El partido más peliagudo de España en estos Juegos acabó con final feliz. No valía otra que ganar si no se quería caer en una eliminación que hubiese resultado dramática para un plantel que despertaba tantas esperanzas. Pero no decepcionaron los de Scariolo, doblegando (92-73) a una Argentina que quiso herir pero no tuvo piernas para hacerlo con continuidad.
El partido comenzó dando terror, con Ginóbili rejuvenecido y un 0-8 de inicio que presagiaba el instinto asesino de un rival que veía en este partido la oportunidad perfecta de vendetta de aquella victoria española en el Mundial de Japón, tan agónica y tan dolorosa a la postre para la albiceleste.
Apareció a tiempo Rudy Fernández, dando el paso adelante que tanto se le ha solicitado a los escuderos estrella de Pau Gasol. Con el de Sant Boi sobrevigilado, el mallorquín encadenó tres canastas, repartió juego y supo enganchar también al partido a Nikola Mirotic y, de la mano, a Ricky Rubio. Primer incendio apagado. Lo siguiente fue fraguar la defensa, cortocircuitar el ataque de los sudamericanos y provocar un 25-15 con el que finalizó el primer parcial.
Reanudado el duelo, el 'Oveja' Hernández, seleccionador rival, echó mano de su tropa de élite. Campazzo y Nocioni, que habían empezado en el banquillo para guardar piernas tras un duelo maratoniano de dos prórrogas contra Brasil, a cancha. La segunda unidad de España siguió el "a mí los valientes" de Juan Carlos Navarro mientras Argentina porfiaba a través de cuatro manos expertas: las dos de Scola y las dos del resucitado Carlos Delfino.
Atronaba la afición albiceleste, que convirtió el Carioca Arena en La Bombonera, pero los suyos no lograban refrendar en la cancha el dominio que sí había en la grada. España se encontraba cómoda racionando la victoria y navegaban los de Scariolo sobre un botín casi permanente de diez puntos. Serios atrás e intercambiando canastas con solvencia cuando lo exigía el marcador.
Espera ahora Francia, heroína y villana contemporánea para nuestra generación dorada
El ecuador del segundo parcial vivió un momento clave: la tercera falta personal de Scola, perseguida con inteligencia al poste por Gasol. Acompañada por una técnica tras las protestas argentinas, el punto de inflexión caldeó los ánimos pero dejó tambaleando a las huestes de Ginóbili. Carrusel de tiempos muertos buscando aliviar la diferencia, pero el botín no disminuyó para España. Sensaciones inmejorables al descanso (48-35).
La vuelta del parón no trajo la tregua española. Dos triples seguidos de un Pau que transita mucho (y bien) en estos Juegos por el perímetro pusieron los redondos veinte de diferencia en el marcador. Enfrente, sólo Ginóbili oponía resistencia como un lobo solitario. Nocioni, el mejor de los sudamericanos contra Brasil, se debatía entre la frustración y el agotamiento. Otra técnica como nuevo puyazo y Gasol que machacaba el aro y la moral rival.
Dos técnicas seguidas a Navarro por dirigirse a unos colegiados poco dialogantes reengancharon moralmente al partido a los argentinos. Campazzo asumió el desafío de acercar a los suyos hasta que el gatillo fácil de los árbitros (del canadiense Stephen Seibel, sobre todo) disparó otra infracción. España se mantuvo firme, no cayó en el desquiciamiento, y marchó hacia los últimos diez minutos con un acomodado 71-57.
El epílogo del partido lo manejó con sapiencia José Manuel Calderón, en cancha con la misión de aportar una experiencia valiosísima para que España no tuviese ni un amago de vértigo. Laprovittola incomodaba a España y empujaba a su selección en un marcador que hacía la goma entre los diez y los quince de renta para los pupilos de Scariolo. Hasta que a dos minutos y medio del bocinazo, un impotente 'Oveja' sentó a Scola e izó la bandera blanca.
Minutos en los nuestros para que Abrines debutase en Brasil y Francia, heroína y villana contemporánea para nuestra generación dorada, en el horizonte. Dos match ball salvados por los nuestros. Nunca es tarde para luchar por las medallas.