El astronauta Scott Kelly regresó del espacio un poco más cegato y con la mente más lenta que su hermano gemelo Mark, que permaneció en tierra. Después de un año viviendo en la Estación Espacial Internacional (ISS), dando una vuelta a la Tierra cada 90 minutos, sometido a la radiación cósmica y la microgravedad, la expresión de su ADN sufrió algunos ligeros cambios, pero nada especialmente significativo.
Estas son algunas de las principales conclusiones que se publican este jueves en la revista Science por parte de los equipos científicos que estudiaron este caso en un esfuerzo colectivo sin precedentes. Para las pruebas, se recolectaron muestras biológicas de Scott a bordo de la ISS, se congelaron inmediatamente y se mandaron en los cohetes Soyuz de vuelta a la Tierra para poder ser analizadas en un plazo menor de 48 horas desde la extracción.
Los principales hallazgos del estudio multidisciplinar son los siguientes:
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Se produjeron pequeños cambios (de menos del 5%) en la metilación del ADN de Scott en comparación con el de Mark.
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Se encontraron pequeños aumentos en biomarcadores relacionados con la inflamación en Scott que no aparecieron en Mark.
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Cambió temporalmente la expresión de algunos genes de Scott, especialmente los relacionados con el sistema inmune, pero el 90 por ciento de ellos volvieron a la normalidad seis meses después de volver a la Tierra. En ningún caso el viaje “alteró el ADN” del gemelo astronauta, como publicaron algunos medios.
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Los telómeros de Scott se alargaron de manera muy notable durante la misión. A su regreso volvieron a la normalidad, pero ahora tiene más telómeros cortos que antes del viaje, lo que está relacionado con la esperanza de vida y la longevidad.
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La vacuna contra la gripe suministrada a Scott funcionó de manera idéntica que en el Tierra.
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Los cambios observados en la microbiota del intestino de Scott fueron similares a los que se observan en condiciones de estrés en la Tierra.
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La masa corporal y los niveles de ácido fólico, fundamentales para la producción de glóbulos rojos, se redujeron en Scott.
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La forma del globo ocular de Scott cambió durante el viaje espacial, como les sucede a muchos astronautas, y su nervio retina disminuyó de grosor.
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Scott experimentó una disminución leve en sus respuestas cognitiva respecto a su hermano.
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Se detectó un aumento del ácido láctico en Scott que luego regresó a la normalidad.
Aunque los resultados sobre los cambios en el ADN de Scott no son significativos, los autores destacan que el estudio ha servido para desarrollar un método para valorar con más precisión los peligros a largo plazo de la estancia en el espacio. “Esto es el amanecer de la genómica humana en el espacio”, subraya Andrew Feinberg, uno de los autores del trabajo. “Hemos desarrollado métodos para hacer este tipo de estudios genómicos y deberíamos hacer más investigaciones para esbozar conclusiones sobre lo que les sucede a los humanos en el espacio”. Para la investigadora Susan Bailey, por su parte, el hecho de que los telómeros de Scott se alargaran en el espacio es un descubrimiento prometedor, puesto que si encontramos algo que imite ese efecto podríamos aplicarlo en la Tierra y mejorar las expectativas vitales.
“Esto es el amanecer de la genómica humana en el espacio”
Por otro lado, recuerdan los investigadores, el hecho de que se trate de un único caso limita la significación del resultado, por lo que planean un programa de estudio en más astronautas. “Si sabemos lo que esperar”, concluye Feinberg, “podemos anticipar los problemas de salud que se pueden encontrar los astronautas y asegurarnos de que las medicinas y otros remedios estén a ahí durante una misión”.
Referencia: The NASA Twins Study: A multidimensional analysis of a year-long human spaceflight (Science)