Los puntos en rojo sobre este mapa no son incendios, pero lo que se está produciendo en esas zonas del globo es tan devastador o más que si lo fueran. Se trata de los lugares del planeta donde hace dos décadas había vida salvaje en estado puro, es decir, "lugares ecológica y biológicamente intactos y libres de cualquier perturbación humana". Ahora, los humanos hemos entrado en ese territorio y la probabilidad de que muchas de las especies que allí habitan se extingan se multiplica.
El equipo de James Watson, de la Universidad de Queensland, en Australia, ha realizado un exhaustivo análisis sobre la evolución de estos espacios salvajes del planeta en los últimos 20 años. Y el resultado es desolador: un 10 por ciento de estas zonas, hasta 3,3 millones de kilómetros cuadrados, han dejado de ser salvajes y ya están en el radio de acción de las personas. La pérdida - que equivale a una superficie equivalente a la que ocupa el Estado de Alaska - es particularmente grave en el Amazonas, donde se ha perdido un 30 por ciento, y África, donde la cifra es del 14 por ciento.
Un 10% de estas zonas, hasta 3'3 millones de km2, han dejado de ser salvajes
El trabajo, publicado en la revista Current Biology, indica que actualmente quedan unos 30,1 kilómetros cuadrados de territorio salvaje (más del 20 por ciento de la superficie de los continentes) y hace hincapié en la necesidad de concienciar a las autoridades políticas sobre la necesidad de proteger zonas más que especies animales concretas. En opinión de Watson, se ha prestado mucha atención a la pérdida de especies pero se sabe poco comparativamente con la desaparición a mayor escala de ecosistemas enteros.
"Las zonas salvajes de vida salvaje", asegura Watson, "son completamente ignoradas por la política medioambiental". Y ello a pesar de que se trata de sistemas que regulan el clima y donde viven algunas de las comunidades más marginadas del planeta. "Los mecanismos políticos internacionales deben reconocer la necesidad de mantener estas áreas salvajes antes de que sea demasiado tarde", prosigue. "Probablemente nos quedan de una a dos décadas para darle la vuelta a esto". El gran problema, insiste, es que la vida salvaje no se puede restaurar. "Una vez que se ha ido, los sistemas ecológicos que subyacen en estos ecosistemas se terminan, y nunca retornan al estado en que estaban. La única opción es proteger lo que queda proactivamente".
Referencia: Catastrophic Declines in Wilderness Areas Undermine Global Environment Targets (Current Biology)