El pasado mes de diciembre un meteoro entró en nuestra atmósfera y explotó sobre el mar de Bering en la península rusa de Kamchatka. Se trata de una parte del océano Pacífico que cubre una extensión de unos dos millones de kilómetros cuadrados. Es decir, el estallido ocurrió en un sitió tan recóndito que, prácticamente, paso inadvertido... Hasta ahora.
Y es que la NASA ha dado a conocer que la explosión de este meteorito en la Tierra fue diez veces más poderosa que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima (Japón) en 1945 y que -junto con la de Nagasaki- supuso el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Según los datos de la NASA, el asteroide recorrió la atmósfera a una velocidad de 32 kilómetros por segundo. Explotó a unos 25 kilómetros sobre la superficie terrestre y el impacto de energía fue de 173 kilotones.
Los satélites militares registraron la explosión, detalla la BBC. Momento, en el que la Fuera Aérea de Estados Unidos notificó a la NASA. La bola de fuego llegó no muy lejos de rutas utilizadas por los aviones comerciales que viajan entre América del Norte y Asia.
Un hecho que ocurre dos o tres veces cada 100 años
Lindley Johnson, oficial de defensa planetaria de la NASA, explicó al medio británico, que una bola de fuego tan grande sólo se espera dos o tres veces cada 100 años. En menos de una década, ya han entrado en la atmósfera terrestre dos.
La anterior ocurrió en la localidad rusa de Cheliábinsk en los Montes Urales en febrero de 2013. Entonces, el meteoro liberó una energía de 500 kilotones. Treinta veces mayor que la bomba de Hiroshima.
A diferencia del de diciembre, este estallido sí que tuvo consecuencias. Unas 1.500 personas se vieron afectadas a causa de la enorme onda expansiva.