Si hay unas criaturas de las que viene a cuento hablar por San Valentín son los caracoles y babosas que lanzan “dardos del amor” a sus parejas para mejorar sus posibilidades de fecundación. Estas pequeñas flechas calcáreas han sido bien estudiadas por los biólogos: cada una de las especies tiene una morfología diferente y alcanzan una longitud bastante grande, de hasta 1/5 parte de lo que mide el pie del caracol.
El ritual de cortejo de dos caracoles comienza con la toma de contacto de los dos animales, que después juntan sus cuerpos y se enroscan durante más de seis horas. A medida que se aprietan el uno contra el otro, aumenta la presión en los vasos sanguíneos que rodean el dardo y es en ese momento cuando se activa la señal y vuelan las “flechas del amor”. Estos dardos son afilados y duros, de modo que se clavan en la piel de la pareja y en ocasiones pasan de lado a lado o se clavan en algún órgano interno.
Durante mucho tiempo los científicos asumieron que el dardo estimulaba de alguna manera el intercambio de esperma, pero solo recientemente se vio que la clave está en las moléculas que contiene la mucosa y que sirven al macho para manipular el comportamiento del órgano receptor de esperma de la hembra y que le dé preferencia a sus espermatozoides (alargándose o acortándose para ayudar a la cópula).
En un trabajo publicado esta semana en la revista Journal of Experimental Biology, el equipo de Monica Lodi y Joris Koene, de la Universidad Libre de Ámsterdam, ahondan un poco más en el conocimiento de este proceso “amoroso” con un nuevo descubrimiento: resulta que al hacer pruebas con los dardos y la mucosa e inocularlos en caracoles de distintas especies han descubierto una reacción en las hembras que normalmente pasa desapercibido. Este hallazgo les lleva a concluir que las hembras de algunas especies han desarrollado evocativamente un mecanismo de respuesta a estos dardos “manipuladores” para dejarlos sin efecto.
Este mecanismo, según las autoras del estudio, podría ser el resultado de un proceso de selecciono sexual que ha conducido a “una reacción evolutiva que reduce la sensibilidad del recipiente a una sustancia particular”, en palabras de Koene. Los investigadores creen que el descubrimiento no solo es relevante para especies como los caracoles, sino que podría estar ocurriendo en otro tipo de sistemas sexuales.
Referencia: Hidden female physiological resistance to male accessory gland substances in a simultaneous hermaphrodite (Journal of Experimental Biology) doi:10.1242/jeb.149963