lugares donde, un día, quisieron abrir las puertas y mantener el compromiso con sus gentes. Conoce su historia de primera mano en este proyecto.