Admitámoslo: tradicionalmente, el concepto de infertilidad se ha asociado a problemas de la mujer. La historia está repleta de reyes que encadenaban matrimonios en busca de una esposa apta para darle un heredero ante el “fracaso” de las anteriores. Muchas veces, el problema de infertilidad o esterilidad lo tenía él, pero eso ni se planteaba.
Aún hoy, cuando una pareja intenta un embarazo sin éxito, casi todas las miradas se vuelven enseguida hacia la parte femenina, y las conversaciones en familia o con amigos suelen centrarse en otros casos conocidos de mujeres que también han tenido dificultades.
¿Y si la infertilidad es masculina? La mayoría de los estudios estadísticos establece que los problemas para lograr un embarazo son atribuibles al hombre o a la mujer en un porcentaje similar, en torno al 40 %. El 20 % restante se debe a problemas de ambos o, en menor medida, a causas desconocidas.
La mayor parte de los problemas de fertilidad masculina se debe a alteraciones en la movilidad, cantidad o morfología de los espermatozoides por causas anatómicas, infecciosas, endocrinas o cromosómicas.
Fragmentación del ADN espermático
Entre los problemas de origen cromosómico se encuentra lo que se denomina fragmentación del ADN espermático. Los espermatozoides, como toda célula, llevan la carga genética en forma de ADN. Por diversas causas, este ADN puede romperse (fragmentarse), provocando problemas de fertilidad en el hombre.
Cuando, en la fecundación del óvulo, el espermatozoide transmite su carga genética dañada, puede impedir el embarazo, causar problemas de implantación o provocar abortos. Un problema añadido en la fragmentación del ADN es que no se detecta en el estudio convencional de la calidad del esperma en un proceso de reproducción asistida.
Para solventar este problema y seleccionar únicamente los espermatozoides sin fragmentación del ADN o con menor carga dañada se ha desarrollado un sistema relativamente sencillo en su funcionamiento, pero que ha resultado altamente eficaz. Se trata de un “chip de la fertilidad” denominado Fertile.
“Consiste en una cámara con fluidos en la que depositamos una pequeña cantidad de semen. El sistema cuenta con una especie de carriles por los que tienen que pasar los espermatozoides, que se incuban muy poco tiempo. La clave está en que por el orificio de salida solo pasen los espermatozoides sanos. A partir de esos espermatozoides previamente seleccionados y que ya tienen una menor fragmentación y menos especies reactivas de oxígeno, se deberán elegir los de mejor morfología y movilidad para realizar la microinyección dentro del ovocito”, explica la doctora Yolanda Cabello, directora del laboratorio de la unidad de reproducción humana asistida del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo de Madrid, perteneciente al Grupo Quirónsalud.
“En estos casos, casi no pasa ningún espermatozoide en tiempos reducidos, de manera que lo que hacemos es incubarlo un poco más y así conseguimos reducir la fragmentación al menos al 50% y, por tanto, logramos más espermatozoides sanos para microinyectar”
La técnica Fertile se ha revelado eficaz incluso en casos de fragmentación muy elevada. “El paciente con mayor porcentaje de fragmentación que hemos tenido en nuestro hospital llegaba al 96 %”, recuerda la doctora Cabello. “En estos casos, casi no pasa ningún espermatozoide en tiempos reducidos, de manera que lo que hacemos es incubarlo un poco más y así conseguimos reducir la fragmentación al menos al 50% y, por tanto, logramos más espermatozoides sanos para microinyectar”.
Este procedimiento está indicado principalmente en parejas que han tenido problemas previos de embarazo o abortos, o mujeres con baja reserva ovárica que no han llegado a conseguir una transferencia. Gracias al chip, en estos casos “hemos sido capaces de conseguir un blastocito viable para implantar”. Para ello, “antes de su implantación dejamos el embrión hasta el día 5 porque el espermatozoide dañado da la cara entre el tercer y el quinto día, y juega un papel muy importante en ese período. Incluso en abortos tempranos, el semen con altos niveles de fragmentación cromosómica podría ser el causante”, advierte.
Cómo prevenir la fragmentación
La especialista del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo admite que los tratamientos para prevenir o reducir la fragmentación del ADN espermático son limitados. “Los antioxidantes en forma de complejos vitamínicos o la cúrcuma con pimienta han demostrado ser bastante eficaces”, explica.
Algunos cambios en los hábitos de vida también pueden ayudar a ese objetivo, “fundamentalmente evitar el alcohol, la cafeína, la teína y el chocolate”. Diversos estudios sugieren además que el tabaco, el sobrepeso y la obesidad y ser mayor de 45 años también afectan negativamente a la calidad del esperma.