Los equipos de rescate que trabajan con perros en zonas catastróficas saben que estos animales son capaces de distinguir con asombrosa precisión el olor característico de la muerte humana. En el año 2010, el equipo belga de identificación de víctimas de desastres pidió a la Universidad de Leuven que les echaran una mano para determinar la mejor forma de entrenar a los perros en estos reconocimientos. Cinco años después, el equipo de Elien Rosier, ha encontrado varios compuestos químicos que podrían ser claves en la identificación y publica los resultados en la revista PLOS ONE.
Los científicos analizaron tejidos y órganos procedentes de autopsias
El trabajo de Rosier, tal y como describen en Science, comenzó colocando muestras de tejidos y órganos procedentes de autopsias en distintos recipientes de los que extraía periódicamente muestras de gases. Paralelamente, los investigadores colocaron tejidos de otros animales como cerdos, conejos, tortugas o ranas en las mismas condiciones para poder comprobar las diferencias. La atención estaba especialmente fijada en los restos de cerdos, pues se utilizan con frecuencia en estudios sobre la descomposición por su similitud con los humanos: tienen un microbioma parecido, porcentajes similares de grasa y pelo.
Después de seis meses, Rosier halló 452 compuestos orgánicos en los recipientes y comenzó la búsqueda de los que resultan específicos en el caso humano. Al principio se fijó en los compuestos con azufre, pero ni eran únicos en nosotros ni todas las personas no presentan. Más adelante se fijó en los resultados que presentaban los ésteres, un tipo de moléculas presente en la grasa animal, y distinguió ocho componentes que solo se encontraban en cerdos y personas en descomposición y cinco exclusivamente humanos.
Los autores del trabajo creen que estos resultados pueden ser útiles para mejorar los entrenamientos de los perros de rescate e incluso para diseñar máquinas que capten y señalicen la presencia de estas moléculas. Es la primera vez, en cualquier caso, que se estudian muestras de tejido humano y de cerdo en descomposición en las mismas condiciones y se encuentran marcadores diferentes entre ellas. Aun así, aún quedan algunos aspectos en los que profundizar.
Ahora hay que ver si los componentes se encuentran también en cuerpos enterrados
Arpad Vass, que trabaja en la llamada "Granja de Cuerpos" de Tennessee, en EE.UU. cree que el hecho de estudiar tejidos aislados en jarras puede limitar el resultado, pues en el ambiente real el cuerpo se descompone en conjunto y en relación con el ambiente. "El siguiente paso", asegura Eva Cuypers, coautora del estudio, "es ver si los mismos componentes se encuentran en cuerpos enterrados y descompuestos en el terreno y ver si los perros entrenados con esta mezcla responde de manera más específica a los cadáveres humanos en descomposición".
Referencia: The Search for a Volatile Human Specific Marker in the Decomposition Process (PLOS ONE) | Vía: Science