Durante mucho tiempo, uno de los desarrollos más prometedores de las tecnologías “vestibles” (wearables, en inglés) ha sido la posibilidad de ayudar a personas con trastornos del espectro autista (TEA). En concreto, algunos investigadores atisbaron la posibilidad de utilizar las conocidas gafas de Google (Google Glass) para que los niños con autismo puedan reconocer expresiones de emoción de otras personas o expresar sus propias emociones.
Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford, liderados por el profesor Dennis Wall, ha realizado el primer estudio aleatorizado sobre el efecto de este tipo de dispositivos y ha publicado los resultados en la revista JAMA Pediatrics. Para el trabajo, los autores reclutaron a 71 niños y sus familias, de los cuales 40 probaron un software específico incorporado a las gafas y denominado Superpower Glass y otros 31 que formaron parte del grupo de control. Para probar los efectos de este dispositivo, los miembros del primer grupo utilizaron las gafas cuatro veces a la semana en sesiones de 20 minutos al día durante un total de seis semanas.
Las gafas traduce en emoticonos las emociones de la persona que el niño tiene en frente
¿Y en qué consistía esta intervención? Las gafas disponen de una cámara que captura las imágenes que el niño tiene delante y las envía a una aplicación del teléfono por conexión inalámbrica. Esta aplicación utiliza un motor de aprendizaje automático para identificar caras y emociones, de modo que envía un mensaje de vuelta a las gafas y el niño visualiza en su visión periférica un emoticono asociado a esa emoción y que puede identificar con más facilidad. Además de este modo de funcionamiento, la aplicación permite jugar a dos juegos con la familia: uno en el que debe adivinar lo que está sintiendo otro y un segundo juego en el que los demás deben adivinar lo que está sintiendo él.
¿Y cuáles han sido los resultados? Según los autores, una parte importante de los niños que usaron las gafas durante el tiempo descrito experimentaron una mejora significativa en su capacidad de socialización en comparación con el grupo de control. En concreto, 14 de las familias acabaron el ensayo completo y de ellas 12 aseguraron que después de la prueba los niños establecían contacto visual con mas frecuencia que antes. De acuerdo con los test a los que se sometieron a continuación, algunos síntomas asociados a la TEA mejoraron y pasaron de severos a moderados. “Aprender estas emociones fundamentales desbloquea o ayuda realmente quitar la primera capa de la cebolla del desarrollo”, explica Wall en Smithsonian magazine. “Esto permite a los niños ganar la confianza necesaria para crecer por su cuenta en escenarios más complejos”.
Para Ricardo Canal, investigador de la Universidad de Salamanca especialista en TEA, el estudio es correcto desde el punto de vista metodológico. “Aunque no logra resultados sensiblemente mejores que los que se obtienen mediante otras terapias, demuestra que es posible su utilización para lograr resultados positivos”, asegura. “La ventaja más interesante está, quizás, en el hecho de que es una terapia aplicable en un contexto familiar, donde los padres u otros familiares tienen un papel relevante”. Además, en estos pacientes la atención temprana es fundamental, recuerda el especialista en pediatría Alberto García Salido. “Hay que tratarles pronto y tratarles mucho y en ese "mucho" es donde trabajos como este sobre weareables resultan muy apetitosos, porque pueden dinamizar y facilitar las cosas”, asegura.
La intención de los autores es conseguir que la FDA apruebe el uso del dispositivo como terapia
Para García Salido el sistema de apoyo mediante pictogramas “está bien, porque el crío recibe una "muleta visual”, asegura. “Pero habría que ver qué ocurre dentro de un tiempo mayor al de estudio para comprobar cuándo se borra ese beneficio o si se perpetúa”. Los propios autores advierten de que las conclusiones son estrictamente sobre su trabajo y sus pacientes y que no se deben extrapolar. Su intención es conseguir que la FDA apruebe el uso del dispositivo como terapia y han registrado la patente, lo que supone un conflicto de intereses con el resultado, según advierte la propia revista. Para los expertos, es un ejemplo más sobre cómo las tecnologías pueden servir de apoyo a este tipo de personas. “Es un trabajo interesante porque ataca un problema de actualidad mediante una tecnología de actualidad”, destaca García Salido. “Aún no se puede considerar una terapia alternativa”, concluye Canal, “pero puede tener un papel complementario a los métodos de trabajo actuales”.
Referencia: Effect of Wearable Digital Intervention for Improving Socialization in Children With Autism Spectrum Disorder (JAMA Pediatrics)