El año 2020 será tan raro, que si Philip K. Dick levantara a cabeza pensaría que está dentro de una de sus novelas. Para empezar, la tecnología para realizar vídeos ultrafalsos (las suplantaciones digitales conocidas como ‘deepfakes’) está tan refinada que los especialistas temen que pueda alterar la campaña electoral en Estados Unidos, donde este año se elige presidente, con decenas de vídeos manipulados de los candidatos. Esta tecnología hará tan difícil distinguir lo real de la ficción que las autoridades ya han emprendido una carrera para detectar las falsificaciones, prohibiéndolas por ley, como ha sucedido en China, usando Inteligencia Artificial o diseñando sistemas de verificación oficial.
Si Philip K. Dick volviera a la vida en 2020, también se encontraría con que la cantante Whitney Houston está de gira mundial, a pesar de haber muerto hace ahora ocho años. Y lo hará mediante un holograma que subirá a los escenarios para interpretar sus canciones más conocidas. La misma tecnología está al alcance del usuario gracias a compañías como Pinscreen, del profesor de la University of Southern California, Hao Li, que permite fabricar tu propio avatar en 3D en pocos minutos e introducirlo en vídeos y animaciones. De acuerdo con el propio Li, la técnica para realizar ‘deepfakes’ se habrá refinado tanto en 2020 que será imposible distinguir las imágenes falsas de las reales.
El ‘deepfake’ se habrá refinado tanto en 2020 que será imposible distinguir las imágenes reales
Uno de los momentos tecnológicamente más alucinantes lo viviremos en la apertura de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, en cuya ceremonia inaugural se espera que minisatélite artificial lance miles de pequeñas bolitas que provocarán una lluvia de estrellas artificial sobre el estadio. Durante los días que duren los Juegos, se estrenará un nuevo sistema de reconocimiento facial que permitirá a atletas, periodistas y resto de personal, moverse por la ciudad olímpica sin necesidad de acreditaciones y que detectará cualquier patrón de comportamiento anómalo. Como en una película futurista, además de una flotilla de robots asistentes, habrá decenas de drones patrullando por las instalaciones, sobrevolando la zona entre 50 y 70 metros de altitud para captar cualquier movimiento sospechoso. Todo este sistema se conectará mediante tecnología 5G, que se espera que llegue a los 205 millones de usuarios en todo el mundo a fines de 2020.
Una lluvia de estrellas artificial
El año nos dejará otras imágenes futuristas en la retina, como cuando los científicos disparen con su cañón láser contra las nubes en lo alto del macizo de Alpstein, en Suiza, para probar un sistema para canalizar la caída de rayos al suelo mediante haces de láser. La empresa Space X completará su constelación de 12.000 minisatélites en órbita, que impedirán las observaciones astronómicas y provocarán un enorme conflicto jurisdiccional. Un conflicto como el que se ha vivido alrededor del Telescopio de Treinta Metros (TMT, por sus siglas en inglés) y el aplazamiento de su construcción en Hawái. En 2020 el consorcio deberá decidir finalmente si se construye en la isla del Pacífico o si se trae a La Palma, en Canarias, donde tiene bastantes opciones.
En astronomía, 2020 nos depara momentos igual de alucinantes, como cuando la sonda japonesa Hayabusa 2 regrese a la Tierra con muestras recogidas en el asteroide Ryugu para ser analizadas. También se prevé que la misión Solar Orbiter de la ESA comience su viaje a las proximidades del Sol, provista de varios instrumentos ópticos clave fabricados en España, y dos misiones partirán hacia Marte: Exomars (de la ESA) y Mars 2020 (de la NASA), que además de un rover, portará un minihelicóptero que sobrevolará la superficie de Marte para explorar el terreno.
El chip cerebral de Elon Musk
Elon Musk tendrá algo más de protagonismo cuando su compañía Space X lleve un cargamento de cannabis a la Estación Espacial Internacional (ISS), que dará que hablar aunque se trata de la versión del cáñamo no psicotrópica, y cuando su empresa Neuralink haga las primeras pruebas en humanos de su implante cerebral para mejorar nuestras capacidades cognitivas y conectarnos a la red, aunque aún está pendiente de aprobación por la FDA.
Por último, el año será especialmente fascinante en lo que se refiere a edición genética. Conoceremos el resultado de algunos experimentos en marcha, como la aplicación de técnicas genética dirigida (Gene drive) para acabar con los mosquitos y la malaria en Burkina Faso. Y tendremos noticia de nuevos ensayos clínicos en los que la técnica CRISPR permitirá editar células extraídas de los pacientes para aplicar nuevos tratamientos como los que conocimos a finales de 2019 para la anemia falciforme y la beta-talasemia y que han permitido por primera vez a estos enfermos vivir sin depender de las transfusiones.
Lo que es seguro es que, pase lo que pase, lo contaremos en Next.